Tarde de Toros. Así de simple, de TOROS – Ética, Estética y Patética en La Mérida.

Talavante al Natural en Mérida. Foto: Erick Díaz Rosado.

Mérida se vistió de luces una vez más para la quinta de la Temporada. Una tarde grande, de las que no se planean, de las que se sueñan. Una Ana Batista francamente mala, un Talavante artista, un Saldivar sin suerte y un Silveti que es pura vergüenza torera. Un encierro de Begoña digno de cualquier plaza: serio, igualado, hondo y con mucha cara; con buen juego en los tres primeros de la lidia de a pie, un toro duro para rejones y tres orientados pero no infumables para la segunda mitad. Y lo mejor: con Afición.

Por: Marco M. BastarracheaDe SOL Y SOMBRA. Mérida

Con un casi lleno en los tendidos del coso de Reforma se partió plaza al 25 para las 5 del día 12 de febrero. La afición yucateca respondió al llamado de la empresa de Bailleres con singular alegría y prestancia. Al conjuro de un cartel de a pie que no tuvo desperdicio, la Mérida vivió una tarde grande en la que hubo ética, estética y patética.

Uniéndose a la campaña mundial en pro de la fiesta brava, un grupo de alumnos de la Escuela Taurina “Silverio Pérez” dieron la vuelta al ruedo de la mano de los diestros enarbolando una manta que en cuatro palabras conjuga y envuelve el porqué de la fiesta: “Sí a los Toros”. Bajo una lluvia de aplausos los jóvenes aspirantes se unieron a los titulares de la tarde en un acto de alegre solemnidad que no tiene precedentes en la historia de nuestra plaza. Por breves momentos talavantistas, saldivaristas y silvetistas, convergieron en una sola opinión: Sí a los toros. Porque la fiesta somos todos.

No pasó desapercibido a este humilde juntaletras que las peticiones hechas por este medio a los operativos de la plaza fueron escuchadas: no hubo vendedores durante la lidia, se presentó una banda de música digna de la plaza, hubo toros y la afición se comportó en mayor o menor medida a la altura.

Una lástima que no podamos decir lo mismo de la Comisión Taurina, cuyos debrayes y afanes de protagonismo llevaron a Hernán Evia a guardarse la segunda oreja “Atinado” con 512 kilos, primero de Talavante, al cual el diestro pacense le cuajó una faena digna de Madrid.

Y digo a Hernán Evia porque al parecer la voluntad de nuestro Juez de Plaza está subyugada a los caprichos del hombre de la barba. Sólo quiero añadir por ahora una observación: en Madrid le hubiesen dado la segunda… y en Bilbao, La México, Guadalajara, también. Lo de la Comisión me lo reservo para el final.

Así fue. Vimos al Talavante artista, al del toreo suave, al de Madrid y de Zaragoza, que dibujo una faena que no tuvo desperdicio, lenta, estoica, de arte y de mente; entendiendo al toro en todo momento y logrando la entrega de la afición que se mecía sublimemente al compás de su muleta.

La faena comenzó por recibos fundamentales, puyazo bueno y a lo que sigue. Un par templado, uno desafortunado y otro que fue acertado pero atrabancado. Tomó el maestro el pincel y dibujó una primera serie por derecha en la que ya se auguraba lo grande de la faena.

Rompiéndose ya en los primeros trazos, repitió por el mismo pitón y se retiró con el de la firma escuchando la primera de sendas ovaciones por parte del multicéfalo. Prosiguió por naturales, a media altura y bajando la mano con ese arte talavantista, en el sitio, cargando y reponiendo apenas terreno. Destaca de la faena esta segunda serie por naturales, de la cual se desprendió un eterno trazo en el tercer muletazo que nos hizo a todos suspirar. Por un momento Talavante paró los relojes de La Mérida.

Una estocada que tal vez estaba un centímetro contraria y la plaza se vino abajo. Pero Evia pensó diferente, no sabemos si quiso poner muy cara la Plaza –que ya es cara per se.- o si sólo pretendió ser el antagonista de la tarde. El punto es que se guardó la oreja. Coraje, mucho coraje que un aficionado de tanta solera caiga en semejantes provocaciones del Ego.

Bravo Talavante, bravo torero que no te ha importado en que plaza estés y que has demostrado porqué eres figura. Bravo.

Llegó el turno de Saldivar con el número 261 de 508 kilos de nombre, histórico, “Consentido” un serio cárdeno, con el que estuvo arrimado, comenzando con derechazos de rodillas, muy en su estilo efectista. Continuó en la misma línea y extrajo muletazos de calidad a un toro que sin ser bueno, no era malo. Desperdiciado. El torero no entendió, o peor aún, no quiso entender al toro. Le corrió la mano sin suerte y procedió a dejar un bajonazo digno de “El Zotoluco”. Palmas y a lo que sigue.

Diego Silveti comenzó la faena al No.53 con 511 Kg., de nombre “Peregrino” por delantales, dos lances de pies juntos y una media que nos hizo recordar que su tauromaquia, si bien propia, tiene reminiscencias de aquella estética de David Silveti. Bregó y malcolocó al toro en suerte. Un puyazo en buen sitio y se procedió a cambiar el tercio. Nada memorable en banderillas.

Brindó Diego al público que ya le había sacado al tercio después del paseíllo haciendo sentir claramente quien fue el responsable del regreso de la afición a los tendidos: El hijo del Rey. Porque no hemos de olvidar que la Mérida era una plaza de David Silveti.

Con dos de recibo y un pase de pecho dio inicio a la faena, probó el derecho con una tanda de 3 y remato con un pase de pecho que bien pudo haber estado firmado por Morante de la Puebla, pero no, estaba firmado por Diego Silveti. Continuó por derecha a media altura bajando la mano sutilmente y logrando en su tercera tanda un muletazo cambiado que de no ser por un leve enganchón, hubiese sido el pase de la tarde. Probó por izquierda, por donde el toro iba más orientado, logrando dos series artistas casi arrebatadas.

Firmó por espeluznantes manoletinas y procedió a dar muerte a su enemigo tirándose a matar entre los pitones y dejando un pinchazo que nos hizo recordar nuevamente a El Rey. El público se lo perdonó, porque tras la entrega total se perdona todo y eso es lo que hizo Diego en la Mérida el domingo 12: se entregó completo.

Pinchazo arriba y una media de efectos mortales. Salida al tercio de un muy agradecido Silveti y ovación de un público entregado ante la vergüenza torera del más joven de la legendaria dinastía.

Salió al ruedo el segundo de Talavante, un cárdeno 510 Kg número 281, un toro que se acabó antes de empezar, una puya simple, un tercio de banderillas deslucido y rápido y una faena que no pudo ser por simple razón, ya no había toro. Procedió el peninsular a abreviar dejando dos medias muy tendidas y rematando con el descabello 2 ocasiones. Silencio.

“Compañero” salió al ruedo con singular alegría, marcado con el No.303 y con 509 Kg, un toro que pudo ser pero al que, desde un principio, se le hicieron las cosas mal. Pasado crudo tras sustraerse del caballo, banderillado de fea e ineficaz manera; el de Begoña acusó la falta de vara en sus embestidas que eran poco vistosas, con derrotes que rayaban en la vulgaridad de un toro que en hechuras no le pedía nada a sus hermanos. Intentó Arturo por derecha un par de ocasiones sin éxito, por izquierda con el mismo resultado y finalmente deja dos pinchazos y 4 descabellos. Pitos.

Definitivamente La Mérida se le ha negado a Saldívar. No es ni será una de sus plazas por un simple razón, su suerte no ha sido buena y remontar lo sucedido en dos ocasiones consecutivas será sumamente difícil, no imposible, pero si difícil.

Finalmente llegó “Poeta”, el sexto bis con sus 525 kg, un toro manso con peligro sordo que puso al torero en aprietos desde el principio, acudió dos veces al caballo y se mostró orientado en banderillas.

Dio inicio la faena por derechazos muy sentidos, de técnica irreprochable, pero ya desde entonces el toro sabía lo que había detrás. Una serie más por derecha y dos por naturales que más que belleza tuvieron peligro. Se retiró Diego de la cara del toro para rearmar el pincel y retomar por la derecha tropezando y siendo prendido de la taleguilla por el de Begoña sin consecuencias inmediatas. Una serie final que fue encendida, un pinchazo alto, una media muy contraria y un remate con el descabello que dio fin a la actuación del joven coleta. Ovación.

De Diego Silveti hay que destacar que pisa el sitio del peligro, se entrega, se arrima y torea. Acusa un defecto que tal vez le venga de herencia: no mata bien. Habrá que entrar más al carretón, pero este domingo en La Mérida Diego dio muestras de su ética torera, algo que sin duda se agradece.

Y finalmente, la patética actuación de Ana Batista. Mal de principio a fin. Rejones de castigo en mal sitio e incompletos, banderillas traseras y desprendidas y un intento de banderillas al quiebro en el que el quiebro siempre se hizo fuera de los terrenos del toro. Deja un rejón lateral y un pinchazo en buen sitio. Tras solicitar el permiso de la autoridad y tener la anuencia del Sr. Evia, el sobresaliente fue quien dio muerte a “Chiquitín” con un pinchazo pescuecero y una entera de efectos mortales. Pobre “Chiquitin”, no se topó con una rejoneadora, sino con una carnicera vestida “a la Federica”.

Aun así, tuvo la osadía Batista de robarse una vuelta al ruedo. Sin solicitar el permiso de la Afición –o del Sr. Evia– se arrancó a dar una vuelta entre pitos y palmas, las segundas de quienes la menoscaban por su condición de mujer y no consideran que deban exigirle. Se les olvida que parte de la equidad de genero consiste en no condescender. Esperemos no verla nunca más.

Incidencias:

El sexto de la lidia de a pie se despitorró en toriles presumiblemente por la falta de presteza de los caporales de la plaza. Fue toreado a puerta cerrada por Arturo Saldivar, vestido de corto, al terminar el festejo.

Sobre la actuación de la Comisión:

Cabe mencionar que es del conocimiento de este servidor de todos ustedes que los toros de Begoña llegaron el viernes 10 de febrero a las 11:30 de la noche. Sin embargo y a pesar de que tanto la Empresa como la Comisión lo nieguen contundentemente, los toros fueron bajados hasta las 8 am del día sábado. No me pregunto el “por qué”; lo sé. A la Comisión no le parece importante bajar a los toros fuera de los horarios convencionales, porque así lo marca el reglamento. Sólo puedo decir que hay que ser muy soberbio para pensar que después de 30 horas de viaje, 8 horas extras en los camiones no tendrán efecto negativo en los animales.

Me permito repetirlo: HAY QUE SER MUY SOBERBIO. Desearía pensar que la Comisión peca de estupidez, pero la realidad es que su pecado es la soberbia.

Sin embargo soplan vientos de cambio, y con un poco de suerte, una nueva Comisión Taurina será nombrada para la siguiente Temporada.

Twitter: @Bastarrachea.

2 respuestas a “Tarde de Toros. Así de simple, de TOROS – Ética, Estética y Patética en La Mérida.”

  1. Me parece que cabe mencionar que el toro “consentido”, segundo de la lidia de a pie, dejaba saber que se dolía de la pata izquierda. Si queremos una fiesta seria, no podemos permitir que se toreen animales que no tengan la plenitud de sus facultades y un toro cojo no es un toro completo. El animal se quedaba corto en sus embestidas y estas eran sumamente pastueñas ya que al intentar romper el trote, no digamos ya el galope, el toro se dolía y subía la cabeza al momento de que se le exigía un poco. No pongo en tela de discusión las cualidades de bravura del toro, pero no podemos olvidar esa característica, que según mi humilde opinión, no debió haber sido pasada por alto.

    Un saludo y SI A LOS TOROS.

  2. Desde mucho antes que los toros llegaran a La Mérida ya se percibía la expectativa y el olor a tarde grande que no defraudó a quienes estuvimos en el tendido. El encierro mejor presentado de la temporada y, no exagero al decirlo, quizás del país hasta la fecha. El invitado principal estuvo con presencia, trapío, pitones y fuerza intactos y ése solo hecho es de celebrarse(afortunada o desafortunadamente) en nuestra actualidad taurina. Un Talavante que nos dejó plasmada su arte en esa primera faena que sí era de 2 orejas que, emocionó a los que gustamos del toreo del extremeño que rara vez es primer espada. Mató bien al toro (que no es lo suyo) y no creo que dos centímetros de colocación sean la razón de que la falta de criterio, voluntad propia e inteligencia del malogrado juez de plaza le negara la segunda oreja en aras de protagonismo estúpido y absurdo. De Diego Silveti, mando, sitio, valor y momentos de la sangre taurina que corre por sus venas nos dejaron satisfechos aunque no tocó pelo, llenó una Plaza que hacía tiempo no se llenaba con corridas de a pie, esa media de cartel la ovacionó toda la plaza, tiene todo para ser la próxima figura del toreo mexicano.

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