Opinión: El toreo intuitivo

 

Antonio Sanchez Puerto
Antonio Sanchez Puerto
 

Por J. C. Sanchez.

* Publicado sobre un texto de Sánchez Puerto en Cuadernos de Tauromaquia.

Todo está en constante evolución. Generalmente para mejorar con respecto a versiones anteriores. Sin embargo esta máxima de mejora no es siempre aplicable a las disciplinas artísticas, entre las que indudablemente se encuentra la Tauromaquia; el toreo.

A la hora de hablar de Arte encontramos distintas escuelas, formas, etapas, que se distinguen por una determinada manera de expresar el mensaje por parte del artista. Y, salvo excepciones sobresalientes, los artistas desarrollan su obra dentro de los parámetros marcados por un estilo que se encuentra delimitado temporalmente.

Esto es lo que ocurre, en buena lógica, con las formas de interpretar el toreo de diestros que desarrollaron su arte en tiempos anteriores al actual, y cuyas maneras difieren en mayor o menor medida a las dominantes hoy día.

Es el caso del torero protagonista de estas líneas; de nombre artístico Antonio Sánchez Puerto. “Sánchez” por su padre, claro está. Y “Puerto” por Cabezarrubias del Puerto, terruño ciudarrealeño del que proviene. Alguien que vivió sus años dulces a mediados de los ochenta -salió a hombros de Las Ventas un 15 de agosto de 1986- y principios de los noventa, y que bebió de las postreras gotas que manaban de fuentes que llevaban por apellido Bienvenida u Ordóñez, por citar solo dos, y que aún hoy día, en el campo, sigue derramando gotas –ocasionalmente verdaderos chorreones- de toreo añejo y asolerado del que las actuales generaciones podrían extraer más de un apunte. No con el fin de imitar, pues las imitaciones nunca rindieron pleitesía, sino para impregnarse de una concepción del toreo en el que la naturalidad y la torería no impostada impregnan cada acción.

Y ¿cómo es esa personal concepción del toreo? Pues aquella que nace de la intuición de un chiquillo que soñaba formas de torear propias a partir de una foto publicada en El Ruedo o en cualquier otra publicación de la época; que se imaginaba dando verónicas en base a la narración verbal de un lance expuesto por un taurino en la plaza de Santa Ana; un torero que no contó con los actuales métodos de reproducción de imágenes (instantáneas o en movimiento) para incorporar a su tauromaquia la tan manida –y por otra parte necesaria-  técnica. Y sin embargo un gran torero. Un torero intuitivo.

Una muestra de la importancia que en aquellos tiempos, no tan remotos, se prestaba a la intuición es el siguiente apunte: el de Cabezarrubias estoqueó su primer becerro en la plaza de toros de Teruel. La ocasión se originó por el interés que Sánchez Puerto despertó en Domingo Dominguín, quien días antes había atisbado la calidad de aquel menudo torerillo, al presenciar un quite que el ciudarrealeño ejecutó como sobresaliente en la parte seria del Bombero Torero en Villalba. Fue, por tanto, la casa Dominguín, en la élite taurina de aquellos años, la que ofreció al aprendiz su debut como matador. Algo verían en él… Mas aquellos eran otros tiempos. Distintos. Las formas actualmente son otras. En el más amplio sentido de la palabra “forma”.

A pesar de no vestirse de luces desde el 2009, Sánchez Puerto sigue toreando y deleitando en el campo, además de intentar imbuir de toreo durante años a los alumnos de la Escuela de Tauromaquia de El Espinar. Aún hoy, 36 mayos después de su alternativa, hay afortunados –entre los que me cuento- que tienen la impagable fortuna de ver a Antonio interpretar una tauromaquia empapada de elegancia, desprovista de urgencias, personal y relativamente intransferible. Que invita a la ensoñación de otro toreo posible. Un toreo que con algo de prisa y sin pausa se desvanece junto a sus últimos intérpretes.


Vía: http://www.lanzadigital.com/news/show/toros/el-toreo-intuitivo/78533

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