Nuevo Progreso de Guadalajara: Corrida hidráulica: Inodora, incolora e insípida…

Por Francisco Baruqui / francisco@baruqui.com

No…  No es que haya llovido inundándose la plaza, que no…

Sí, que después de haberse rechazado el encierro original de Los Encinos programado y anunciado, dos hierros vinieron supliéndolo, Celia Barbabosa y San Isidro, con uno más de invitado por el sobrero de Pepe Garfias que fue de obsequio, añadiendo que al segundo de lidia ordinaria, se le partió una patita siendo regresado a corrales, arrojando la función un triste, muy triste, tristísimo resultado cuando no llegándose ni tan siquiera a una paupérrima vuelta al ruedo, la gente salió aburrida, cansada, decepcionada y con un ánimo por los suelos, dado el tedio que deriva de la monotonía y el marasmo, aunque de salida el primero, un tipo descamisado con una toalla a guisa de capote, con apariencia de no estar en sus cabales, “vaya Usted a saber por qué…”, se hincó llevándose tremendo golpazo que lo descontó, afortunadamente el pitón no caló que si lo ha hecho, pues…  Retirado por las asistencias “en abonos”, porque el berrendo en cárdeno coletero iba tras de los cargadores que tiraban al cristiano como fardo a la arena buscando las de Villadiego, volviendo a recogerlo en un par de ocasiones más.  Asomo de tragedia adornado de cierta hilaridad que….

Tarde de calor con una taquilla generosamente considerada de media plaza, para una corrida que concienzudamente he catalogado como “hidráulica”, o lo que es lo mismo, INODORA, INCOLORA E INSÍPIDA.

Ganado terciado, deslucido, falto de trapío con pobreza de cabezas, aunque astifinas, como debe ser, regateando embestidas, faltos de fondo y transmisión, de mansedumbre manifiesta, aunque dos que tres metiendo los morros con claridad y monacal nobleza y son, desplazándose mejor unos que otros, recibiendo el monopuyazo, —cuando varios pudieron haberse lidiado sin picar— haciendo brillar la ausencia de emoción que debería ser fundamento sobresaliente del auténtico toro de lidia…  Así…

Así, con la esperanza de ver el arte quintaesenciado de Morante, el gozo al pozo al llevarse el peor lote, con reses medidas, intrascendentes, cortas de embestida y sin la más mínima emotividad.  Para el recuerdo quedan dos verónicas templadas, armoniosamente plásticas por el lado izquierdo al cuarto y…  Ná má…  Bronquita, rechiflas y…  Y a la espera que la suerte le acompañe en los sorteos, que con lo de ayer, simple y llanamente faenas de trámite y a otra cosa mariposa.

La disposición y actitud de Joselito Adame está fuera de cualquier duda.  El aguascalentense salió determinado haciéndose ovacionar a pies juntos con mandiles, chicuelinas, zapopinas y media, para con la flámula desenvolverse con oficio y buena técnica, pero sin estructurar sus prolongados trasteos en niveles que fueron de más a menos, con momentos lucidos intermitentes sin concretar la integridad de su obra.  Mal con el acero, intentando matar recibiendo a un torillo paradón que lo que realmente requería era que se le pasaran en el embroque encelándolo mucho con la tela, entre pinchazos, estocadas defectuosas y descabellos, salió a saludar y fue todo.

Por cuanto a Diego Silveti, mucha voluntad y deseos empeñosos por agradar, tantos que, sin triunfar con los de su lote, regaló un sobrero garfieño, prodigándose en faenas de larga duración en las que el toreo por abajo con ambas manos y por los dos lados, tuvo expresión media cuando lo mismo resultaba un pase con ritmo y cadencia, que seguían otros enganchándole los moritos la muleta, cerrando con bernadinas sin el ayudado, y terminar pinchando sobradamente, yéndose de la suerte desde perfilarse, dejando muerta la mano del engaño y saliéndose sin pasarse, lo que le impidió tocar pelo.

Esto es lo que pasó en una tarde hidráulica, pues, que no olió, que no coloreó ni supo…

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