Radar Taurino – Toreo Confidencial.

Cada domingo tiene un antecedente, cada cartel tiene una historia. La hasta el momento ilusionante Temporada Grande programa un cartel que dice poco de arranque pero, casi en confidencia enmarcada, trae envuelta el máximo común divisor de esta Temporada en La México, el factor sorpresa.

Por: Luis Eduardo Maya Lora – De SOL Y SOMBRA.

Siendo honestos el cartel de este domingo en La México baja la expectativa del asistente. Pero igual el de la semana pasada, ¿No era así?

Varios arrepentidos amanecieron el lunes. Varios aliviados se observaron al espejo la mañana siguiente a la gran faena de José Mauricio.

Esta semana, a menos que Usted tenga algún otro interés en la Fiesta de los Toros que no sea el fundamentalmente taurino, habríamos de estar hablando sobre la estala arrojada de la pasada tarde de la Temporada y sobre todo las posibilidades de que el encierro de Arroyo Zarco pueda embestir, a menos de que la trampa del autobombo nos haya atrapado entre su peligrosa enredadera.

Muchos hemos deseado el regreso de la divisa mexiquense a la Plaza México. Pues el estigma de las hechuras, de la decepción regulatoria y de la mala suerte habían impedido que el hierro de la “F” y la “P” entrelazadas volvieran a lidiarse en la Capital. Basta el recuerdo del ya famoso “Soñador” lidiado en Enero de 2004 por José María Luévano para remontarnos a la última ocasión en que le vimos lidiar.

La decepción de 2009, entre aquella tienta fallida por el viento, el sueño de un cartel que se quedó a medias y sobre todo la frustración de quedar en la raya de malograr la ilusión cuando se quedó la ganadería anunciada para la reaparición de “Armillita”, la confirmación de Cayetano y “El Payo”, aun tuvo que esperar más de dos años para tomar por fin la escena y quizá, Dios y los toros mediante, tomar revancha.

Por ello aquel que desprecie el cartel del mañana en México pone en entredicho su afición y su valoración hacía un encierro que, sea cual sea su juego, promete mucho por que a cuestas tiene el peso de la historia y el paso del futuro, que siempre las ganaderías origen Mimiahuapam son un pedazo de la más pura esencia de campo bravo mexicano.

No caeremos en “antecidentitis” pero cierto es que las hechuras de Arroyo Zarco son un vuelta a la historia. Siempre que viene un encierro de la familia Pérez Salazar nuestro ojo taurino se pone a prueba. ¿Será capaz la Plaza México de valorar el encierro por lo que es y por lo que nos dará?

Porque una época donde si el toro no es astifino no es toro y donde si no es elefante o lo torea cierto torero, tampoco es toro, espero que el “tendido” poco entendido tenga al menos el suficiente taurinismo para no perder los papeles y no hacer el ridículo de la semana pasada en las dos faenas de José Mauricio o pedir banderillas a “El Capea”, ese es el público y esperemos que mejore.

Más allá de eso, si Rafael Ortega desea volver a ser el que alguna vez ha sido, requerimos algo más que cubrir el expediente. No se realmente si esto se presente en el crepúsculo –duele decirlo- de su carrera.

Dejar para Enero lo que se tiene que hacer todo el año no debe ser la regla para un torero como Fernando Ochoa, quien en medio de una Temporada donde lo juvenil ha predominado, la inteligencia y la madurez puede que también marquen diferencia.

Auténticamente, con el empuje juvenil, el resto del escalafón se juega todo o nada en cada aparición que tengan pues la provincia, así queda la posición de Ochoa a quien aquella gran Temporada 2008-2009 en La México no le bastó para encumbrarse quedando en posición de remontar. Que mejor oportunidad delante del encierro de Arroyo Zarco. Si el trazo es tan largo como sus brazos y la muleta sale por debajo de la pala del pitón con temple, Fernando Ochoa habrá aprovechado el paso del tren.

Conste que puede que no sea el último, pero sí que uno muy, acaso demasiado, importante para el de Morelia. Veremos. Aguardamos.

Adelantar la suerte es poco conveniente, veremos si en el aso de Angelino de Arriaga el adagio no hace sentencia. Puede que tal cosa no ocurra porque detrás de Joaquín está una preparación a destacar que lo puso en triunfador de la Temporada Novilleril y recientemente con el indulto del ranchoseco de Apizaco en Navidad.

Reiteramos que en una Temporada de juvenil empuje la puerta está abierta y bueno sería que Tlaxcala levantase la mano y la campanada llegue, el estilo del encierro puede que traiga buen augurio al menor de los Angelino a quien temple y buenas formas no le faltan. Siempre el toro pone las cosas más difíciles, no es lo mismo una plática entre adolescentes que un diálogo de adultos. Mañana Joaquín tiene su gran prueba.

Y un secreto es el que puede revelarse en la Caletilla de Acapulco una de las Plazas más maltratadas de toda la República. Llega Brandon Campos a buscar en el Océano Pacífico lo que le han negado en el Bajío. Debuta como muchos en una Playa y no en una tercia, cosa rara para el triunfador de Sevilla, cosa desconcertante para un torero que ansiaba el novillo picado en vez del eral.

Lo hará alternando con Nicolás Gutiérrez en un encuentro de mocedad, de plena juventud y que se antoja interesante a lo mucho con los novillos de los sucesores del Doctor Alfredo Gómez Alanís, cuyo estilo bravo, difícil es toda una prueba. Por eso la novillada acapulqueña es un acertijo más que atractivo.

Recuerdo ese triunfo de Brandon Campos en la Maestranza sevillana, esa ligereza en el cite, esa ansia en el embroque y ese mando de mano baja. Esa tarde que era de tres orejas y no solo de dos, ante los erales Guardiola deja claro que valor y conocimiento hay, claro curtido ante los serios “erales” en Francia, ante la dureza de la Temporada española, se espera mucho.

Pero quizá los que tengamos que esperar y apoyar seamos los aficionados. Así que nuestro Radar apunta igualmente a Acapulco para luego saber si la historia, como todos deseamos, pase sin que nos demos cuenta delante de nuestros ojos.

Como taurinos habremos de estar un paso adelante y esperamos dar cuenta de ello el próximo lunes. Suerte para todos.

Twitter: @CaballoNegroII.