La Historia del Torero de los Andes en Documental

Luis Cuesta

El torero de los Andes es la historia de un torero, David Gil que lleva años toreando, pero en España la suerte se le resiste y el éxito no llega. En cambio, en Perú ha encontrado el reconocimiento y recorre el país cosechando éxitos. David es un ídolo allí pero en su camino no hay glamour: viaja en autobús, se hospeda en pensiones… y no se hace rico.

La carrera de Gil había sido hasta ese momento muy difícil, como la de la mayoría de los toreros, hizo su debut con caballos el 4 de agosto de 1990 en Las Navas de San Juan (Jaén). Tomo la alternativa el 12 de octubre de 1997, en Úbeda (Jaén). Padrino: Paco Delgado con ganado de Luis Ramírez. El toro se llamaba Bellodito (2 orejas y ovación). Confirmo en Madrid  el 30 de agosto de 1998 con ganado de Julio de la Puerta llevando como padrino a José Luis Ramos. Todo marchaba bien en ese momento de su carrera.

¿Enfermeria en esas plazas? Ni pensarlo

En el año 199 David Gil hizo el paseíllo 14 tardes, pero desde entonces su futuro se empezó a oscurecer. En el 2000 rompió su relación con su apoderado, Rafael Montenegro, y en su cabeza se empezó a fraguar una quimera: si no podía torear en España lo haría en Perú. En pleno boom de la inmigración, David se convirtió en un emigrante. Y no sabía entonces que una década después se convertiría en una figura del toreo peruano.

Ser torero en Perú no es lo mismo que serlo en España, Francia o en México. Actuando en plazas de toros a 4.700 metros de altitud, durmiendo en pensiones de mala muerte, poco dinero, toros bravos a veces criollos, carreteras de espanto y traslados en camiones colectivos… Así ha sido la carrera de David Gil durante la última década, siete meses al año, y así lo ha captado en un documental Ignasi Rodríguez Batlle: ‘El torero de los Andes’.

Rodríguez y su equipo se convirtieron al sombra de David, grabaron todo lo que había a su alrededor. Gil a pesar de todo ha toreado en Lima, la capital, en plazas destacadas como la de Bambamarca o en Cabanaconde, donde comento que llegó a cobrar 5.500 dólares. Pero también ha toreado en ruedos de cuarta, por sueldos miserables, en donde no se siguen siquiera los cánones básicos de una corrida de toros.

Algún amigo incluso le decía que en ocasiones se salía del arte de la tauromaquia: “Eso no es el toreo, David, eso no.” Y David se explicaba: “Pero claro, yo que iba y dejaba a mi familia, tenía que hacer un dinerillo. Toreaba 40 tardes en dos meses, donde saliera y como saliera.”

Al dia de hoy David Gil cumplió su promesa y regreso a su casa, con su mujer y su hijo. Ahora el objetivo es buscarse un lugar en España, así como lo hizo en América.

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