Las sinrazones del abolicionismo / Anselmi en CNN con Carmen Aristegui

Por Alcalino

En su ataque frontal a la tauromaquia, el argentino Leonardo Anselmi dejó escapar, durante la entrevista concedida a Carmen Aristegui el pasado día 22 en su programa de la cadena norteamericana CNN, las siguientes joyas declarativas, complemento de las comentadas por esta columna en su pasada entrega. (Como entonces, lo dicho por el activista va en letra cursiva y entrecomillado; y enseguida las acotaciones del columnista).

1. Empezó diciendo Anselmi que “Hay que empezar por preguntarnos qué dicen de una sociedad las corridas de toros”. Como es lógico, el televidente esperaba con interés las conclusiones de un análisis metódico y riguroso sobre las implicaciones sociológicas de la tauromaquia y su significado profundo; pero lo que siguió, como veremos más adelante, fue una imparable diatriba, llena en lugares comunes y sin la mínima relación de fondo con el fenómeno que el invitado decía haber estudiado “científicamente”.

2. “Las corridas son un hecho que ya no debe tener cabida en el siglo XXI, pero el principal obstáculo para su supresión está en la cantidad de puestos de trabajo que se perderían… aunque eso tiene fácil solución, pues se pueden crean empresas  rentables donde ocupar a tantos desempleados”. Como quien dice, el tipo ha descubierto no solamente la manera infalible de solucionar el eventual desempleo de referencia, sino la solución definitiva a las reiteradas crisis económicas del neoliberalismo, de las cuales no es la menor la que actualmente asuela al mundo.

Imposible mayor simplonería.

3. “Todas las ganaderías de toros del mundo son deficitarias. Nuestra propuesta sería reconvertir en santuarios para el ecoturismo las actuales dehesas donde se crían toros de lidia”. Sería interesante conocer la opinión sobre el ecoturismo al uso de un ambientalista serio (como, digamos, Ramachandra Guha). Y preguntarse, ya que de una actividad tan deficitaria se trata, de dónde saldrían los recursos para mantener en pie su proyecto de reconversión laboral de la cláusula anterior: ¿Del erario público, como las millonarias indemnizaciones a los Balañá, propietarios de la exmonumental de Barcelona? ¿De las pujantes empresas privadas donde el animoso animalista sugiere colocar a quienes actualmente ocupan puestos de trabajo relacionados con la tauromaquia?

En cuanto a la falta de rentabilidad de “todas las ganaderías”, habría que felicitar al osado activista por su acceso a datos confidenciales de vacadas como Miura, Victorino, Alcurrucén, Fuente Ymbro, Núñez del Cuvillo, Victorino del Río, los Domecq y demás criadores que llevan el peso de la temporada española (no meto la mano al fuego por los mexicanos, al menos no por los actuales), y que todos presuponíamos económicamente solventes antes de esta insólita revelación del citado gurú. Como según su dicho muchos de los ganaderos mencionados llevarían décadas dedicados a despilfarrar sus patrimonios, alguno de ellos por más de siglo y medio, la única conclusión posible sería un altruismo colectivo sin parangón en el mundo moderno.

Lo cual, si el entrevistado tiene dos dedos de frente y un mínimo de buena fe, tendría que llevarlo a interrogarse acerca de las extrañas razones por las que el toreo –cualquier cosa que esto signifique– es capaz de prohijar semejante anomalía.

4. “Francia sólo cuenta con unas cuantas plazas de toros, en regiones muy pequeñas del sur de su territorio… y México es el país más antitaurino del mundo… eso está clarísimo (enfatizando, ante la previa duda de la entrevistadora)”. Lo que está clarísimo es que, pese a contar con el repertorio de taurinos más torpe y nefasto de su historia (empresarios, apoderados, ganaderos, medios e informadores, y desde luego autoridades omisas hacia el espectáculo aunque siempre dispuestas a cargarlo de impuestos extraordinarios), la fiesta de toros continúa siendo, numéricamente, el segundo espectáculo de masas del país. Por lo demás, un simple vistazo al devenir taurino de México durante el siglo XX quizás habría refrenado tan tajante afirmación del mal informado sudamericano, que, eso sí, declaró sentirse orgullo de que “en Argentina las corridas desaparecieron por decreto con la primera constitución política del país”.

En cuanto a la nimia incidencia de la tauromaquia francesa, se podría estar de acuerdo con Anselmi siempre que medio centenar de cosos taurinos y una docena de las ferias europeas actuales de mayor prestigio puedan minimizarse a voluntad del declarante.

5. “A los políticos les ha faltado sensibilidad, y a veces también valor, para escuchar el clamor antitaurino de sus ciudadanos”. No, por cierto, a los de Cataluña, que se dejaron seducir por el activismo de Anselmi, aunque más por motivos de oportunismo electoral que por las torcidas razones argüidas por el activista. Por lo demás, el hecho de que el pasado día 25, Barcelona haya puesto fin a 624 años de convivencia con festejos taurinos de diversa índole, da cuenta de si se trataba de un fenómeno hispanizante o de una antigua tradición catalana.

6. “Las corridas de toros son el único espectáculo donde la gente se divierte y rie de la tortura de un animal”. Al error semántico (la palabra tortura, dicen los diccionarios, tiene como requisito obligado la indefensión e incapacidad de la víctima para oponerse al sadismo del victimario), habría que añadir la falacia de que el disfrute del aficionado esté en el sufrimiento del toro: a la plaza se va a disfrutar con el arte del hombre, nadie lo hace para gozar el derramamiento de sangre, ni del torero ni del animal.

7. “Existen otras modalidades de sacrificios de animales causados por el hombre, pero solamente en las corridas hay un público que se divierte y ríe con la tortura y muerte del toro”. Afortunada afirmación ésta, mediante la cual Anselmi se lava las manos frente a verdaderos casos de crueldad humana hacia diversas especies animales (comestibles, experimentales, de compañía, etcétera). Puesta en palabras queda, en toda su plenitud, la hipocresía de un señor que se pronuncia contra las corridas de toros, y en cambio se declara indiferente ante abusos que sufran otros animales, muchas veces a nombre del avance civilizatorio que tanto se preocupa por ensalzar.

8. “Los que defienden las corridas ignoran que, desde niños, se han estado dejando arrastrar por una presión social que los insensibilizó progresivamente, corrompiendo en ellos la compasión”.

Parece que el arma predilecta de los antitaurinos, tan eficazmente representados por este convencido animalista, consiste en machacar acerca de la inferioridad ética de los aficionados a toros –para colmo, ignorada por ellos mismos– frente al altruismo compasivo de los abolicionistas. Como si para sostener semejante infundio bastara con proferir anatemas verbales y declaraciones tremendistas.

Estoy persuadido que una investigación seria simplemente confirmaría la ajenitud esencial del arte –de cualquier arte, incluido el taurino–, a las pretensiones de deshumanización tan temerariamente postuladas por el osado activista argentino y sus irreflexivos seguidores.

9. Para mejor ilustrar lo anterior, vaya esta perla, bajo exclusiva responsabilidad del entrevistado: “Yo escuché en una plaza de toros cómo un abuelo le explicaba a su nieto que ése de negro era el  malo y había que acabar con él. Que por eso lo estaban picando  con una lanza  desde un caballo y que lo tenían que seguir torturando hasta la muerte”.

Peregrina afirmación que, seguramente, haría sonreír a quienes, como la mayoría de los aficionados a toros, lo que escuchábamos ensalzar a nuestros mayores eran la maestría de Armilla, el sentimiento de Silverio, la personalidad de Garza o Procuna, el señorío y la honradez de Manolete, el arte de Calesero o Paco Camino, el temple inmaculado de Antonio Ordóñez o El Viti, o esto que le oí a un sorprendido ingeniero parisino, asistente ocasional a cierta corrida de feria en Huamantla: ayer vi trabajar a un hombre –me dijo Alain Painvine aquel lunes de fábrica–, con una sensibilidad y una comprensión del carácter de los toros realmente extraordinaria: si eso no es arte, mucho se le parece.

Como habrá advertido el lector –aunque ni lo advierte ni lo admitirá nunca el antitaurinismo radical– lo que se nos enseñó a atender, juzgar y eventualmente amar son los valores más notorios de la tauromaquia, un hecho profundamente emocionante y vital, que no divertido ni mucho menos revanchista o sádico, como argumenta Anselmi para descalificarlo. Por lo demás, cualquier persona medianamente culta sabe que todo arte es una tradición sustentada en valores que se reproducen creativamente. Y eso le pasó de noche al invitado de Carmen, a la que habrá que agradecer esta nueva oportunidad de corroborar que el abolicionismo opera como doctrina integrista, y responde a una especie de rabia reconcentrada, que jamás se ha distinguido por la racionalidad de sus argumentos.

10. “Existe una conexión absolutamente directa entre la violencia contra los animales y la violencia en contra de los seres humanos… la proyección de la violencia inevitablemente engendra violencia”. La presunción de superioridad moral del alegato antitaurino sobre quienes gustamos de las corridas vuelve a ponerse de manifiesto mediante un sofisma fácil de desmontar pero sencillo también de digerir en tanto más acrítica sea la actitud de un receptor tomado por sorpresa. Si se tratase de alguien impresionable y más bien simple, su conclusión sería: ofréceles corridas de toros a las masas y tendrás una sociedad más violenta, insensible y brutal.

Dado el énfasis con que Anselmi señaló que su país suprimió las corridas hace más de dos siglos (punto 4 de su alegato), una buena prueba de lo que aquí sostiene sería la relativa ausencia de violencia social en Argentina y otros países donde no hay festejos taurinos (digamos Chile y Brasil, para continuar en el cono sur de nuestro continente); dejo a juicio del lector la fragilidad de lo aseverado a la luz de las estadísticas sobre los índices de criminalidad y asesinatos que se cometen en las principales urbes de la región –como Río, Sao Paulo y, por supuesto, Buenos Aires–, así como las probadas estrategias de tortura, eliminación y exterminio (guerras sucias) que, por desgracia, informan su pasado reciente.  Pese a la rotundidad con que Anselmi asocia gusto por los toros y proclividad a la violencia, se trata de otra afirmación absolutamente insostenible.

11. Como golpe de efecto final, Anselmi expresó su agradecimiento “a la sensible sociedad mexicana, que nos ha abierto sus puertas para darle a conocer las bases científicas y éticas de nuestra oposición a las corridas de toros. Estamos a disposición de las asociaciones, universidades, grupos políticos e investigadores que deseen contactarnos y dialogar con nosotros sobre el tema”. Quien tal afirma seguramente ignora que hace poco se publicó, bajo el sello de la UNAM, una valiosa recopilación fílmica sobre la historia de las corridas de toros en México. Y que el anterior rector de ésta que es la principal universidad de Latinoamérica, el doctor en siquiatría José Ramón de la Fuente, gusta de asistir a la Plaza México con la misma acendrada afición por la fiesta que tantos artistas e intelectuales de las más diversas esferas y nacionalidades han manifestado, de palabra y obra, desde hace varios siglos.

Al margen del curioso sentido dado por Anselmi a la palabra ciencia y voces derivadas, y de su habilidad para convocar a las élites intelectuales y morales del país para que se unan a su cruzada en contra de los trastornados y deshumanizados taurinos y taurófilos del orbe, no cabe duda que el tipo dispone no sólo de labia y salmodias en cantidad suficiente, sino también de fuentes de financiación lo bastante generosas como para permitirle seguir recorriendo mundo como lo viene haciendo desde hace algunos años. Subsidios y subsidiarios nada transparentes, por supuesto, aunque el colega Leonardo Páez ha revelado que las costosas actividades de Anselmi corren por cuenta, entre otras fuentes de financiamiento menos importantes, de la fundación Franz Weber, con sede en Suiza; la cual, a su vez, representa los intereses de empresas transnacionales de alimentos para mascotas (La Jornada, 2 de octubre de 2011, columna La Fiesta en Paz).

A propósito

Un digno corolario y demostración de la real calidad ética de los antitaurinos se puede consultar en las redes sociales, a propósito de la gravísima cornada sufrida el viernes en Zaragoza por el diestro andaluz Juan José Padilla, de cuya desgracia se alegran sin el menor recato miles de abolicionistas, aprovechando la coyuntura para insistir en su uso equivocado de la palabra “tortura” y en el socorrido eslogan “toros sí, toreros no”.

Probado queda con esto que su presunta superioridad moral no es tal, y que yerran garrafalmente al considerar la tauromaquia como una simple lucha física, primitiva y sádica, y no como una representación verdaderamente singular de la vida y la muerte, impregnada de valores propios que la han convertido en un arte muy de nuestro tiempo. (Via La Jornada de Oriente)

2 respuestas a “Las sinrazones del abolicionismo / Anselmi en CNN con Carmen Aristegui”

  1. COMO SE VE QUE ESE TAL LEONARDO ANSELMI NO TIENE LA MENOR IDEA DEL ARTE DEL TOREO, PUESTO QUE ES FUNDAMENTALMENTE ESO, ARTE. Y NO LAS TONTERIAS QUE COMENTO EN ESA ENTREVISTA…

  2. Sigo insistiendo en que aquellos ciudadanos que hablan gamelote de la fiesta brava, no son mas que personas que desconocen de la fiesta, yo les aconsejo, a quienes les gusta instruirse, y que no les guste la fiesta que lean la inciclopedia taurina, y a la ves que se respeten a los q’ se juegan la vida delante de los toros, todos los seres humanos corremos riesgo en todo momento, hasta paseando en la calle o un parque.

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