Rafael Ortega: ¿Regalo de Torero?

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Por Marco A. Flota.

Por lo general en los festejos taurinos -hablamos de México, no de España- hay toros de regalo. Pero en Apizaco, Tlaxcala, aparentemente, acaba de haber un regalo de torero, aunque ya no hablamos de corridas, sino de elecciones.

Le comentábamos la semana pasada que en aquel pequeño estado de vocación taurina -incluso el gobernador Mariano González es propietario de una ganadería de toros de lidia- el PRI postuló como candidato a la alcaldía de Apizaco al matador de toros Rafael Ortega y que, según el primer recuento de votos, éste había perdido por estrecho margen con el candidato del PAN, Jorge Luis Vázquez.

Sin embargo, realizado un nuevo recuento voto por voto, fueron anulados numerosas papeletas… y el diestro Ortega resultó ganador por solo 9 sufragios: 9 mil 389 contra 9 mil 381 de su rival.

Fue un vuelco tan inesperado que la constancia de ganador la tuvo que recibir el representante del PRI ante el órgano electoral, pues el matador estaba toreando en algún Estado de la República.

Y es que ya había prometido Rafael Ortega que si ganaba las elecciones dejaba de matar toros, para matar el tiempo en la alcaldía, pero como el recuento inicial le fue desfavorable, volvió a trabajar en lo suyo.

El caso es que, como decíamos arriba, en Apizaco, en vez de toro de regalo, hubo regalo de torero. Desde luego el PAN va a apelar, pero se teme que se la va a… bueno, ustedes entienden. Sin embargo, de prevalecer el fallo de la autoridad electoral, habrá que preguntarse:

¿Pierde la fiesta brava un buen torero y gana la política un mal grillo? O, viceversa: ¿Gana la grilla un buen político y pierde la fiesta brava un mal torero?

Porque Rafael Ortega, según los taurinos exigentes, es reconocido por su valor, pero no por su arte. Tiene mucho poder, como algunos políticos, pero es bastante corrientón, como la mayoría de los políticos.

Como torero no se acerca, digamos, al regiomontano Martínez, más bien se parece, como político, al regiomontano Martínez: En el primer caso nos referimos al gran Manolo Martínez y en el segundo al ex gobernador Alfonso Martínez, como usted ya comprendió.

Como político nunca acumulará la fortuna de un Cavazos y como torero nunca logrará la popularidad de un Cavazos: hablamos, claro, del ex gobernador tamaulipeco Cavazos Lerma y del torero de Villa de Guadalupe, Eloy Cavazos.

Como torero nunca arrastrará multitudes como el carismático López, pero como político ya casi tiene el poder de convocatoria del tozudo López: Aludimos, desde luego, a Julián López, el Juli, y a Andrés Manuel López, el Peje.

Pone banderillas, como Gustavo Madero cuando amenaza con salirse del Pacto, pero con la muleta le falta repertorio, como a Jesús Zambrano, cuando elogia al Pacto. Eso sí, se arrima más que César Camacho Quiroz cuando está cerca del Presidente Peña Nieto.

En fin, aunque le confirmen el exiguo triunfo, no será Rafael Ortega tan buen alcalde de Apizaco como lo fue el matador Silverio Pérez de Texcoco. Pero sí le podría meter un bajonazo a las finanzas del municipio, como lo dio a las arcas del Distrito Federal Oscar Espinosa Villareal.

Quizá lo que le falte al torero político o político torero es un buen apoderado, como lo fue Rafael Baez de Eloy Cavazos o como lo es -¿todavía?- Manuel Camacho Solís de Marcelo Ebrard. Sin embargo, no se le ve mucho futuro como torero ni como político.

O sea que no podrá salir de Las Ventas por la puerta grande. Y tampoco entrará, ni por la puerta de servicio, a Los Pinos.

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