Abre la Feria de Todos los Santos con el peso de la historia, el futuro de una alternativa, el presente de la cortedad ganadera y un leve triunfo toreril. Angelino de Arriaga indica virtudes en dos faenas que no rematan a la altura de su esperada ceremonia de alternativa. Su padrino y hermano, José Luis, se observa solvente con un manso noble y esforzado con un decepcionante y destragado burel. Y Alejandro Talavante inicia su campaña en punto de polémica con oreja que sabe a poco.
Por: Luis Eduardo Maya Lora – De SOL Y SOMBRA. Tlaxcala.
Suena a las seis y media en punto, en medio del sepulcral silencio que antecede el cite en la suerte suprema del segundo toro de Angelino de Arriaga, el solemne tañer de las campanas del histórico e imperturbable guardián del Coso de Aguilar.
El Campanario no falla. Sí lo hace la Autoridad que no ordena, roto el paseillo, un minuto de respeto por Antoñete, fallecido por la mañana y autor de la histórica faena en la “Tacita” que registra el rabo de un De Haro de la época de Don Manuel. Poca memoria y poco respeto a la historia taurina. Menos mal Talavante, que hace el paseo desmonterado, se ha vestido de malva y oro en plena alusión chenelista.
La Banda de música también se queda corta pues no ameniza, sino solo acompaña el festejo y omite tocar entre toro y toro. Se nota que su director, está fuera de sitio. Por eso se quedan cortos al tocar “Virgen Macarena” durante la faena al sexto, un berrendo en cárdeno justo de presencia y manso al que el nuevo matador de toros, Angelino de Arriaga, trata de construir una faena en plenos medios.
Consigue par de tandas meritorias con la derecha. La escena es preciosa, el terno blanco y plata fulgurando “brillando muy iluminante” al ceder la fuerza del sol. Inmaculados tonos hacen que juego óptico se convierta en vaivén taurino cuando el nuevo matador Angelino consigue hacerle olvidar al remiso berrendo su mansedumbre y su tardanza. Pena que esto sea solo por un momento.
El efecto de la alegría en el torero por correrle la mano y escuchar los olés rotos es tal que hasta música solicita. Comienzan las notas, termina la faena. Fundamentalmente, en razón porque Joaquín se apresura y al regresar a la cara al berrendo se le recuerda su condición insípida y tira el ancla, queda aliñar y reservar el triunfo para otra ocasión.
Tampoco ha sido con el primero, “Principesco” para la historia. Y no por no gustar toreándose, este joven torero siempre está dispuesto a estar bien. Pero el defecto viene al encontrarse con la inadecuada presencia y juego del toro negro que sirve para su doctorado. Una pena porque una alternativa como ésta, merecía todo el lujo ganadero y Reyes Huerta falla hoy en lo más esencial, el tipo.
El que abre plaza no pasa la línea de la nobleza y Angelino de Arriaga le mata mal como al sexto. Se esfuma la oreja primero y, cuatro toros después, pierde los papeles con el estoque y así, la ilusión. Pero aún es temprano y el camino es así o más duro. Aún con toro chico, dejar la adolescencia taurina siempre pesa. Esperemos, así será, no lo acuse tanto.
Más pinta de adolescente que adulta tiene el primero de Talavante. Al menos le parece eso a un aficionado de sol. Molestos gritos de las “contraporras”. Aún con razón, al momento de la corrida el indiferente silencio siempre pesa más que la airada protesta. En esas está Alejandro, el diestro extremeño, cuando cambia la inicial protesta y actitud mansa del burel, por mando de mano baja y temple, todos los efectos embelesadores de la embestida y la tela acariciante sobre todo por el lado zurdo, el difícil.
Eleva el verso por el derecho de manera perfumada pero la incomodidad de la intriga y la falta de fondo del Reyes Huerta dejan las cosas, tras gran estocada, en una oreja que pasea velozmente bajo la singular protesta.
Algunas veces los encierros, se sabe, presentan momentos en que pueden cambiar a bien, aun abordando el tren de la mansedumbre. Ese instante ocurre en el quinto, un berrendo en negro, aparejado y botinero, que aún tomando en cuenta que la pinta ayuda quizá sea éste el más toro del encierro. La entrada tipo “Campanario”, mitad arriba y mitad abajo, se emociona al creer que “Conejito” puede ser ayudado plenamente a romper por Talavante.
Pero esto ocurre a medias. El toro, inicialmente suelto, crece en varas pero pega un cambiazo en banderillas. Tal como esas señoritas que por la mañana bajan al desayuno envueltas en la frescura de espirales solferinos y astromelías, pero que cambian a la hora del té vespertino en infusión de fantasías y con el consecuente puchero de la realidad. Así hace el berrendo quinto en banderillas, queriendo irse pero quedándose… como aquella “signorina”.
Talavante es un Señor, pero aún trae en el cuerpo la embestida del toro español. Al atacar de más al berrendo sin encontrar el punto exacto para salirle al frente al final del muletazo y provocar su repetición para evitar rasgar la arena defensivamente, se ve envuelto en desconcertante doble desarme y, sobre todo, en la extrañeza de verse contrariado por un manso.
Apuesta por quedarse en el sitio pero le sale a la contra. Pero igual que el toricantano, aún es temprano y tiene Alejandro todo el invierno y ojala todo el Toro por delante, para templarse y dejar entrar de México el aire fresco.
Grato es ver como José Luis Angelino encuentra el terreno al flojo castaño que hace de de segundo, estrecho y justo. De uno en uno, sin atosigar, con la muleta donde tiene que estar ante un manso descastado, obtiene muletazos de mérito y además le mata bien, la oreja es justa tanto como su segundo toro, el menos del encierro. Nada que hacer ante un toro que pone en aprietos en banderillas primero al matador como a Luis Castañeda.
Las cuadrillas sufrieron, lo mismo Adolfo Sánchez banderilleando que Fernando Plaza a la brega del berrendo quinto. Incluso un joven aspirante, que reposaba a la salida el miedo de banderillear, por cierto muy bien, a un toro “tan grande” -así lo indican sus mayores- como el berrendo sexto.
Cosa extraña, los reyes huerta hoy no lo han sido tanto. Esperemos que esto parezca un síntoma de pretemporada y no una enfermedad crónica e incurable.
Twitter: @CaballoNegroII.
Foto: @ColorJay; @HFilmsDigital
RESUMEN DEL FESTEJO.
Tlaxcala. Plaza de Toros Jorge “El Ranchero” Aguilar. Feria de Todos los Santos 2011. Primera de Feria. Media plaza en tarde calurosa con cielo claro.
6 toros, 6 de Reyes Huerta (Divisa rosa, blanco y rojo) Muy desiguales de presencia. Faltos de fuerza en general, mansos segundo y sexto.
José Luis Angelino (Rey y oro) Oreja y silencio. Alejandro Talavante (Malva y oro) Oreja levemente protestada y silencio tras aviso. Angelino de Arriaga (Blanco y plata) que t0ma la alternativa, Palmas y silencio.
Angelino de Arriaga se doctoró con “Principesco”, número 461 y 460 kilogramos de peso, negro.