Zacatecas. Tercera corrida de feria: Hay corridas que merecen ser prohibidas

Por Juan Carlos Valadez – De SOL y SOMBRA.

La mansedumbre se está cargando como la peste la feria de Zacatecas, pero no solo Zacatecas, si no todas las ferias de México en donde vemos encierros con reses de comportamiento borreguno, débiles y famélicas. El sábado un encierro de Cerro Viejo impresentable, perdóne usted que lo repita con tanta constancia, pero es que las reses eran de sangre desechable, mansos a rabiar, sin una gota de casta y bravura en las venas, borrachos de sosería y sin conocimiento de la codicia, la acometividad, la clase…

La ganadería de Cerro Viejo ha hecho méritos suficientes para no volver a pisar esta plaza en unos años. Y ojalá así sea, aunque no sea más que para velar por la afición de los pocos que van quedando en esta ciudad. Toros de desecho y toreros soporíferos, aburridos, náufragos de una espantosa vulgaridad, pegapases, escasos de técnica, pesados, siempre ventajistas y que apenas lograron meter a los tendidos de la Monumental un tercio de entrada.

Un aficionado de toda la vida, al doblar el quinto se levantó, y dijo: “Me voy, porque si me quedo pierdo la afición…! Estas corridas habría que prohibirlas”. Lo que no me explico es porque los tres matadores brindaron uno de sus toros al publico. ¿Qué habrían visto? ¿Qué es lo que brindaban?

El festejo

Poco queda de aquel Jerónimo que hizo albergar algunas esperanzas en la pasada década y durante finales de los 90s. Tiene empaque de torero antiguo e inclusive por momentos cuando se acomoda nos regala algún muletazo de antología como sucedió en el cuarto al que le corto una oreja demasiado benevola. Pero con su primero que era un manso con peligro, Jerónimo no tuvo argumentos técnicos ni estéticos para resolver la difícil papeleta.

Arturo Macías estuvo irreconocible, se fue en blanco como un fantasma y es que esta vez no tuvo material para dar su acostumbrado concierto de destoreo. Con el quinto alargo de más y su faena paso inadvertida por el público, con la espada anduvo fatal y escucho dos avisos. Con su primero tuvo un prometedor inicio capotero pero nada más.

Jorge Sotelo hizo lo que pudo con el lote de mansos que le toco en suerte y que en realidad fue muy poco, pero que fue suficiente para cortar una orejita del sexto.

Al final lo dicho: hay corridas que merecen ser prohibidas; aunque no sea más que para que no se pierdan más aficionados…

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