Tiniebla, Sombra y Penumbra – Arriba el Crudo Invierno Taurino en Arrumbada Tarde.

Rebolera de Fabián Barba al tercero de la tarde.

El dicotómico y casi interminable catálogo de antagonismos que es la Fiesta Brava se rompe al no encontrar la seda y el oro oposición al frente. exigencia y casta de la raza de lidia. Ante la escasez, los precios se encarecen y cuando la bravura aparece, como en el cuarto turno, que hay que aprovecharla. Como esto no pasa, la terna devorada por el frío, la mala suerte o la “espantá” más tragicómica de los últimos tiempos. Tal como está ocurriendo con la Fiesta misma.

Por: Luis Eduardo Maya Lora – De SOL Y SOMBRA.

Se “aprocunó” dice parte de la concurrencia ante la “espantá” de Leandro al final del ultimo tercio en el quinto turno.

Ya sabemos la inmutable, en piedra labrada, sentencia de Pedro Romero, el de Ronda, la pétrea joya malagueña: “La honra del Matador consiste en nunca huir de la fiera…” Lejos está el diestro vallisoletano de cualquier norma taurómaca y años luz de cualquier acepción procunista.

El de San Juan pasado el petardo se agigantaba, por alto, con banderillas, con personalidad, con acento, nunca con pose. Retratar bien, hacer sombra, diríamos en el arte de fistiana, es lo que se ha dedicado a hacer el diestro español, con esa buena suerte que le toca en el sorteo, el segundo, el más chico de la corrida y el más noble, un pequeño terrón de azúcar que se le atraganta.

Este segundo feo de cara, protestado –levemente, claro- de salida, ha tenido la intención siempre de embestir completo desde el cite hasta el remate del muletazo. Demora años en encontrar el terreno correcto, Leandro, parece uno más. Anteriormente, cuando La México aun contaba con aquellos quince mil taurinos que los tiempos se han llevado se formaba la necesaria protesta, de fondo y denominativos como “maleta” o… algunos impronunciables que llegaban.

El de Valladolid ni a eso.

Desarme con la zurda, luego de una brevísima tanda con la derecha resumen su terrible actuación para rematar con un “sprint” y consecuente salto de altura al “colchón” del callejón tras masacrar abajo al serio quinto. Ni el salto puedo darlo sin enganchar, se nota que Leandro queda afectado tras su estrellón en la barrera de hace un año. En fin, no les extrañe, aun habrá –los conozco- creyentes en la profecía del cometa y los hombres barbados venidos de oriente.

Y no eran los Reyes Magos.

Lo malo es que de este lado, acá en el Anahuac, las cosas no andan del todo bien.

Para muestra la indecisión y ligereza de Alfredo Gutiérrez que por segundo año consecutivo encuentra un toro bravo, el cuarto. Anteriormente, Alfredo, regiamente vestido y no exento de virtudes taurinas, se apura mucho a reponerse, lo mismo con el capote en las navarras que con los derechazos, con una rapidez sorprendente de pies entre pases ante el débil y listo primero. Gutiérrez se nota más reponiéndose que toreando por andar a tal velocidad, sin que el toro mejore.

Todo lo contrario. Abarca todo en donde el torero deja de mandar.

Así las cosas, el cuarto de la tarde anuncia poco de inicio, frío, distraído muestra a Gutiérrez inteligente con la capa brinda adentros y muestra paciencia en el puyazo de Efrén Acosta hijo. Problemas con las cuadrillas, muchos enganchones, poco temple y menos largueza en las telas. ¿Cuándo será el día en que las cuadrillas entiendan que en la brega lo importante no es la lucidez sino la atingencia?

Parece que nunca.

Es entonces que entre tanta grisura, opacidad, la luz mal colocada y tenue de La México, la tiniebla taurina que nubla el entendimiento, montera puesta, Alfredo Gutiérrez se dobla largo y extenso con el punteño que pasando la segunda raya comienza a responder. Por ello las primeras tres tandas, firmes, emocionantes y bien ligadas hacen que la concurrencia se emocione con el derechazo bien logrado.

Una faena se anuncia. Pero a cada esperanza iluminada, con estos toreros, hay que considerar la amenaza de que algo salga mal, que no se alcance a rematar lo que se anuncia. Gutiérrez, en línea de inicio, tiende a no dejar espacio al toro, a no serenarse, giros con una rapidez ultrasónica y, sobre todo, una incomprensible tardanza a tomar la muleta con la izquierda.

Un pase del desdén espléndido.

Cuando lo hace, Alfredo puede lucir, pero le cuesta un mundo no ayudarse con la espada simulada, aliviar al toro pero quedarse quieto, contestar a la posible violencia del toro, como diría Jorge Gutiérrez en el callejón presente, con cadencia, con caricia y, en consecuencia, temple. Lo intenta, incluso un cambio de mano por delante y por alto que no prende. El toro en un remate le quita la montera. La faena aun vive pero…

La gente se confunde y lo confunde.

El pitón bueno, el que implica la conquista final, es el izquierdo, porque es el más difícil. Tira a la cómoda y el toro, que le responde a cada cite, lo deja en la penumbra de una estocada entera pero tendida, al volapié pero trasera que congela, correctamente –al fin- la petición de oreja adecuadamente negada por Usía.

Menos mal la seriedad se impone. Eso mismo esperamos de Fabián Barba.

Con el capote espléndido, en lances de recibo rematados con soberbio rodillazo y en el gran quite al tercero, intervención capotera sensacional con tafalleras cargando la suerte primero y luego describiendo la curva al cambiar el perfil citando de espaldas para echarse el capote a la espalda y rematar rebolera por detrás. Fabián, si se mueve algunos milímetros es mucho.

Todo vertical y exacto en plenos medios de la Monumental México.

Temo que el precioso segundo, deja ahí todo. Nada trae dentro, solo tiene fachada.

Ni los mismos ni el inicio por alto lo mejoran. Por eso, la gente espera al terrorífico y grande sexto, un toro tan bruto por fuera como por dentro al que Barba le pega gaoneras cuya simplicidad las hace perfectas, verticales y a pies juntos, lances valientes y toreros, bien rematados. La duda es el inicio de faena, cuando tras nuevo sainete en banderillas de la cuadrilla, el toro tiene todo el campo del mundo para primero pensárselo y luego hacer lo que le plazca abierto a los medios, tras inexplicable cambiado por la espalda.

Por ello, me parece, no termina por desarrollar a bueno.

La generosidad del torero el toro la cobra cara.

Aun así, Barba intenta correrle la mano y esconderle la muleta en el cite para que no salga huyendo y doblando contrario como ha sido. Pena, porque otra vez un toro vuelve a tener mala suerte en el encierro.

Y la Afición. Lo que queda de ella.

Sin claridad que la ilumine, la saque de la tiniebla.

Sin que el alegre “Sol” que sea el complemento taurino de la apretada “Sombra”

Sin milagro que deshaga la oscura penumbra.

Antes ese milagro ha sido el arte… hoy también pero parece que no llega.

Texto: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Temporada Grande 2014-2015. Domingo, Diciembre 21 de 2014. Novena Corrida de Derecho de Apartado. Menos de un Cuarto de Plaza en tarde fría con viento que no llega a molestar sustancialmente la lidia.

6 Toros, 6 de La Punta (Divisa Rojo, Gris y Oro) Dispareja de presencia. Feo de cara el lidiado en tercer lugar. Sin remate el que abre plaza. Bien hechos los lidiados tercero, cuarto y quinto lugar. Altísimo y desproporcionado el sexto. Mansa en lo general, noble y con recorrido por ambos pitones el segundo y bravo, con raza, el cuarto de la tarde.

Alfredo Gutiérrez (Tabaco y Oro) Silencio y Saludos tras Petición. Leandro (Granate y Azabache) División y Bronca tras Aviso. Fabián Barba (Grana y Oro) Palmas y Ovación

Correcta la Autoridad al negar la oreja al primer espada en el cuarto turno.

Mala tarde, otra vez, de las cuadrillas en general varias y muy dañinas pasadas en falso, así como muchos enganchones en las telas. Destacan a caballo Efrén Acosta hijo y César Morales que son ovacionados durante el tercio de varas del cuarto y sexto turnos.

“Monteritis” de Alfredo Gutiérrez. Derechazo al cuarto de la tarde.

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