Réquiem por Manzanares.

“Yo nunca seré de piedra, lloraré cuando haga falta,

gritaré cuando haga falta, reiré cuando haga falta,

cantaré cuando haga falta”.

Rafael Alberti.

Por Luis CuestaDe SOL y SOMBRA. Especial.

Se fue en silencio José María Manzanares, uno de los últimos toreros artistas que nos dejó el siglo XX, un torero poseedor de un arte excepcional, de enorme técnica, naturalidad y un temple privilegiado, además de gran estoqueador.

Manzanares nació en Alicante hace 61 años en el barrio de Santa Cruz, junto al mediterráneo. Con olor a brisa y con la sal del mar en sus manos comenzó a torear de salón desde antes que tuviera uso de razón, bajo la mirada siempre de su padre, Pepe Manzanares. En 1970 mato a su primer novillo.

Ese mismo año vio torear en Benidorm al torero que influiría de una manera casi espiritual en su tauromaquia: Antonio Ordoñez. Después de esa tarde José María nunca volvería a ser el mismo, ni tampoco su toreo.

Al siguiente año se presentó en Valencia y en Bilbao, por cierto esta tarde en el coso de Vista Alegre debuto junto a otro novillero que a la postre seria con el compañero que más tardes alternaría durante su vida profesional: El Niño de la Capea.

Su presentación en Las Ventas deja huella y posteriormente se despide como novillero en su tierra estoqueando seis novillos, esa tarde corto nueve orejas y un rabo. Tomo la alternativa en 1971 en Alicante en la feria de San Juan, de manos de Luis Miguel Dominguín y El Viti de testigo. Al toro de su alternativa le corto las dos orejas y el rabo.

Tras sufrir una inoportuna hepatitis que lo frena por el resto del 71’ se presenta en 1972 en Sevilla y en Madrid donde confirma con Palomo Linares y Eloy Cavazos con toros de Garzón cortando una oreja. Ese mismo año viaja a México para confirmar su alternativa de manos de Joselito Huerta y de testigo Curro Rivera, con el toro Gorrión de la ganadería de Torrecilla.

A partir de la temporada del 72′ la vida de Manzanares da un giro inesperado y comienza su ascenso hacia la cumbre, mismo que llega en 1976, un año en donde consigue triunfar en todas las ferias importantes de España, de las cuales destaca su actuación en Pamplona, en donde realizo dos faenas de antología a toros de Benítez Cubero. Los seguidores de Ordoñez que se habían quedado huérfanos, lo comienzan a seguir por toda España.

Al siguiente año con tan solo 24 años contrae matrimonio en plena primavera y en el mes de mayo abre por primera vez la puerta grande de Las Ventas. Pero el cenit de su carrera llegaría hasta 1978 en Madrid, tras protagonizar una obra inmortal al toro Clarín de Manolo Gonzales, que por cierto brindo al notario Andrés Amorós, hoy cronista de la sección de toros del ABC. Esa faena fue boda, luna de miel y divorcio con el público de Las Ventas, que a partir de ese momento le exigiría como a pocos toreros en su historia.

Después de un paso ascendente cae en un bache profesional y personal tras firmar un contrato de apoderamiento con los hermanos Martínez Uranga, si bien seguía toreando en las mejores ferias de  Europa y América con cierta comodidad y muy buen dinero, parecía que su figura se apagaba rápidamente.

El año de 1982 resulta clave en su vida ya que el destino lo cruza con Pablo Lozano, quien lo mete de nuevo a la buena senda. Manzanares volvía a disfrutar el toreo y eso trajo consigo temporadas muy exitosas durante la década de los ochentas. En 1984 torea su corrida numero mil y la festeja en su tierra con un triunfo rotundo.

Al siguiente año alcanza la gloria en la feria de Sevilla, en una tarde en la que convertiría su tauromaquia en todo un clásico.

Los años noventas son los años en donde consigue su más alto grado de madurez en los ruedos, misma que se vio reflejada en su tauromaquia en el año de 1993 en La Maestranza de Sevilla tras una tarde inolvidable. Pero los 90s fueron también la década que da las primeras señales, de que todo lo que sube tarde o temprano tiende a bajar, por más bello que haya sido el ascenso.

En la temporada del 2006 decide finalmente retirarse de los ruedos tras una mala tarde en la plaza de toros de Sevilla, una tarde que resulto ser muy emotiva porque al finalizar el festejo un grupo toreros ahí presentes de la categoría de Espartaco, Enrique Ponce, Morante, Manuel Jesús «El Cid», Rivera Ordóñez, Miguel Báez «Litri», Juan José Padilla, Antonio Barrera, Raúl Gracia «El Tato», el hijo de Manzanares, entre otros, dieron una apoteósica vuelta al ruedo llevando en hombros al ídolo, al maestro, pero principalmente al hombre y al amigo.

Hoy el mundo del toro está de luto tras su muerte repentina en su finca de Cáceres.

Se fue el Maestro pero nos dejó su escuela y su arte, mismo que seguirá por siempre vivo en sus libros, en las miles de fotografías y cientos de videos, pero sobretodo en la mente de todos aquellos que tuvimos el privilegio de verlo torear y de admirarlo.

Gloria eterna a quienes más gloria le han dado a la fiesta brava. Descanse en paz Manzanares.

Es lo que Digo Yo.

Twitter @LuisCuesta_

2 respuestas a “Réquiem por Manzanares.”

  1. Una anécdota que viví con José María Manzanares, en el segundo tercio de los años setentas,viajabamos de Querétaro a México un sábado en la noche Nicolás González Rivas, un servidor y otros dos amigos después de que el torero alicantino había toreado ésa tarde en la plaza Santa María, propiedad de Nicolás.

    Llegamos a cenar al restaurant “La Mansión”, que en aquellos años, estaba a un costado de la carretera próxima a Querétaro; ya sentados en la mesa que nos asignó un mesero de dicho restaurant, en la silla en que me senté, a un costado en otra silla, noté que había un pequeña bolsa de piel negra y la tomé mostrándosela a mis compañeros de viaje, al mismo tiempo que la abría para ver su contenido; mayor sorpresa nuestra pues dicho adminículo, pertenecía a José María Manzanares, ya que los documentos que allí habían eran su pasaporte, dinero en pesetas y dólares, así como otras cosas más.

    Después de cenar le comentamos al gerente del negocio lo sucedido y Nicolás González, le dijo que como íbamos al Distrito Federal y nos hospedaríamos en el hotel del Aereopuerto de dicha ciudad y que en ese hotel, también estaba hospédado el torero español, ya que al día siguiente que era domingo, Manzanares toreaba en la plaza Calafia de Mexicali, de la cual también Nicolás González, era el empresario y que de dicho hotel todos saldríamos juntos en avión, hacia la capital cachanilla.

    Cuándo llegamos al hotel ya entrada la noche, fuimos a la habitación de José María Manzanares, y le comentamos también lo sucedido, hacíendole entrega de sus pertenencias y todo mundo contento otro día en la plaza Calafía,en la puerta de cuadrillas, me dio nuevamente las gracias y con un gesto de agradecimiento, me quizo brindar la muerte de un o de sus toros, a lo que decliné ya que ese día, yo presidía como juez de plaza su actuación.

  2. OTRA PERDIDA IRREPARABLE, SE VA DE LOS RUEDOS, DE LOS TOROS Y DE LOS TOREROS OTRO GRAN TORERO, TORERO DE LOS QUE SIEMPRE NOS DEJÓ GUARDADO EN LAS PUPILAS, EN LA MENTE Y EN EL CORAZÓN FAENAS IRREPETIBLES, ASÍ COMO ESE LANCE TAN ÚNICO Y CON TANTA PERSONALIDAD QUE EJECUTABA “LA ALICANTINA”, DIOS LE DE EL DESCANSO Y EL LUGAR QUE MERECE Y A SUS DEUDOS LES RECONFORTE SU ALMA CON PRONTITUD ANTE TAN SENSIBLE PERDIDA, AMEN.

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