El Ocaso de un Rey – Apertura de la Temporada en Mérida.

Derechazo de Juan Pablo al sexto de la tarde.

Cómo el día a la noche, los reyes se suceden unos a otros de manera cíclica y periódica, algunos duran en su mandato años, lustros, décadas; otros menos afortunados son víctimas de los vaivenes del poder. Existen dos tipos esencialmente, el soldado y el heredero. Al heredero lo ha hecho rey la sangre; sin importar si tiene o no talento para serlo, lo es. Al soldado, en cambio, lo ha hecho rey el pueblo.

Por: Marco M. Bastarrachea. De SOL Y SOMBRA. Mérida.

En los toros las dinastías son una cosa rara. Pocos son aquellos que heredan los tronos que sus padres conquistaron y procuraron como los soldados que eran y logran llenar el vacío dejado por sus sucesores. En los toros algunos reyes son soldados, no herederos.

Así lo es el “Zotoluco”, un soldado de a pie que a base de jugarse la vida por sus seguidores, se ha convertido en rey de no pocos. Así lo recibió la afición emeritense en el Coso de Reforma ayer domingo en la primera del apartado: como un rey.

Aclamado desde el principio, por un momento pareció ser aquel que hace apenas un lustro retacaba los tendidos al conjuro de su nombre, eso deseábamos todos, eso desea él. Como súbditos confortados por el regreso del Rey, los emeritenses le aclamamos con la emoción de un niño ante el regreso del padre largamente ausente. No juzgamos, no preguntamos el “por qué” de su ausencia. Sólo nos cabía regocijarnos ante su regreso… poco sabíamos en aquel momento del desenlace de la tarde.

Improvisado mano a mano entre Eulalio López “Zotoluco” y el joven Juan Pablo Sánchez, la solera y la novedad. Tres cuartos de plaza hablan fuerte y claro sobre el poder de convocatoria de “Zotoluco” y el compromiso de los aficionados emeritenses para con la fiesta brava. Los castellistas se ausentaron. El festejo comenzó con tres minutos de retraso y durante el paseíllo se pidió un minuto de aplauso en memoria del maestro Antonio Chenel “Antoñete”. Claro, sólo se enteraron los que se encontraban alrededor del palco de la autoridad, la megafonía falló toda la tarde.

Se respiraba la expectativa que antecede a las tardes grandes y en un arrebato de honesta emoción unánime, “Zotoluco” fue sacado a saludar a los medios de la plaza recibiendo una fuerte y calurosa ovación por parte del público yucateco, lo mismo sucedió con el joven hidrocálido y saludo desde el tercio.

Abría plaza “Jabalí”, con 511 kg, negro listón –como todo el encierro salvo por el quinto berrendo. “Zotoluco” realizó un recibo por delantales que se convirtieron en verónicas para rematar con media. El burel ofreció una breve pelea en varas sin emplearse debidamente en el caballo, el puyazo fue severamente trasero y rectificado en el mismo encuentro ante las protestas del público.

Nada memorable en banderillas, debilidad del toro que fue a tierra en las tres ocasiones. Sin brindar, Eulalio comenzó la faena por el derecho, obteniendo escasos resultados, dos tandas que resultan poco lucidas ante la corta y rebrincada embestida del toro. Al final dibuja siete naturales, destacando el cuarto por su belleza y despaciosidad, el público agradeció con palmas. Luego de intento por derecha el de Azcapotzalco cambió el ayudado por el acero para dejar un pinchazo y posteriormente un bajonazo desprendido que fue severamente protestado. Silencio.

Volvía Juan Pablo Sánchez tras su paso español. Mecido recibo por verónicas a “Ruiseñor” de 495 Kilogramos. Revolera impecable. Manifiesta flojedad del burel en varas y banderillas.

Brindis al público que acoge al joven torero con calurosas palmas recordando aquella faena que le abrió la puerta grande en febrero de este año. Juan Pablo extrajo agua de un pozo que parecía seco, un toro tenía con embestida rebrincada, sin clase, y derrotes al final. Pero el hidrocálido viene con gasolina y dispuesto a pelearle el lugar a su competidor directo en la baraja de figuras jóvenes, Arturo Saldívar. Se arrimó, como se arriman los que tienen hambre de toreo, sin tremendismo, con honestidad quizá sin altas cotas en arte pero con verdad siempre.

Tres cuartos de acero en perfecto sitio, al encuentro y con una ejecución admirable que puso al burel patas arriba en un parpadeo. Una fuerte petición sucedió al espadazo pero el Juez decidió guardarse la oreja y el público premió a Juan Pablo con una vuelta al ruedo. En lo personal queda el regalarle unos lentes al Señor Juez.

“Venadito” fue protestado por un sector del público ante su falta de trapío. “Zotoluco” abrevió el recibo. Dos puyazos y palmas para el picador. Desafortunado tercio de banderillas precede a la que sería la mejor faena del capitalino previo al naufragio que ya contaremos.

Quizá por la división que suscita por lo engatillado y reducido de los pitones del burel, el público no apreció los primeros tres derechazos del diestro, un derroche de técnica y oficio. Atornillado, con el compás levemente abierto, adelanta la pierna correctamente y carga la suerte. “Zotoluco” da tres muletazos una cátedra de toreo clásico, evocando una estampa que se antoja antigua y al mismo tiempo atemporal.

Entendió a su enemigo. Lo doblego a media altura e imperceptiblemente le fue bajando la mano en dos tandas breves pero de temple y poderío. Por la izquierda dibujó tres naturales sufriendo desafortunado enganchón en el tercero; regresó a la mano diestra en dos series, la última de particular temple y belleza aunque sin la precisión técnica de los primeros trazos. Ha toreando para el toro, con la sentida ovación al final de la serie.

Aire otorga el toro en el cite a media distancia para prender la embestida del burel en un derechazo de casi perfección técnica. Pero al bajar la mano, el toro acusa falta de fuerza y pierde las manos para el desencanto de la multicéfala asistencia. “Zotoluco” que sabe que está en Mérida, se cruza con el afán de arrancar una serie progresiva que remato el pase de pecho ejecutado a la perfección. Con ese ímpetu repitió la serie por derecha acompasando al toro con su muleta y logrando el momento más sentido de la lidia que desató la emoción del público. La faena está hecha, a falta solo de la estocada.

Como si el toro supiera lo que se esperaba de él, se igualó casi por instinto mientras el silencio sepulcral –que en América sólo se aprecia en el coso emeritense de Reforma- inundó el coso. Pinchazo. Pero el público, aun emocionado por la faena, aguardó en silencio y entonces el capitalino propina un bajonazo que no pudo estar peor colocado porque el toro no era más ancho.

Y así como el día se pierde en la noche en un solo momento, el amor se diluía en el segundo bajonazo de la tarde, que parecía firmado por una suerte de “julipié”. Dobla el astado casi inmediatamente, no por la efectividad de la espada sino por la falta de fuerza general de la corrida. Y como colofón oscuro a la faena, siete puntillazos ampliamente protestados. Sí, siete. Palmas al diestro.

Salió “Calavera” con 502 Kg, número 15 en los costados, el más feo y anovillado del encierro. En un recibo de particular belleza y templanza, cinco lances a pies juntos se dibujaron en el ruedo, templanza y ejecución irreprochable. Puyazo en buen sitio sin emplearse mucho en el caballo. Tercio de banderillas sin incidentes ni particularidades salvo por el muy templado tercer par.

Juan Pablo quería más y lleva al toro a los medios. Pero el toro no logra pasar completamente. Peligro sordo en su embestida pero le arranca cuatro derechazos de media altura y un pase de pecho. Pero lo único bueno se agota pronto. Nada por la izquierda, el toro simplemente no lo tiene y se defiende de fea manera, al grado que tras dos doblones de buena ejecución, hizo por el torero quien libró el percance pero decidió abreviar atinadamente. Silencio tras desigualdades con el acero, bajonazo incluido.

A reserva de consignar lo ocurrido en el quinto, al sexto Juan Pablo le recibe en verónicas sentidas coreadas por el respetable. Con alegría empuja y es picado correctamente. Deslucida la cuadrilla da trámite en banderillas.

Comenzaba Juan Pablo con doblones genuflexo bien ejecutados. Pitón difícil el derecho. Con la muleta en la izquierda comenzó una faena con momentos de singular belleza y temple. Esencialmente izquierdista, cinco series de naturales de Juan Pablo hacen olvidar a la Monumental lo pasado –que referiré adelante. Demostró porque merece ser. Cinco series y con ello la faena está hecha. Nos tenía en la palma de su mano y  las dos orejas en la bolsa.

Entró a matar con decisión, pero adelantó la espada demasiado antes que el engaño y dejó un pinchazo en lo alto que la gente lamentó profundamente. No hubo reclamo porque hubo honradez. Sin prisa igualó y al todo por el todo, de frente y entre los pitones dejó la estocada. Así se matan los toros.

Tocó pelo Juan Pablo pese a que el toro se amorcilló brevemente y rodó acusando los efectos de la casi perfecta ejecución de la suerte suprema. A mi juicio, un pinchazo en buen sitio no empaña una buena faena si la estocada final es de libro. A juicio de la mayoría de la concurrencia también, pero el Juez de Plaza quiso jugar al protagonismo y consiguió una fuerte bronca con consignas, fuertes pero ciertas. Oreja con fuerte petición de la segunda. Bronca al Juez. Arrastre lento discutido.

Y lo del quinto. “Faisán” con 491 kilos, berrendo, marcado con el número 50. Relativo poco peso pero mejor estampa –ojo, no trapío. El público comenzaba a caer en el escepticismo cuando el burel se emplea con un pellizco de bravura, bajando la cabeza augurando una posible faena. Palmas para el Picador. Esforzado el segundo tercio.

Necesario a veces es perder pasos para permitir el alivio del toro. El capitalino, entre varios intentos, sólo consigue una desazonada serie por derecha rematando con el pecho. Cambió a la izquierda y el toro, que ya estaba más que acabado, aburrido; no pasó ni una vez. Zotoluco” cayó en la desesperación y un sector del público, injustamente creo, tomo partido con el toro, como si el de Fernando de la Mora fuese bueno. Injusta me pareció la reacción del público.

Se hizo evidente entonces el naufragio. Ya sin la cabeza fría y dejando a un lado todo el oficio de sus años, todo se descarriló. Se aburrió el toro, se desesperó el torero y se molestó el público con la sinfonía de trapazos desesperados, aquellos que le aclamaban pasaron a guardar silencio ante realidad que se desenvolvía en el ruedo. Luego los reclamos y consignas contra del torero condenando su falta de entrega fueron unánimes.

“Mérida te queda grande” gritaban los aficionados más asolerados, los más nuevos pitaban y escupían consignas en contra del matador, los incondicionales tenían el rostro desencajado. ¿Qué le ha pasado a nuestro rey? Se preguntaban unos a otros sin podérselo explicar.

El toro también se aburrió y dobló con dos pinchazos superficiales. Es evidente que fue por su falta de fuerza y no por que estuviese herido de muerte, el Juez se preparaba para emitir el 1er aviso y fue entonces que el toro volvió a ponerse en pie.

Ya armado con el descabello y ante la bronca generalizada, Eulalio escuchó el primer aviso casi al mismo tiempo que intentaba descabellar, cosa que consiguió hasta el cuarto intento; era total el clamor y la zozobra.

Un rey ha sido destronado. Y no por uno nuevo o un soldado que el pueblo haya elevado a esa categoría, sino porque el pueblo que lo encumbró y coronó ahora reniega de él. “El rey en turno” dirían algunos, “el mandón de la fiesta mexicana” dirían otros y el resto que le reventarían por no concordar con su tauromaquia, pero hoy en Mérida todos estuvieron de acuerdo en algo: hay un trono vacante, el que ocupó indiscutiblemente por una década, Eulalio López “Zotoluco”. Al menos ayer, quien ha levantado la mano ha sido Juan Pablo Sánchez.

Twitter: @Bastarrachea.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Mérida, Yucatán. Primera corrida de la Temporada Grande. Mano a Mano. Tres cuartos de entrada en tarde nublada.

6 toros, 6 de Fernando de la Mora (Divisa amarillo y blanco) Mal presentados en general, escasos de casta y fuerza. Juego desigual, destacaron el tercero y el sexto por su nobleza. Eulalio López “El Zotoluco” (Tabaco y oro) silencio, palmas y bronca. Juan Pablo Sánchez (Turquesa y oro) Vuelta al ruedo con fuerte petición y leve bronca al palco, silencio y Oreja con fuerte petición de la segunda con bronca a la autoridad.

NOTA. En la Monumental de Mérida no suena la música durante la faena de muleta y suele guardarse silencio durante la misma.

8 respuestas a “El Ocaso de un Rey – Apertura de la Temporada en Mérida.”

  1. Bueno, no sé los gustos de los aficionados emeritenses, pero Zotoluco rey? A un torero ventajista y mañoso que solo torea animalitos escogidos?

    • De acuerdo, un torero que mediados de década tuvo su mejor momento pero jamás para nombrarlo Rey; torero al fin y acabo pueblero que levantaba a los villamelones al darle besos al toro, abrirse el chaleco e hincarse eso no es de un rey…

      Loq ue mas rescato del Zotoluco es que hubo ocasiones que hasta a los eprros que le aventaban al ruedo les sacaba muy buenas tandas…

  2. Te falto comentar Marco que ese “rey” Zotoluco le pincho las costillas 2 veces con el estoque escondido tras la muleta mientras hacia la finta de querer igualar al 5 toro de la tarde , al jironcito. Es una vergüenza ¡! Por actitudes asi se va saliendo la gente de la plaza .

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