Morante de la Puebla: El arte por la gracia del arte.

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“Dios, permíteme creer, por favor,  que no todo es un abominable engaño de nosotros mismos”

Malcom Lowry (Bajo el Volcan, Cuernavaca 1947)

 Por Luis Cuesta – De SOL y SOMBRA.

De pronto el tiempo se detuvo mientras Morante toreaba con el capote, no se si fue un minuto o apenas unos segundos, pero cuando remato con una media al toro de Juan Pedro Domecq en la pasada feria de Fallas, despertamos de un sueño eterno, satisfechos por el embrujo que produce el verdadero arte del toreo.

En ese concierto de verónicas se confabularon la gracia, la sevillania y la personalidad de un hombre que iluminado por un don, de vez en cuando puede convertir con un gesto, un muletazo o una verónica una obra de arte que se quedara para siempre guardada en la mente del espectador.

El toreo es sin duda un arte que se asemeja al teatro en su concepto democrático, en donde se exalta la vida y se opone a la muerte. No a la muerte física, si no a la muerte de pasiones y de sentimientos. Y Morante es quizás el mejor actor en ese mundo en el que busca trasmitir la pureza de un arte que cada vez se vulgariza mas con el concepto arrebatado de algunas figuras y jóvenes toreros, que hacen un toreo gris y que desgraciadamente es lo que predomina en casi todas las plazas y ferias de la urbe taurina.

¿Cuantas veces no habrá pensado Morante en tirar la toalla definitivamente? Quizás muchas o tal vez ninguna, aunque como todo artista sensible sabe que su lucha mientras se siga vistiendo de luces será eterna ante el toro, sus propios ideales y demonios internos.

 El toreo es una prueba de vida en cada tarde, que pone al torero frente a si mismo y ante la posibilidad de vivir una frustración publica ante la afición y privada ante el espejo. Algunos toreros, especialmente los mas jóvenes no asumen esa frustración como una lección moral, sino como un fracaso, otros como Morante la asimilan mejor e inclusive se enriquecen de ella.

Porque fracasar es una palabra que a todos nos da mucho miedo, por eso los toreros actuales la evitan a toda costa, aunque de esta manera traicionen su concepto del arte y sus sentimientos. Dando como resultado un toreo académico, gris e impersonal que se justifica con arrimones insulsos, toreo en redondo, zapopinas (lopecinas) y cambiados por la espalda entre algunas otras suertes de nuestros tiempos.

 En Estados Unidos en las artes y los negocios la palabra fracasar es sinónimo de aprendizaje, no de derrota. En el toreo que repito, es un arte, sucede lo mismo, ya que para triunfar con tus ideales y conceptos (sin traicionarse) a veces se tiene que fracasar y es en ese punto cuando el toreo se convierte en un intento continuo de salir adelante con tu propia verdad y contra todos. Un ejemplo de ello fue en vida David Silveti. Algunos lo consiguen otros no, porque esto es sin duda una lucha muy difícil y una selección que hace la vida y el destino.

Morante parece que se reinventa en cada fracaso y que el triunfo que se produce a posteriori llega cada vez con más fuerza, como un volcán en erupción.

¿En que radica la fuerza de este torero para levantarse? Sin duda en la fortuna, pero también en la determinación de no darse nunca por vencido, de saber que el toreo es un oficio que como muchos otros requiere una gran disciplina, renuncias y sacrificios. Porque para triunfar en el toreo hay que desprenderse de muchas cosas, incluida la vida privada, algo difícil en algunos toreros que andan por la vida pensando todo el tiempo en bienes materiales, relaciones publicas con hombres de dinero y le dedican muy poco tiempo a su tauromaquia y aprendizaje.

 El oficio del toreo está ligado al del artista y por eso muchos creen que de alguna manera genérica también está ligado al éxito. Lo cual en la practica resulta falso, ya que lo único que distingue a las figuras del resto de escalafón es el talento. Se puede torear bien, ser valiente y entregado a la profesión, pero sin talento solo se llega a ser uno más del montón. El talento es fundamental para vencer todas las adversidades, pero no se puede separar de la disciplina y de la renuncia. Muchos toreros tienen talento pero lo malgastan tristemente en aras siempre de la comodidad y el aplauso fácil como sucede tristemente con la mayoría de nuestros toreros mexicanos.

¿Cuantos veces no leemos y escuchamos a toreros decir que su principal ambición es llegar a ser figura del toreo? La ambición es importante, pero como dijo el cineasta Ingmar Bergman “La clave no esta en la ambición, si no en la obsesión, en el pensamiento fijo constante”. La ambición esta llena de piedras, distracciones y tentaciones en su camino, la obsesión es mas perfeccionista e impone mas renuncias y por consecuencia no pocas heridas, pero cuando logra su objetivo es muy contundente.

Criticado y vapuleado por la afición, Morante es un ejemplo de todo lo antes mencionado, un espejo para aquellos toreros que sueñan con querer ser alguien importante en la fiesta y también para aquellos aficionados que quieran aprender mas de esta fiesta, sus raíces y su misma evolución. Porque no se puede ser un buen taurino sin entender el arte de uno de los toreros mas importantes que ha dado la historia del toreo.  A todos aquellos que lo criticaron por sus ultimas actuaciones en ruedos mexicanos, están un poco como aquel proverbio chino que dice  «Cuando el sabio señala la luna, el tonto mira el dedo».

 LA CABALLADA MEXICANA

 La caballada luce flaca después de tres temporadas en donde nos ilusionaron los jóvenes que supuestamente iban a revolucionar la fiesta en nuestro país – Adame, Payo, Saldivar, Silveti y Sanchez – porque ha pesar de haber conseguido algunos triunfos importantes, siguen sin llevar gente a las plazas de toros. Es común ver en las fichas (y tendidos) de los festejos en donde actúan apenas medias entradas si no van acartelados con El Juli o Pablo Hermoso de Mendoza, que son los únicos toreros que meten gente constantemente en las plazas de nuestro país.

 2014 UN AÑO DE APUESTAS FUERTES

Beneficiados en Sevilla por los conflictos del G5 Joselito Adame, Arturo Saldivar y Diego Silveti se juegan este año en La Maestranza y por sus propios méritos en la feria de San Isidro, gran parte de su futuro taurino. Si triunfan serán nuevamente héroes nacionales como hace un año, pero si fracasan la afición no lo va a digerir con facilidad y menos aun cuando llegaran a regresar a su país con las manos vacías, para volver a ser arropados por nuestro decadente y complaciente sistema taurino.

Joselito Adame ya probo un poco de ese ambiente negativo en la pasada feria de Fallas en donde tuvo una desafortunada actuación, tomando en cuenta que se llevo un toro de triunfo. Muy sobrado se le vio en el ruedo y ante los micrófonos. Al final la prensa española no le tuvo piedad y se lo desayuno.

 Espero que a Joselito – al que le ha costado tanto llegar a la cima del toreo de nuestro país – no le vaya a pasar como aquel que un día se subió a un ladrillo y se mareo. Tres tardes en Sevilla y dos en Madrid no son cualquier cosa y en su caso son nada mas y nada menos que dos cosas: La Gloria o el infierno.

 Es lo que digo yo.  

Twitter @LuisCuesta_   

4 respuestas a “Morante de la Puebla: El arte por la gracia del arte.”

  1. Soy ista de Morante y así como le he exaltado lo he combatido pero con lo que recién hizo en Valencia, me ha obligado a reconciliarme con él.

    Luisillo (con cariño) ya te estamos extrañando desde Mexicali.

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