Entre Azules y Rojos – LXVI Aniversario de la Plaza México. Salida a hombros de “El Juli”

En la línea de fuego, “Juli” vence en la dosantina a “500 Años” de Xajay

De no ser por la época, la fecha, la actuación de los cuatro toreros y la ocasión, la concurrencia seguramente no habría guardado los papeles y un mitin se habría formado por la lamentable, decepcionante, por mansa y desrazada, corrida de Xajay. Ayer la divisa grana y verde termina en horas terriblemente sombrías. Una primera mitad de festejo majestuosa. Solo la reventa nos privó de ver lleno el tendido numerado y a la Afición de acceder a lo que se dibujó como un gran suceso de inicio, quedó a medias.

Por: Luis Eduardo Maya LoraDe SOL Y SOMBRA.

Se anuncia al quinto de la tarde, “Arte” nombrado.

Bien nos menciona Doña Yazmín Fernández de García, en ese momento a la tarde solo le falta un toro bravo y una gran estocada. Porque hasta ese momento la cosa ha sido espléndida.

Bien lo dice a la entrada José Antonio Del Moral, cuando llueve antes de partir plaza suelen venir los grandes triunfos. Nos lo recuerda también Gerardo Gaya a mitad de festejo: “Lluvia antes de las tres, buen augurio es”, que suele decir Don Jorge Barroso en estampa de campo bravo.

Augurio bueno es igualmente la vuelta al ruedo de la torería con la joven afición en algo que ojalá cuaje, una mejora taurina en la concurrencia dominical.

Pasada la lluvia que baña Mixcoac y pone a prueba el aguante, la afición y la planta del buen taurino, el cielo aclara y el fresco vespertino queda. Rompe el paseo y con él, el precioso arreglo floral al fin derroche es el toreo. Entonces, en el desfile se conjunta la otra regla: el rigor. En este caso, de la jerarquía de la formación por columnas de los matadores, por filas de los subalternos.

Toma “El Juli” el “pesado fardo de la responsabilidad” de ser primer espada. El tiempo de “Juli”es el tiempo del toreo, de su cuerda más larga y poderosa. Hoy más afinada que nunca. La muestra es el recibo, de maravilla la media verónica. No brinda en señal inequívoca de que el negro y serio astado que abre plaza poco progresará por sí mismo, se requerirá la mano decisiva del madrileño.

El de pecho, de poder revestido, impronta torerísima.

Lo que no brindan las varas ni las banderillas lo trae “Juli” en los medios de la plaza pero el xajay se trae otra historia bajo las cepas, cabecea y se queda corto, además con flojedad. Busca por un lado, parece encontrar el derecho, pero a la mitad del camino viene el cabezazo, ni hablar por el izquierdo, falta de raza es lamentable.

Tira Julián de las cercanías donde inventa un tesoro que arranca, pase a pase, palmo a palmo, ganando la posición al manso que en plena línea de combate, bajo lo azul del cielo, enciende el fuego con la voltereta y el drama que sobreviene tras forzar la pugna por el lado derecho. Taleguilla rota muestra puntazo.

Retirados chaleco y chaquetilla por la asistencia, vuelve “El Juli” a por todo despreciando la franca posibilidad de la  cornada ganando en la doble dosantina. La México está en el rojo de la emoción.

Pena que tras desatar la locura colectiva, la espada no remate por todo lo alto, sino trasera y perpendicular. Merito esse absoluto et necesesarium. De más o de menos, la petición es para una, la estocada priva la segunda. Dos orejas afloja Gilberto Ruíz Torres, el Juez de Plaza que… para que seguir. Pitos por supuesto al toro, ovación de lujo en la vuelta del torero.

La salida del segundo es una esperanza al ser recta y con alegría. Su nombre, irónicamente, es “Fiesta Brava” (¿?) Manzanares se gusta en dos lances, intercala un cromo por chicuelina y avanza hasta rematar con toda la majestad que en el mundo sea con larga sobre las rayas, a pitón derecho y de espalda a los medios.

Trujillo sostiene la brega pero tras el puyazo el de Xajay tampoco se desplaza, a cada capotazo, se requieren demasiados cuidados.

Es la Fiesta Brava arte, pero es igualmente casta, raza y espíritu.

El toro así nombrado tiene nada de lo anterior, José María Manzanares sí. Sin mayor probanza, sin necesidad mayor de explorar autos, sentencia el temple y la suavidad, revestido todo en la marítima majestad del derechazo a media altura, largo trazo y remate contrario y arriba rotundo.

Suave pasa el toro, pero esa intención de desesterarse del engaño, más la cara arriba y la arena que rasga, pone la cosa cercana a la medianía. Esto podría hundir a cualquier torero sin sello, ni “hombros de protagonista” en medio de la expectación del gentío. No para Manzanares, que vuelve un tanto más cerrado bajo la Contraporra para irse detrás de la embestida en los derechazos, ligar con fuerza y abrochar por arriba.

Crece la estela marina con las dosantinas, generosas en el cite que ayuda al ojo contrario del manso hasta que rompe en doble muletazo encelador y de formidable apostura, a cada paso que da, su toreo eleva la brisa, pena que el toro no acompaña, por falta de fondo, el

despliegue torero. Poco queda en el toro y Manzanares en la suerte natural hacía toriles cita a recibir. La expectación por verle ejecutar tal suerte crece pero, no obstante el golpe de espadas, queda el estoque contrario.

Viene la oreja y la vuelta aclamada.

Es cinco de Febrero, la expectación está ahí y poco a poco se colma a pesar del breve, en todo sentidos, juego del toro. Blanca es la estela y por supuesto absoluta la entrega ante la elevada marea del torero de Manzanares. Queda la respuesta de los jóvenes toreros ante el imperio de los mayores.

Luce José Mauricio ante “Tradición” que, como su media verónica, ese sello y ese acento se transmite de generación en generación en el todo el toreo mexicano.

Muestra de ello es también la gaonera a compás abierto del quite. Esta Temporada Grande entre Rivera, Mauricio y Silveti – buen cartel, por cierto- se ha reinstaurado la más clásica expresión de la más mexicana de las suertes con el capote: la gaonera a compás abierto. Como hace el de Mixcoac, que pasa el capote por alto y espléndido traza el lance natural con el capote por detrás. Remate suntuoso, fino e inmenso, ovación desgranada.

Dónde tiene que estar la muleta es donde lo requiere la condición de este cárdeno claro, noble y muy cerca de sosería: siempre bien puesta, muy planchada y llevando largo en los pases por alto iniciales y luego abajo en el de la firma clásico y el cambio de mano magnífico.

La faena, rotunda y clásica, se basa en el pase derechazo despacioso y lento, que no son lo mismo. Los pases de pecho con la zurda, previo cambio de mano artístico y bueno, hace seguir a José Mauricio su origen torero, entre la suavidad de su azul y sutil toque sumado al rojo olé de la Plaza.

En los medios, con el muletazo en lo corto y el trazo a la cadera, la tremenda fuerza estética de José Mauricio liga y alivia la embestida que se cansa y desinfla con la cara arriba, entonces se impone el sello. En terreno corto, pues el toro a la media distancia se queda -prueba es el cambio de mano a la zurda- provoca José Mauricio al que rehuye y consigue tapar el ojo contrario en el cite invertido, cambiar el sino del manso y abrochar la

Derechazo de José Mauricio a “Tradición” tercero de la Tarde.

faena.

Los adornos, no del todo bien logrados, acaban con un desdén bajo la porra. Suerte contraria y terrible espadazo. Los vapores del éxtasis orientan al cónclave a la petición irredenta y al final corona la faena que lleva la barca de La México al puerto de la conquista taurina.

Tenía que ser.

Por eso, cuando Diego Silveti se encuentra con el manso cuarto, la amenaza de la desilusión se hace presente. Que tener cuatro turnos seguidos con éxito, ni siquiera lloviendo antes de las tres se podría sospechar.

Pues pese a su todavía incipiente paso, Silveti hace cambiar a un manso tapándole la salida, cortándole las veredas de la perdición irridena para meterle auténticamente a los caminos que recorre el guanajuatense con el derechazo bien trazado y el muletazo de gran intensidad.

Otra vez la cintura, otra vez la irrenunciable raza hacen que Diego vaya al frente cuando el toro va para atrás. Interesante es ver como esta callada y mansa víbora poco a poco se orienta hacía la puerta de toriles. Increíble es la falta de raza, la molesta insistencia que poco a poco desdeña Silveti, tanto en el pase del desprecio como en el aprecio de su mano diestra que intercala la capetillina o la dosantina al paso en personal manera en momento grande, quizá demasiado cerca ya del terreno de abajo.

A pesar de la voltereta y de la nueva alarma, Silveti vuelve a la carga para imponerse por alto toda decisión y entrega. La parte de “El Tigrillo”, solvente estoqueador, es la que no aparece todavía con el nuevo Silveti queno resuelve con toda la claridad la suerte suprema. Y es que ayer no mata bien nadie.

Diego, con el espadazo trasero aunque entero y que llevan al joven torero al borde del percance y el tercer aviso. Aun así, la excepcional ovación, bajo el impresionante orfeón taurino de la Plaza México ha sido de excepción, recibida elegantemente desde el tercio.

Por eso la sentencia de nuestra vecina de tendido, la Sra. Fernández de García, es exacta: la tarde ha sido magnífica, el escenario espléndido y los toreros en escena triunfal bien podrían haber dado la vuelta al ruedo, los cuatro. Que necesario era.

Y cuando “Juli” en el recibo al quinto luce al parar toreando, como arrancada escena de hace una década, tira la montera para echar al vuelo el amarillo y solferino espiral de la zapopina, la cascada de colores en el lance empata con la llama de la emoción encadenada pues el segundo lance es tiempo perfecto, nunca empieza y nunca acaba parece ser la perfecta sucesión de emociones.

Solo la mansedumbre y lo flojo del quinto condicionan el trasteo de Julián. Pero aquí, la inteligencia, el ritmo, la cadencia y por supuesto, la insistencia sobre el triunfo hacen que “Juli” consiga sobar el instinto del toro, aliviar el tranco, sanar la falta de fuerza y consolar la posible desilusión del aficionado.

Que el arte que no sana o alivia, no es arte diría Don Alejandro J., el de la barba gris.Por eso el natural a media altura, el derechazo que alarga el sentimiento funcionan impolutos hasta el momento de oficiar con el alfanje. Trasero el espadazo y nuevas dos orejas, independientemente de la cantidad, se impone “El Juli” por la fuerza y el poder de

La sujeción del temple, Silveti con el manso cuarto.

rotundidad investido.

Y se rompió la tarde, para entonces ya en anochecida.

Desgracia en el sexto, tanto el titular inválido como el tremendamente serio sobrero que tuvo ningún fondo y que ni siquiera Manzanares pudo sacar algo en claro, con eso está dicho todo.

Solo Mauricio destacó al inicio de faena con el manso séptimo y al final de la misma doblándose con un toro espantoso y destacado.

Sería Silveti el que se impondría con el capote al octavo al mecer la gaonera clásica y luego padecer ante la mansedumbre del burel.

Tanta felicidad, con tantas vueltas contrarias, resultaba imposible de continuar.

Que aunque uno festeje citas y aniversarios, con baile y regalos, con flores y cantos, parece ser que la línea taurina perdura, no hasta que la felicidad o la muerte, sino hasta que la mansedumbre nos separe.

De cualquier manera, enhorabuena a la Plaza México, a la Afición.

Que por muchos años viva y perdure, eso sí con bravura, trapío y torería, el cinco de Febrero, origen y causa en buena medida de nuestra afición taurina.

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Temporada Grande 2010-2011. Domingo, 5 de Febrero de 2012. Décima quinta de Derecho de Apartado. Corrida del LXVI Aniversario de la Monumental. Tres cuartos de plaza en tarde nublada con mucho frío y llovizna al final. Viento intermitente. Público de variopinta composición.

Gracias a la autoridad que tolera la reventa no se colmó el tendido numerado.

9 Toros, 9 de Xajay (Divisa grana y verde), el sexto como sobrero, sustituyó al inválido titular al que dio muerte en el ruedo el segundo espada. Desiguales de presencia, chicos segundo y tercero. Muy serio el sobrero. Absolutamente faltos de raza, con escaso fondo bravo, rasando continuamente. Apenas se salva el noble tercero

Julián López “El Juli” (Negro y oro) Dos orejas con leves protestas y dos orejas. José María Manzanares (Nazareno y oro) Oreja y silencio. José Mauricio (Berenjena y oro) Oreja y palmas. Diego Silveti (Obispo y oro) Gran ovación con saludos tras dos avisos y palmas.

Destacó picando David Vázquez al octavo de la tarde, lo mismo que Curro Campos. Saludaron Gustavo Campos y Juan José Trujillo. A la brega bien ubicados Sergio González, Trujillo y Niño de Leganés.

Fatal, otra vez, el Juez Gilberto Ruiz Torres, al homenajear injustamente al manso y noble tercero con el arrastre lento y valorar erróneamente las estocadas de “Juli”, una perpendicular y otra trasera.

La Juventud y los Toreros.

2 respuestas a “Entre Azules y Rojos – LXVI Aniversario de la Plaza México. Salida a hombros de “El Juli””

  1. Saludos Luis. Gracias por tu crónica.

    Creo que fue una corrida para ser recordada por mucho tiempo. No puedo estar más de acuerdo contigo en que los cuatro toreros estuvieron en grande y evitaron una bronca por la calidad de los toros. ‘Disfrazaron’ la pésima calidad si así se puede decir.

    Creo que la faena de El Juli a su primer toro es de las más emotivas de la temporada, reflexionando a posteriori creo que tal vez no debió haber sido de dos orejas, pero honestamente no se las hubiera regateado nunca. El Juli es un torero poderoso.

    Creo que la oreja a Manzanares fue adecuada y José Mauricio no debió haber recibido oreja por la pésima estocada, aunque la faena fue notable.

    Tengo una pregunta, ¿sabes porqué no sacaron a los cabestros en el toro que fue devuelto?

    Un abrazo Luis y nuevamente gracias por tu crónica.

    Hugo

  2. Ni hablar. Asistir a una corrida en La México un 5 de Febrero, es el “Ir a la Meca” de los taurinos. Un escenario majestuoso, un cartel sin desperdicio y el nombre de una ganadería que prometía dar juego.

    Creo que hubo mucho torero y poco toro. Gran favor le han hecho a la empresa los 4 matadores al arriesgar la vida y derramar arte sin mezquindad, ante un encierro que dió fea cornada a la reputación de Xajay y del ganadero Sordo Madaleno.

    Me ha dado gusto el que no hubiera toro de regalo y haber compartido la tarde con el autor de esta nota, gran amigo y excelente taurino, Luis Eduardo Maya. Además, no puedo negar que me siento muy orgulloso de que se haya citado a mi apoderada y esposa por obra de Dios, Yazmín Fernández. Creo que se ha vuelto mas aficionada que yo!

    Gracias por la crónica, un lujo leerla cada semana.

    Fuerte abrazo

    Aureliano

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