India Martínez y Pitingo cantarán en una corrida de toros.

Por Manuel Román.

No es una novedad, ciertamente, pero tampoco suceden a menudo espectáculos en los que se fundan la copla y el flamenco con los toros, aunque las afinidades sean muchas entre esas manifestaciones artísticas. Y así, el próximo sábado, 13 de abril, se anuncia un festival benéfico nocturno en la plaza cubierta de La Flecha, de la localidad vallisoletana de Arroyo de la Encomienda. Acontecimiento programado con el nombre de Tronío y Trinchera, en el que tomarán parte, por un lado, los diestros de esa tierra, David Luguillano y Leandro; y por otro, dos jóvenes figuras del cante, Pitingo e India Martínez. Con la intervención de la también joven Orquesta Sinfónica de Valladolid. Imaginamos que ambos cantantes actuarán al margen de la lidia, antes o después de despacharse las seis reses preparadas. Pero pudiera ocurrir que también dedicaran algunos de sus cantes a dichos matadores de toros, en el transcurso de la lidia, si ésta transcurre por felices derroteros.

Ya decíamos que el asunto no es nuevo. Recuerdo una tarde madrileña en la Monumental de las Ventas, repleta de espectadores (veintitrés mil setecientos es su aforo actual) cuando, durante la faena de muleta de Paco Camino, el inolvidable genio del flamenco Manolo Caracol se arrancó por lo derecho con su voz bronca, desde su localidad, una barrera. Lo mismo haría éste por seguiriyas, en la Maestranza sevillana, destinadas a Curro Romero, cuando bordaba su exquisito toreo. Momento en que el diestro detuvo levemente su faena para escuchar al célebre cantaor gitano. Fui asimismo espectador de otro festejo a beneficio de la Fundación Tagore, en la plaza de toros de Badajoz, en el que tomaron parte Curro Romero y Rafael de Paula, quienes vieron sus faenas salpicadas por el cante de otros tres grandes del flamenco: Camarón de la Isla, Pansequito y Rancapino.

Dado el éxito, un avispado representante artístico apellidado Pulpón trató de organizar festejos de similar naturaleza, a lo que se opuso Curro, convenciéndole de que una vez, de tarde en tarde, era suficiente. Desde entonces, años 80, no he vuelto a recordar nada parecido hasta ahora, con el anuncio de este próximo festival vallisoletano. Los dos espadas anunciados tienen corte de toreo artístico. En cuanto a los intérpretes de la copla, Pitingo goza de una aceptable notoriedad, desde la aparición de su disco Soulerías, en un trabajo de original fusión entre piezas pop de origen norteamericano y añadidos flamencos. Es onubense, se llama Antonio Álvarez Vélez, hijo de payo y de gitana, nacido en 1981. Antes de dedicarse profesionalmente a la música trabajó de maletero en el aeropuerto de Barajas. Hasta la fecha ha grabado cuatro discos. El próximo tendrá colaboraciones de Carmen Linares, Estrella Morente, Miguel Poveda, Arcángel y El Cigala.

Con respecto a India Martínez, diremos que su verdadero nombre es el de Jennifer Jessica Martínez, y vino al mundo en Córdoba en 1985. Su padre es mecánico. Siendo adolescente la chica tomó parte en el concurso televisivo Veo, veo. Por entonces lo mismo interpretaba coplas de Antonio Molina que de Camarón. Ya con diecisiete años grabó su primer disco y su productor dio en bautizarla con el mote por el que ahora se ha hecho conocida. Relacionado con su manera de cantar, muy personal, distinta. Su más reciente disco lleva por título Otras verdades, del que me ha gustado su interpretación de Si tú no estás. India Martínez cultiva un nuevo flamenco entreverado de coplas de reciente hornada. Posee una voz muy interesante. Cada frase de sus baladas es acariciada con sentimiento; con un precioso acento andaluz.

Retornando a esa conjunción de la copla y los toros, les remito a uno de mis últimos libros, así titulado, donde conté el origen de aquellos espectáculos en donde se fundían, ya avanzada la mitad del siglo XIX, a partir del estreno de la zarzuela Pan y toros, de Barbieri. Tiempos aquellos de tonadilleras y toreros de leyenda. Sin olvidarnos del nacimiento de los pasodobles, en principio de origen militar, que en el siglo XX empezaron a escucharse en los cosos taurinos, donde las bandas de música continúan interpretándolos. De ahí a la proliferación de espectáculos de variedades, en los que nunca dejaron de estar presentes en el repertorio. Las peripecias amorosas de figuras del cante y el toreo, algunas de ellas coronadas con el matrimonio, han sido objeto de la curiosidad pública hasta época contemporánea. Seguirán las coplas relacionadas con el toreo y la fiesta adornada por esa música vibrante. Pongamos como ejemplo “Suspiros de España”, considerado el más emblemático de los pasodobles, entre los más de veinte mil que figuran inscritos en la Sociedad General de Autores.

Via http://www.libertaddigital.com

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