Certezas y Silencios – Ventura y “El Zapata” a hombros en Tlaxcala.

El primer lleno de la Feria se registra en el día grande. La idolatría tlaxcalteca hacía “El Zapata” parece no tener límites ni martingalas. Convence a todos haciendo el toreo bueno y “del otro”. Ventura comienza a velocidad crucero su campaña mexicana con un exagerado premio y Mario Aguilar, en plena recuperación, paga las consecuencias de un encierro que por momento encendió las luces ámbar para la divisa de Rancho Seco.

Por: Luis Eduardo Maya Lora.

Se van a hombros el caballero Diego Ventura y el líder del escalafón taurino mexicano, Uriel Moreno “El Zapata”. La plaza se ha llenado, al fin y para beneplácito de muchos. Solo que el ambiente inicial en el coso de la Avenida Independencia parece presagiar una tarde que no remata a la altura deseada.

No lo hace porque nos encontramos con un encierro que solo ha tenido un toro pleno y en serio que es el que hace cuarto. Un cárdeno, no berrendo como podría pensarse, sino salpicado, careto y en la línea santa colomeña que ya hemos referido que está poco a poco avanzando para la divisa caña y rojo.

Sin embargo, de momento a momento, la bravura cuando está en proceso de madurar, a veces da de brincos. Y así como en Pachuca el rancho seco también santa colomeño lidiado en el concurso de ganaderías, da un juego maravilloso, hoy el cuarto se desploma tras banderillas.

Es el toro mejor presentado de un encierro que muestra dos toros justos para el rejoneador y dos lotes desiguales para los de a pié, siendo desconcertante la presencia del sexto que es protestado vehementemente por la multitud. Únicamente el que hace de segundo muestra condiciones en la muleta.

Así las cosas, “El Zapata” el héroe local, muestra su mejor cara al estar siempre colocado con el primero de lidia ordinaria. Desde el recibo por verónicas, con temple e incluso gusto. Incluso, en el quite combinado con el lance del ojalá rematado y ligado con caleserinas y claro, el gran remate. Uriel aviva al tendido que no al toro en sus pares al relance y se da a torear sentido y largo por el lado derecho a un burel que dura poco.

Todo lo pronto y brevísimo que ha sido el tercio de banderillas, es igual de amplio y edificante su trazo con la derecha, erguido y de cintura acompasada que marca el camino del temple. “Zapata” se gusta y emociona a pesar de la noblona lidia del toro. El camino de la mano izquierda siempre es el mejor y por eso Moreno no pierde tiempo para que en el último momento del muletazo la mano rompa sin derrumbar y a un toro noble, tal situación le hace acudir al engaño e incluso entregarse.

Efectos especiales y una estocada entera aunque desprendida, desatan la petición que un pequeño personaje vestido como para una fiesta de disfraces, con guantes blancos y otras cursilerías, adelante la suerte y saque dos de un jalón. Una era suficiente y así lo leyó el primer espada durante la vuelta.

Con el referido cuarto, arrogante y astifino cárdeno salpicado, “Zapata” echa mano de la maquinaria pesada: Largas cambiadas, navarras y dos pares al relance. Pero este se desploma pese aliviarlo de inicio. Solo queda la ovación tras la media tendida que finiquita a un toro cuya pinta traiciona.

Lo importante es que de cara a su compromiso, probablemente el 27 de noviembre en La México, “El Zapata” llega en un gran momento y sobre todo con el sitio suficiente para entregarse al toreo bueno. Tal como hizo en su primer toro, decimos nosotros: “Ojalá”

El paseíllo se ha realizado con un solo caballista que lo encabezara porque no hubo –sabrá Dios porqué- alguaciles que realizaran el despeje. Solo Diego Ventura salió al frente de las cuadrillas con calma para aguardar al primero, al que rejonea trasero por única vez y al que afecta directamente su aparato motor, evidencia de ello la parte trasera de la mano del toro absolutamente tinta en sangre.

Destacan algunas banderillas, pero el toro queda afectado y solo muy cerca le provoca la embestida. Poco más que hacer, rejonazo trasero y golpes de descabello marcaron los saludos desde el tercio de cara a la afición.

El cuarto, murubeño y lomipardo, salió con brío y Ventura le paró con absoluto temple. Un solo rejón nuevamente y comenzaron las vueltas por la cara y los cites a distancia. Pena que todo vaya tan rápido como la Banda que no baja ni ajusta su metrónomo al gusto de la afición. Más que a la destreza se aplaude por la sorpresa que significa ver pasar la desencadenada y, a veces, desenfrenada sucesión de imágenes ecuestres.

El burel es bravo, Ventura lo aprovecha, mata trasero pero el toro muere espectacular, solemne y largamente. Las dos orejas derivan, a raíz de los gritos y los amagos, en un rabo improcedente a todas luces. Pero cuando se tiene un Juez de Plaza tan poca cosa que es solo un cambiador de suertes, todo puede pasar… Diego en un doble gesto torero, tapa los trofeos y da la aclamada vuelta con un rubio infante que arranca el corazón a la multitud.

Al igual que el sábado pasado, Mario Aguilar da muestras de rehabilitación taurina, sobre todo con sus verónicas al ofensivo aunque estrecho y poco rematado tercero.

Una alimaña que hiere al aspirante Héctor Rojas en buena medida por culpa del capote de Bernardo Patrón, un banderillero que a juzgar por su animada actuación en los merenderos de Aguascalientes el sábado pasado, debe buscar un empleo que no imponga vestir un terno como el de torear. Tan es así que su inutilidad física para esta profesión le produce un percance del que salva la vida de milagro, reflejo de falta de seriedad propia.

Mario Aguilar desengaña a la alimaña a partir del bien hacer. Pronto se meterá más al terreno de los mansos para poderles con descaro pero mientras, al ser un torero, no artista -señoritas no caigan en tópicos- sino clásico, al que le viene mejor el aire y el espacio que las estorbosas cercanías, no termina por descararse plenamente.

Por eso a este tercer toro, careto por cierto, que mira por encima como mustia víbora, le somete y se lo quita con plena dignidad torera. Tal cualidad la hace extensiva, en grado superlativo, en la formidable estocada. En momento de gran belleza, aguanta la distracción del burel y, en la suerte contraria, le mata con la mano izquierda abajo y la derecha soberbia por todo lo alto.

En el sexto no puede ser porque en Tlaxcala, una plaza que mantiene silencio y atención, no se puede echar un burel tan chico. No diremos más, solo que Mario Aguilar pese al esfuerzo y el buen trato con la muleta es ignorado por el público que incluso deja su localidad antes de tiempo. Quitar un escaparate así al torero joven no es válido. Espero esto no se haga extensivo en el futuro próximo.

El día de muertos en Tlaxcala toma ese misterio de los actos de liturgia, como lo es la corrida. El misterio está, viste de gris o de negro, tiene dos astas y se lo juega en tres actos. Se debate la vida y el arte con la fuerza y la muerte.

Pero cuidado en el toreo hay una sola cosa cierta: en los toros, decía Domingo Ortega y lo recordamos ayer en el desayuno, alguien va a morir. Generalmente es el toro, deseamos que lo siga siendo pero de preferencia, hacemos votos para ello, que sea bajo el solemne silencio o la palpitante voz y no con la indiferencia de la sospecha.

Porque solo así el toreo seguirá infundiendo respeto. Y aseguro que nadie al final de la tarde dejaría su asiento.

Twitter: @CaballoNegroII.

 RESUMEN DEL FESTEJO.

 Plaza de Toros Jorge “El Ranchero” Aguilar. Feria de Todos los Santos 2011. Tercera de Feria. Casi lleno en tarde fresca con cielo claro y sin viento.

6 toros, 6 de Rancho Seco (Divisa caña y rojo) Primero y cuarto para rejones. Desiguales de presencia y justos. El sexto protestado justificadamente por mal presentado. Destacaron segundo y cuarto. Peligroso el tercero.

El Rejoneador Diego Ventura (Traje corto, chaquetilla botella) Saludos y Dos orejas y Rabo protestados. Uriel Moreno “El Zapata” (Teja y blanco) Dos orejas con protestas y Saludos. Mario Aguilar (Rioja y oro) Saludos y silencio. Aguilar se presentó en esta plaza.

Los banderilleros Héctor Rojas y Bernardo Patrón de la cuadrilla de Mario Aguilar fueron heridos durante el segundo tercio de la lidia del tercero. El primero con una cornada en el muslo izquierdo de consideración y el segundo con un corte en la mano izquierda a un costado de la puerta de cuadrillas.