Ocho con Ocho – Pepe Luis Vázquez Por Luis Ramón Carazo.

El domingo pasado 12 de octubre de 2014, con gran dolor recibimos los taurinos la noticia de que Pepe Luis Vázquez había dejado el mundo material para irse a la eternidad , para alegría de sus innumerables colegas y amigos que allá habitan, pero para gran tristeza de quienes nos quedamos para confortar a su familia que lo adora, en especial el más cercano compañero de sus andanzas, su hijo, el matador de toros José Luis Vázquez, hoy en día funcionario público y quién vivió con Pepe muchas horas de sabia conversación taurina, en tientas y cuando su papá era juez de plaza.

Su papá asistía casi todos los días a los Viveros de Coyoacán. Fue maestro de toreros, uno de ellos su propio hijo.

Pepe nació en Matehuala San Luis Potosí en 1920 y hoy se recuerda con nostalgia, que él fue el primer novillero en obtener en la Plaza México, los máximos trofeos por aquella época, oreja y rabo, de un novillo de Atlanga el 16 de junio de 1948, es casi desconocido que curiosamente durante ésa misma tarde, otro de sus colegas de cartel, Isidoro Morales peruano de nacionalidad (parece que populacheramente) también logró la misma cantidad de trofeos, para ser la única vez con esa feliz coincidencia en la historia de nuestra monumental capitalina.

Por cierto desde el 8 de noviembre de 1987 no lo ha logrado algún novillero, estancándose los números conseguidos en La México por novilleros en 47 rabos. El último lo consiguió Alberto Galindo El Geno, orejas y rabo del novillo Don Coyo de la ganadería de Jorge Hernández Andrés.

El 7 de septiembre de 1947, consiguió Pepe Luis Vázquez el segundo rabo en su trayectoria novilleril en La México con un astado de La Laguna. Cabe mencionar que a partir de 1949, el reglamento taurino del Distrito Federal, establece que los trofeos que se conceden como homenaje a las faenas son; oreja, dos orejas y dos orejas y rabo.

Para cerrar con broche de oro su temporada novilleril en La México, el 21 de septiembre de 1947, entre novilleros inolvidables como lo fueron, Joselillo, Fernando López El Torero de Canela, Tacho Campos, Jorge Medina y El Ranchero Aguilar, Pepe que también lo es, fue el ganador con su gran actuación del Estoque de Plata en disputa aquella tarde.

Pepe Luis llegó con el antecedente a la plaza México de haber conseguido como novillero otros tres máximos trofeos, de oreja y rabo, en el desaparecido Toreo de la Condesa ubicado en El Palacio de Hierro, Durango, en nuestra capital.

Su maestro lo fue Fermín Espinosa Armillita y en su experiencia encontró los aspectos positivos de la técnica, tan esencial e ineludible para caminar con paso firme y seguro ante los bureles. Tenía fama de gran estoqueador y hubo toros a los que lo logró haciendo la difícil suerte de recibir.

Pudiera entonces preguntarse cualquiera si tal trayectoria no era merecedora de una culminación como figura del toreo, cuando Pepe tuvo gran historia como pocos la alcanzan en la profesión. Luchando contra un mundo taurino hostil, fue la vida de un hombre que fue el primer novillero en convertirse en matador de toros, en la plaza México el 23 de noviembre de 1947, su padrino fue Manuel Gutiérrez El Espartero y el testigo Ricardo Balderas con un toro de Lorenzo Garza sangre pura de San Mateo y desde esa fecha hasta 1972, se fue sin una tarde de despedida hasta que el cuerpo le indicó que no más debía estar en activo.

Desde entonces se dedicó generosamente a enseñar a muchos toreros, reitero uno de ellos el matador de toros del mismo nombre ya hace algunos años a Paulo Campero y seguía siendo uno de los tentadores más reconocidos en el campo bravo, eran famosas sus idas a San José de Buenavista, dónde al amanecer era su costumbre darse un baño de agua helada.

Tuvo actuaciones en diferentes plazas del mundo y quede como anécdota que fue de los pocos que lo hizo en Filipinas. Como novillero en Caracas, Venezuela, sufrió una grave cornada que le lesionó la femoral y el nervio ciático, tanta afición tenía que así logró las hazañas que he relatado en La México. Hace algunos años el club taurino de Los Ángeles le rindió homenaje a su brillante trayectoria en Tijuana, en memoria en particular de sus grandes estocadas.

Ya retirado su gran afición lo llevaba a no perderse festejo alguno en especial en La México, donde además por varios años fue buen juez de plaza y vivía intensamente la tarde desde el sorteo, dónde el domingo pasado me lo dijeron los asiduos asistentes, se le extraño.

Su vida fue la de un hombre recto y justo, que nos deja con el dolor de verle partir, se nos adelantó en el paseíllo de la vida una de las personas con mayor sentido de lo que representa ser en la vida, torero ¡Descanse en paz! A todos los que lo queremos, pero en especial a su familia, nuestras más sentidas condolencias.