La Querencia del Matarife – Triunfo Legítimo de Diego Emilio.

La estocada de la novillada. Todo el estoque en el morrillo, todo el brazo, desde el hombro, matando en lo alto.
Diego Emilio con todo el estoque en el morrillo, todo el brazo, desde el hombro, mata en lo alto. Foto: Humbert García.

Vendavales de apasionada disputa deshacen engaños y condicionan la novillada de José Garfias, mitad fea, mitad bien hecha. Un novillo extraordinario, el cuarto, queda secuestrado por el terrible viento que impide verle pleno, lo mismo a Diego Emilio que no obstante, cae de pie por su gran personalidad. Juan Pablo Llaguno, sin suerte y apurado, libra apenas el compromiso mientras Diego Sánchez queda en la raya de obtener un resultado mejor.

Por: Luis Eduardo Maya Lora – De SOL Y SOMBRA. Texcoco.

Se acaba el vendaval justo cuando la novillada termina.

Pega fuerte el sol en Texcoco que el horario de verano hace que el sol extienda su brillo más allá de las seis de la tarde. La primavera texcocana trae consigo a los nuevos prospectos enfrentándose a una de las ganaderías siempre ilusionantes.

Pero De Santiago aplica la de “tres y tres”, por alguna razón, esperemos no sea grave, no hay un solo representante de la ganadería en el Palco y la presencia de los tres primeros levanta la ceja de varios aficionados. No solo porque puedan verse chicos sino por mansos y feos de hechura.

Los únicos que muestran su asombro es el personal del rastro de la Plaza.

El rastro que acompaña las plazas de toros es hoy una joya del pasado justo cuando el presente lo ha desterrado de la mancha urbana. Y los matarifes de Texcoco toman nota y al pendiente están de cada detalle de lo que ocurre en el ruedo.

¿Qué sería sin la Fiesta de este apasionante oficio? ¿Y de este oficio sin la Fiesta?

Estaría incompleta, como el toro de lidia sin bravura.

Los tres primeros parecen destinados a vivir menos años que los de la edad adulta dada su hechura, quizá lo que los salva de acudir anticipadamente al rastro y pasar primero por las telas, arpones y estoques en la Plaza puede que sea su historial genético. Sin embargo, la primera mitad de la novillada comparte, lo huidizo, lo descastado y las terribles vueltas contrarias.

Por eso Diego Emilio, el esperado hidrocálido, a pesar del viento y de lo cabeceante del negro y chico primero, a cómo puede le parar y se pará en el tercio final sin importar lo vacilante que es la condición del novillo, al fin niño todavía. El astado se escurre y distrae pero el de Aguascalientes imprime mando, abre el compás se ayuda con la espada defendiéndose del viento y liga, emocionando, el pase con la izquierda.

Gusto hay y emoción tiene el toreo y la personalidad del toreo, fuerte y expresiva.

Aun por la derecha, en el tercio ante matadores, consigue correr la mano y emocionar, todo en Diego Emilio tiene ese común denominador. Ya no es aquel espada que caminó siempre a merced en la Plaza México, evoluciona, incluso pierde pasos y está siempre colocado para lidiar con seriedad a la res.

Ni un gesto a la Banda. Como debe ser.

Aun se dobla, castiga y en la suerte contraria frente a toriles, como corresponde al manso, la mano izquierda bajísima arranca a herir, casi dándola a morder, vaciada la suerte delante, pasándose hasta el rabo atrás, viene así la estocada de ésta y quizá de varias tardes: toda por lo alto, toda entera y con ella el primero de la tarde fulminado queda.

Como el Juez con la petición general increíblemente no concedida. Aclamada vuelta al ruedo.

Y la respuesta se espera de Juan Pablo Llaguno pero ese viento infame, como pocas veces en Texcoco, limita al joven queretano a protegerse y, a pesar de correr la mano con temple en un inicio, ataca demasiado pronto el terreno del frágil novillo, consigue buenos muletazos pero la cosa queda inconclusa y en respetuoso silencio.

Diego Sánchez tiene largueza con la muleta pero poca soltura con el capote, su chicuelina dada a trágala, feamente desmonterado, le hace ver falto de sincronía con el horrible castaño. Lo importante de este espigado torero es que tiene temple, apunta cierta cadencia en el tercio final al encontrar muletazos de buen trazo desde los medios coreados por lo bien rematados.

Sin embargo, tiende a retrasar su muleta a comprometerse poco en los embarques y embroques para torear siempre en línea, son varias las veces en que se observa falta de profundidad en su concepto. Por ello, la faena arriba a muy poco, mas tomando encuentra el espantoso bajonazo con el que remata.

Cerrada la primera parte, los matarifes hacen su agosto, desollan pronto que batallan menos con el toro de lidia, por su conformación y finura.

Pero sale el novillo de verdad.

Hermoso cárdeno claro, paliabierto, de hechura incomparable, cómo recuerda a “Vinatero” el mejor toro de la década pasada en La México de esta misma divisa. Y sale alegre acudiendo desde el inicio del cite con el capote que deshace el viento y que obliga a Diego Emilio, a la defensiva, a recortar genuflexo.

Crece el cárdeno, doble puyazo y embestida con fuerza, tanto así que vuelve loco al caballo que resiente ambas veces el encuentro. Justo en el tercio frente a los médicos, Juan Pablo Llaguno instrumenta navarras, sin plenitud por el viento, que interrumpe de la peor manera posible. No hay réplica, no puede haberla.

El astado arrolla con lo que tenga enfrente durante banderillas, obliga a Torreblanca a defenderse, a Martínez Kinsgton que saluda a brincar la barrera y a Diego Emilio a decidirse y olvidar el duro viento. Parece hacerlo solo que el cárdeno, con muchas virtudes dentro: descolgado, fijo, pronto, humillado desde el cite, viaje largo, vuelta por bajo en la embestida… crece calladamente.

Solo atina por la izquierda tímidamente, trata de repetir hasta que su muleta se vuelve un barullo al intentar ligar, lo mismo por la derecha, el viento hace todo lo posible para que Diego Emilio no pueda dejarla puesta. Claro, esta era una faena y una plaza para sacar el aparato como Jesús Solórzano hijo y “Pirulí” o aplicar el cite y muleta en el piso, como José Tomás y otro Santiagueño, “Vinatero”.

Dura prueba. Pero ya habrá tiempo para olvidar el viento y abandonar el cuerpo.

Diego Emilio encuentra una tanda por el derecho y una buena estocada para, ahora sí, cortar la oreja y generar una vuelta aclamada. Vergüenza de la autoridad no homenajear, de menos, con arrastre lento al novillo. Nada raro.

El quinto promete, un serio y negro astado. Solo que la promesa dura poco porque Juan Pablo Llaguno no brinda sitio, cierto, al novillo le falta fuerza pero el queretano opta por encelarle poco a media altura, cuando lo hace vibra la plaza pero acaba desarmado.

Y silenciado.

Tal como Sánchez en el sexto, muy serio, gruesas sus cepas y con sonecillo a pesar de su dificultad de patas traseras. Claro, tanto toreo sobre la línea, lejano al pitón contrario y demasiado de dejar pasar, emociona poco, peor tratando de pegar pases por la espalda, Diego es aun joven para aprender tales mañas. Ojalá no se haga costumbre ni sea tarde para ya no afear su toreo así.

Pena el horrible chalecazo que hace guardia al matar.

Cierran los matarifes texcocanos una jornada de seis novillos, listos para vender su carne, felices de que regrese la Fiesta y las novilladas en el XXV Aniversario de la Plaza.

Hay cosas que no cambian.

El herramental de la lidia en la Plaza todavía tiene su vínculo con el del desolladero, donde se separa la piel de la carne: el cachete o puntilla. En la Plaza el viento separa el arte de toreo. Hay que dejar la piel, entonces.

Y el alma, también. Inmutable principio.

Claro, como el eterno rastro para los toros mansos y la gloria del desolladero taurino de la plaza solo para el toro bravo.

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Texcoco. Feria del Caballo 2014. Plaza Silverio Pérez. Segundo Festejo de Feria. Segunda Novillada. Un cuarto de Plaza en tarde cálida con una de las condiciones de viento más complicadas que hayamos visto en esta Plaza durante todo el festejo. Cesaron inmediatamente arrastrado el sexto.

6 Novillos, 6 de De Santiago (Divisa Rojo y Oro) Desigual, los primeros tres demasiado chicos y feos, mansos completamente. La segunda parte, perfecta en hechuras, serio el sexto, destaca en tono menor el quinto. En tono mayor, el hermoso cuarto, cárdeno claro, estrecho de sien, paliabierto, ojalado y bocinero, de nombre “Debutante” mereció al menos los honores del Arrastre Lento que por alto pasó el Usía.

Diego Emilio (Granate y Azabache) Vuelta aclamada tras petición y Oreja. Juan Pablo Llaguno (Tabaco y Oro) Palmas y Silencio. Diego Sánchez (Celeste y Plata) Silencio y Silencio.

La tercia por completa, nueva en esta Plaza.

Saludan Fernando Guerrero y Mauricio Martínez Kingston tras banderillear a segundo y cuarto.

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