J.M. Manzanares “Cuando amas tu oficio y te dedicas a él al cien, salen las cosas y no te desgastas.”

El diestro alicantino ya es el gran triunfador de la temporada 2011, que está próxima a su fin. El indulto de ‘Arrojado’ sigue siendo la cumbre de su gran año.

Álvaro R. del Moral

Hablar de José María Manzanares es hablar ya del gran triunfador de la temporada 2011. Autor de los trasteos de mayor calado artístico de la campaña, ha sabido aunar la calidad de su toreo a una apabullante regularidad triunfal que lo ha encumbrado a la cima del toreo.

-Es tiempo de dar enhorabuenas, también de recordar el indulto de Arrojado en Sevilla. Aquello entró en la historia.
-Sí, creo que es el momento más feliz de toda mi vida profesional. Me puedo considerar un afortunado porque en la plaza que más me gusta torear, a la que más quiero y en la que sueño con cuajar una faena importante tuve la suerte de que saliera el toro adecuado para ello. Pude disfrutar de Sevilla, de su afición, de su entrega y su sensibilidad.

-Ya se ha consagrado como un virtuoso de la espada pero, en cualquier caso, merecía la pena perdonar a aquel cuvillo.
-Lo pensaba en aquel momento. Si no se hubiera concedido el indulto me hubiera dado mucha pena entrarle a matar. Cuando las cosas son justas también son necesarias. Máxime si el que está delante así lo cree porque es el que más ha vivido las sensaciones que le ha transmitido el toro. Creo que lo tuvo todo: nobleza y bravura. No es lo mismo la embestida de un toro bravo y con entrega, que se desgasta más, que la embestida de un toro normal. La faena fue larguísima y el toro duró a pesar de que las embestidas de los toros que embisten con tanta profundidad se agotan antes. Éso es lo que hay que valorar, sumado a la extraordinaria calidad que tuvo.

-Aquella tarde se produjo un estado de felicidad muy difícil de explicar y transmitir a los que no estuvieron allí.
-Todo estuvo lleno de emociones. El torero, el aficionado, hasta los miembros de mi cuadrilla. Aquello fue una obra de magia que la gente estaba sintiendo: unos lloraban y otros reían, todos se abrazaban… para mí fue algo grande.

-Desde Sevilla la temporada se lanza definitivamente sin perder nunca de vista a la ganadería de Núñez del Cuvillo.
-Con Cuvillo he vivido tardes extraordinarias. La primera fue en Valencia, en las Fallas. Era la primera vez que entraba a matar recibiendo pero aquella vez no entró la espada y aún así me dieron el premio al triunfador de la feria. Después vino lo de Sevilla; también abrimos la Puerta Grande en Madrid con un toro de Cuvillo; en Jerez le corté un rabo a un toro de esta ganadería que también fue la del famoso mano a mano de El Puerto con Morante; volví a cortarle el rabo a otro en Dax, las dos orejas a un sobrero en Ronda y ahora en Barcelona con los cuatro trofeos… ha sido una temporada ligada a esta ganadería. Pero no ha sido sólo un año grande para mí también lo ha sido para el ganadero, Álvaro Núñez, al que felicito y doy mi más sincera enhorabuena por esa sensibilidad, esa sabiduría y por echar los toros que está echando porque los toreros los necesitamos para poder triunfar.

-Los profesionales del toreo dicen que nunca se ha conseguido aunar tanta calidad e intensidad con esa asombrosa regularidad en el triunfo.
-Es algo que sólo se puede conseguir con afición y sintiendo tu profesión. Cuando amas tu oficio y te dedicas a él al cien por cien van saliendo las cosas y no te desgastas. Es verdad que a estas alturas -sólo me queda una corrida de toros en Zaragoza- me siento cansado, y necesito descansar porque creo que no es bueno torear mucho. El toreo no debe ser cantidad sino calidad y ya voy necesitando ese descanso, pero sobre todo me queda la satisfacción y la felicidad de amar a mi profesión para seguir marcándome nuevas metas.

-En Sevilla, la próxima será el Domingo de Resurrección…
-A ver si Dios quiere… aquí estaremos. Todo el mundo sabe que es la plaza en la que más disfruto y la fecha es una maravilla.

-Es obligada la referencia a la abolición del toreo en Cataluña. Se ha perdido la batalla.
-En el mundo y en la época en la que vivimos no se debe prohibir nada y se debe dejar elegir a la gente que es lo que quiere hacer con su vida y con sus aficiones. No se puede impedir disfrutar con lo que a uno le gusta.

via http://www.elcorreoweb.es

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