El Blanco Desdoro – Puerta Grande de “El Payo” en Alternativa sin Brillo.

Soberbia Verónica de “El Payo” en Aguascalientes.

La esperada alternativa acaba en fiasco ganadero en presencia y juego del fallido encierro de Montecristo. Con solo media plaza, el nuevo “Armillita” deja más dudas que claridad en día tan señalado demostrando, otra vez, que en los toros adelantar la suerte jamás es recomendable. Talavante pese a su voluntad y buena realización falla con la espada en tres turnos mientras que “El Payo” confirma que su sitio es quizá ya una de las mayores realidades del toreo mexicano.

Por: Luis Eduardo Maya Lora – De SOL Y SOMBRA. Aguascalientes.

Salió de blanco. Se fue de blanco. Se quedó en blanco.

Y no sólo por las fallas con la espada.

Fermín Espinosa “Armillita” -le anuncian como el IV- no ha sido el primero en apasionar, arrebatar, transmitir e ilusionar con lo bueno que podría ser como torero. Sometido a la presión que han pasado todos los toreros, esta vez su administración no puede hacer nada para evitar que al joven “Armillita” le quede grande la escena de enfrentar el primer turno de una corrida tan señalada como esta.

Una plaza fría, un día de tarde muy corta y noche demasiado seria, paga mucha plata para ver un encierro de latón, espectáculo que nada tiene que ver con el del auténtico toro de lidia trae Montecristo y condena a esa Afición a no entregarse con lo que ve.

Sino al contrario. Cada día hay más dudas.

Este, nos preguntamos, si será realmente el toro que pude hacer grande no solo a los toreros sino a la Fiesta. El encierro, en presencia, es impresentable por chico y paupérrimo de cara sin que las excepciones de cuarto y quinto le salven. Con esto doctoran al nuevo “Armillita” y, por ello, deja la Plaza como entra, en novillero, con un vestido inmaculado por arrimarse lo menos y con su cartel, cruelmente, a la baja.

De ahí las protestas a la salida del primero.

La suavidad, la verticalidad y la planta del recién alternativado son indubitables, cierto empaque. Pero cuando se deja la novillería no puede todo ser algodones azucarados ni el mundo de caramelo, menos si sale el azúcar como toro de doctorado. Ideal para un torero con temple, el primero de la fría noche, sale cayéndose y el joven “Armillita”, tan pendiente de las porras, pide calma tras el inicio.

Dos verónicas y media bien rematadas, aplaudidas, son preludio del tercio de varas donde el astado flojea. Las infanterías tratan de mantenerle en pie y tras sentido brindis paternal, la responsabilidad total de cuajar al noble y débil astado recae solamente sobre el recién alternativado, ahora solo frente –anteriormente se decía- al peligro, hoy ante el escrutinio público.

Por fuera del tercio, frente al Palco familiar, Fermín comienza alternado y sigue por derecha con el viento molestando, como en esa tarde de la despedida del Maestro Espinosa Saucedo que cuentan las crónicas el molesto vendaval que hacía de la muleta, “banderas al viento” Lejos, dejando pasar a distancia, “Armillita” se estrecha algo más conforme las tandas ocurres, el muletazo es limpio, se corea pero cala poco.

Trasciende poco el nuevo matador, el toro pasa pero en toreo pasa muy poco, serían los nervios, la responsabilidad, pero Fermín está tal como mata, desigual. Ovación.

Entonces prosigue el primer encuentro, pequeño mano a mano entre Alejandro Talavante y “El Payo”. El extremeño se gusta toda la noche con la capa pero se contagia de la nula condición de su lote y el de regalo. Debe ser frustrante lidiar el insulso e impresentable segundo o el infumable séptimo que no entendemos para qué regalarlo si ha cuajado una actuación plástica y en momentos de fantástica conjunción.

Clase y torería.

Tras la salida del casi ensabanado cuarto, uno de dos aceptablemente presentados, tira de la chicuelina inicial y cordobina en el quite, vertical y casi sin sacar los brazos, que remata casi en toriles con larga, previa tafallera, ante la mansedumbre del toro siempre presto a huir. La Afición responde. Luego tras ayudados con verticalidad, Talavante comienza a emborrachar con el de pecho de remate, en los derechazos.

Y conforme el torerísimo derroche se advierte, igual se contempla la huida del astado que confunde a algunos de inicio pero acaba con la cara alta, rajado de pronto. Lo esperado no llega, pese a los naturales de frente y los cambios de mano previos al pinchazo y estocada con recuerdo en el muslo y la vuelta aclamada del torero.

La respuesta de “El Payo” no se hace esperar.

Única mácula, como hace siete días, la mala colocación al momento de devolver los trastos, apenas una observación dentro de su entregada y rotunda actuación. Porque era para perder los papeles las caídas y flojedad del manso segundo. Solo su capote podría con ese temple hacer caminar al débil a la verónica de manos bajas o hacer que desplace en torno al diestro con la derecha luego de darle el tercio frente al toril.

Encuentra toro en todo el sitio de su planta torera, impone el ritmo, sostiene en pie y, a pesar de todo, emociona. Como al esperar y aguantar los remates o las dudas del cárdeno bicornudo. Encela porque tapa, torea y corre la mano porque su valor está en el mejor de los estados, la plenitud: en noche de media luna, Octavio García es plenilunio del toreo incluso frena la embestida en algún redondo o ese pase de pecho.

Más a la media altura. Perfecta y relajada composición derechista.

Certero con la espada, cita a la distancia en la suerte contraria y deja media puerta grande abierta justo cuando se encuentra con el espantoso, peligroso, manso quinto de horrible badana, con la edad reflejada en las cepas gruesas y la mirada dura, como el frío cierzo que recorre Aguascalientes. Testarudo, el negro toro protesta, escurre y complica la labor a “El Payo” que saca el cincel.

Así, golpe por golpe, devuelve al manso lo que el manso regatea, a cada trampa del toro que sale a por el sitio del torero o mira por encima, el diestro responde y abruma al toro para adelantar la pierna e imponer su mando saliendo siempre al frente y encontrando, materialmente, las vueltas a la embestida.

El gesto lo dice todo.

La faena de la noche vibra en el tercio, otra vez, frente a toriles donde cierra la imposición con un soberbio pase de pecho. No obstante, la estocada es contraria la puerta grande es consecuencia natural de una prueba más que García pasa y rebasa. Que aun sin toro, sigue habiendo torero. Y sale a hombros.

Al toro sexto lo tapa la capa y los montones de arena encima.

Embiste, seco, riguroso de inicio pero en momentos, principalmente en el inicio de cada tanda, responde justo cuando la muleta queda puesta y rebosa la embestida larga sin una sola mala mirada. Menos mal carece de poder para no evidenciar a quien tiene enfrente que sin una mácula en el albo terno se ha marchado. Demasiado pendiente de la música, Fermín alcanza dos tandas estimables de derechazos sin mayor sazón.

Hay que arrimar de menos el alma.

Lo interesante, para torear con naturalidad es cimentar el toreo en un valor transparente, casi invisible, como el giro sobre la pierna de salida que no vemos, el que no pierde pasos sino mantiene el sitio y mejora la embestida sin recolocarse, como diría el no recordado por la Autoridad, José María Manzanares padre, sin ligazón ni ritmo. Eso, lo difícil, dejarla puesta, soportar el lento paso, pedía el castaño.

El joven “Armilla” no lo tiene.

Lógicamente preparado no ha estado. Estocada que hace guardia es la muestra.

Aun así le conceden la borla. Ese ha sido su riesgo, no placearse, no mostrarse, decían “no es necesario”. Y alguien lo ha tomado, ha decidido, por el propio diestro. El toro, ese elemento incómodo que pone a cada quien en su sitio, ha dicho otra cosa. Y recordemos, más que un decir el arte es un hacer, la exteriorización, al menos, de un sentimiento.

Por algo, reiteramos nuestra creencia, adelantar la suerte, nunca es recomendable.

A riesgo de dejar el oro de la categoría en decepcionante desdoro.

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Aguascalientes. Festival de Calaveras 2014. Plaza Monumental. Menos de media plaza en tarde fresca con frío durante todo el festejo y viento durante los primeros tres turnos y durante el sexto. Poco ambiente entorno a la Plaza. Localidades generales cerradas.

7 Toros, 6 de Montecristo (Divisa Verde, Obispo y Oro) Mal presentados por chicos, pobres de cara y sospechosos de pitones salvo cuarto y quinto; y 1 de San Isidro (Divisa Azul Rey, Amarillo y Rojo) lidiado como sobrero de regalo, chico y débil, sin bravura.

Alejandro Talavante (Grana y oro) Silencio, Vuelta al Ruedo y Palmas en el de regalo. Octavio García “El Payo” (Azul Rey y Oro) Oreja y Oreja. Salió a hombros. Fermín Espinosa “Armillita IV” (Blanco y Oro) que toma la Alternativa, Ovación en el tercio y Palmas tras aviso.

El tercer espada se doctoró con el toro de la ganadería titular nombrado “Zarco” número 99 con 491 Kilogramos, negro, alto, largo, anovillado y muy pobre de cara.

Mal la Autoridad que al finalizar el Paseíllo que no ordena irrespetuosa e indebidamente guardar al menos un minuto de silencio o aplausos en memoria del Matador de Toros José María Manzanares padre fallecido el pasado martes. Nueva falta de lesa torería de la Autoridad de Aguascalientes.

Destacan Sergio González, Valentín Lujan y Rafael Romero a la brega toda la noche, lo mismo que el aspirante Aldo Navarro que saludo tras el segundo tercio del cuarto turno.

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