El Primero Frimario – Castella a Hombros en La Mexico.

Saluda Castella a La México, frimario triunfo del francés.

Xajay da un paso más hacia delante forjando poco a poco algo que se puede convertir en leyenda. Sin embargo, hay matices que nos hacen ver no tan grande, como se ha cantado, el juego de la corrida. Una tarde de expectación colmada con nueva buena entrada en La México que demuestra la demanda del público por un espectáculo de calidad y altura. La Monumental encuentra una carta rentable en Sebastián Castella y los aficionados retoman la ilusión que brinda estar cerca de un concepto mejor del espectáculo.

Por: Puntillero De SOL Y SOMBRA.

Sin viento transcurre todo el festejo.

Cielo claro y fresco agradable inauguran lo que habría sido el antiguo otoño en el calendario de la Primera República Francesa. La frime –escarcha en francés- reune en el fresco otoñal un reencuentro de la naturaleza y la firme intención de separar cualquier indicio religioso de la Francia pos revolucionaria.

El comienzo del antiguo otoño en la Plaza México acompaña al más reciente alumbramiento.

La imposición que Sebastián Castella realiza a su lote de las particulares formas de su tauromaquia marca cierto paralelismo entre el rompimiento republicano con el ancient regime y las formas eclesiásticas. Aquellos lo hicieron suprimiendo el calendario gregoriano para inventar uno nuevo, uno propio. Castella utiliza no formas nuevas, sino hace de ellas ejecuciones mejores.

No es precisamente su tauromaquia el rompimiento con el clasicismo, sino con la medianía y el cartabón. Por ello al trazar Castella su quite al primero, la chicuelina descubre la capacidad del toro para arrancarse de largo. El quite, vertical y  bien rematado, antecede a un tercio de banderillas omiso en  alternar los lados.

Todo es por pitón izquierdo para desconcierto de algunos. No del torero.

El escarchado “Recuerdos” de Xajay, bajo y astifino, de cara seria pero sin estridencias en sus astas, llega fijo y violento a la muleta. Castella en el tercio, casi sin moverse, comienza por alto. Muletazos dramáticos ganando siempre la intención de un toro que acomete largo y pronto.

Por ello, unos pasos después de la segunda raya comienza el diestro a correr la mano con la derecha, al tiempo que moldea el mármol bruto del astado; los cincelazos plenos de mando, temple y quietud, trasmutan la violencia en la cadencia de los cambios de mano precisos previo a los remates perfectos en los de pecho o en el muletazo contrario por bajo con la izquierda.

Obra plena sustentada en valor primordialmente inmutable pero integradora de una fuerza escultórica digna de Rodin que después acaricia en doble circular con la derecha rematado primero por alto y luego con cambio de mano abajo como arrancada fantasía de Manet.

A diferencia de su periplo “nivoso” –de enero y febrero- Castella no solo se arrima sino se acerca a un toro mejor, bravo y emocionante para su estilo, al que impone largueza y su ya proverbial sobre temple.

Pinchazo honrado arriba, estocada desprendida y oreja justa con aclamada vuelta. Ínfimas protestas que en todo caso deben exigir homenaje, arrastre lento, que de darse, mitad es obra del doble alumbramiento torero: drama y largueza, emoción y arte.

La corrida, con prestaciones en su conjunto, tiene varios valles. El tercero, acochinado y débil, se defiende más de lo que ataca no obstante su engañosa movilidad. El cuarto se ahoga de salida y en su juego mucho tiene que ver la lidia otorgada. Para rematar, del sexto, nada se puede decir, solo que es un canto a la mansedumbre.

El quinto es una alimaña.

Se sinte podido en los lances a pies juntos y tiende emboscadas calladamente con el aire apagado de una víbora. Tras media verónica luego del puyazo, “Varilarguero” ataca a traición y Castella le recorta genuflexo en los medios. Luego ofrece el engaño en el tercio a pies juntos y como respuesta recibe dolorosa patada, golpe bajo que cerca está de sacar de colocación al diestro que contesta con sensacional desdén más allá de la raya.

Ahí comienza toda una pelea. A cada trampa que tiende el bicornudo Castella mantiene la planta, no obstante el morro del xajay se va a la arena. Intenta el cárdeno obscuro ponerse por delante y por supuesto sus ojos se centraban en los muslos del francés. No hay dudas, solo toque hacia afuera y opone a la embestida más corta, el valor más largo.

Pero en plena batalla hay dos episodios seguidos en que la fiera bicornuda parece llevar las cosas a su favor tras doble desarme con destrozos de tela roja. Castella ajusta con firmazos de castigo claves en domeñar al toro aunados a derechazos largos y terminantes de la posición del torero.

A la embestida corta se le desprecia con esos muletazos de pecho de impresionante fuerza de expresión o con esos giros martinistas que voltean la intención del astado y, por supuesto, la respuesta del público. El nuevo desplante es la corona. No obstante el espadazo trasero de pronto efecto, la puerta grande es absoluta.

Crucificar a Fernando Ochoa es el pasatiempo favorito del público. Al buen primero lo torea superiormente de capa e incluso con la muleta hasta llegar los adornos. Tuvieron oportunidad pero no consecuencia en emoción. Si tan solo no hubiera abandonado los medios…

Al cuarto Ochoa le ayuda tanto que le descubre una faena no obstante su ahogo. Pena que la espada aumenta una cruz que se ha y que le han impuesto: no poderle a la Plaza México. De él depende creérselo.

Arturo Macías por fin está donde lo querían ver muchos, abucheado y derrotado tras dejar ir al engañoso tercero. Con tantos péndulos difícilmente se domina. Así anda Macías, en devaneo. ¿Qué se ganó? Hoy más que nunca la derrota es huérfana. Pero “hay triunfos que hacen llorar y derrotas que darán risa”. Y eso espero del torero.

Veintiuno de noviembre, entrada del mes frimario francés.

Entrada de Sebastián Castella por arco triunfal al corazón de La México y por primera vez, La México entra al corazón de Castella.

Si no, ahí queda la sonrisa a hombros de la Afición.

Twitter: @CaballoNegroII

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Temporada Grande 2010-2011. Noviembre 21. Tercera de Derecho de Apartado. Dos tercios de entrada en tarde agradable fresca, cielo claro y sin viento. Ambiente en los tendidos.

6 Toros, 6 de Xajay (Divisa Roja y verde) Pareja de presencia salvo el tercero, salinero obscuro y acochinado. Primero y segundo sonoramente aplaudidos en el arrastre. En tono menor el tercero que le pesaron los kilos y duró poco. El cuarto soso y sin fondo. Duro el quinto, alimaña geniuda. El sexto corriente.

Fernando Ochoa (Corinto y oro) División y división tras dos avisos. Sebastián Castella (Rey y oro) Oreja con leves e injustificadas protestas en ambos. Arturo Macías (Palo de Rosa y oro) División al intentar saludar y Bronca tras aviso.

 Los toros fueron nombrados en memoria del picador de toros recientemente fallecido Ricardo Pacheco, tentador oficial de la ganadería.

Destacaron en banderillas Luis Castañeda y Alejandro Prado que saluda en el cuarto, así como Javier Ambel en la brega del quinto. A caballo destacaron Ángel Juárez y Nacho Meléndez, picando al segundo y al sexto respectivamente.

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