Tendido 7: ¡Es una cita ineludible!

Manolete y Silverio Pérez.

Por Xavier Toscano G. De Quevedo.

Nuestro arrogante y excelso espectáculo taurino tiene como característica fundamental el ser una celebración que está revestida de un gran fondo de solemnidad, éxtasis, encanto y, en algunas ocasiones… ¡con un final trágico!

Faltan tan sólo dos días para que se cumplan sesenta y ocho años de una de las más grandes tragedias que han conmovido no solamente a nuestra Fiesta Brava, sin que igualmente al mundo entero. El fallecimiento del torero más admirado en el universo de los toros, Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, en un pueblito minero de la provincia de Jaén, llamado Linares.

¿Quién no ha escuchado por lo menos en algún momento hablar de Manolete? —y hoy de nuevo me viene a mi memoria una conversación que se ha repetido entre mis amigos en infinidad de veces, y para no perder la costumbre, sucedió en días pasados; hola mi estimado Luis Antonio ¿Cómo te ha ido?… ¡Muy bien Xavier! ¿Y tú como vas con tu problema de salud, y por cierto sigues con la afición a los toros, y más hoy que están continuamente agredidos, ya viste la prohibición que dictaminó el gobernador de Coahuila?… Claro Luis Antonio y en ésta increíble Fiesta seguiré toda mi vida.

Oye amigo mío, ya que tocaste el tema de los toros ¿Qué sabes tú de nuestra fiesta?… ¡Realmente muy poco Xavier, estoy enterado de los toros que corren por las calles en la fiesta de San Fermín en la ciudad de Pamplona! … Y de toreros ¿Te acuerdas de alguien?… ¡Sí, toda mi vida he escuchado hablar de “Manolete”!..  ¿Por qué tú pregunta Xavier?… ¡Luis Antonio, es que a todos los que les formulo ésta pregunta, invariablemente me dan la misma respuesta, no obstante que no les atraiga la Fiesta Brava!… ¡Hasta luego Luis Antonio, no veremos otro día!

Siempre es así, la respuesta invariablemente seguirá siendo la misma, y es que en el mundo entero se reconoce al “Califa de Córdoba” como el símbolo más emblemático del espectáculo taurino. Hablar de Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” es centralizarnos en nuestra mágica y hermosa Fiesta. Él goza de un lugar preponderante entre todos los toreros que marcaron el acontecer del toreo en la primera mitad del siglo XX, junto con José Gómez Ortega “Joselito” y Juan Belmonte, que son los auténticos revolucionarios del toreo.

Con una larga trayectoria de estirpe torera, Manuel Laureano nació en la ciudad de Córdoba, la de los Califas, el 4 de julio de 1917 —sólo faltan tres años para su centenario— hijo del matador de toros Manuel Rodríguez que también se anunciaba en los carteles como “Manolete”, pero que era más conocido como “El Sagañón”, y de Agustina Sánchez Martínez que había enviudado anteriormente del torero Rafael Molina Martínez “Lagartijo Chico”.

También entre sus familiares estaba José Dámaso Rodríguez “Pepete”, tío abuelo de Manuel, quien en el año de 1862 un 20 de abril perdiera la vida en la plaza madrileña que se situaba frente a la antigua Puerta de Alcalá ¡Qué paradoja de la vida!, un toro de Miura de nombre “Josinero” le quitó la vida a “Pepete”, y ochenta y cinco años después “Islero” igualmente de la ganadería de Miura terminaba con la vida de “Manolete”.

Con su llegada a los ruedos, que fue el 3 de mayo de 1934, y contando con 17 años de edad, actúa en un festejo sin picadores en la población de Écija, alternando en esa tarde con Palmeño II y Niño de Tamares lidiando erales de Natera. Es inmediatamente aceptado por todos los aficionados en España,  impactados por su solemne y enigmática figura, que mostraba en cada tarde y en todas las plazas de la geografía ibérica.

En Tetuán de las Victorias, provincia de Madrid, el 1 de mayo de 1935 torea su primera novillada con picadores, en esa tarde acompañaron a “Manolete”, Liborio Ruiz, Valerito Chico y el faraón de Texcoco Silverio Pérez, los novillos pertenecían a la dehesa de Esteban  Hernández.

Cinco años después de su presentación como novillero llegó para “Manolete” la alternativa, ésta se realizó en la Real Maestranza de Sevilla; el padrino, Rafael Jiménez Castro “Chicuelo” le cedió al toro “Mirador” de la ganadería de Clemente Tassara, atestiguando el doctorado Rafel Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”.

Fue hasta el año de 1945 cuando “Manolete” se presento en tierras mexicanas, el 9 de diciembre en “El Toreo” de la colonia Condesa, partió plaza al lado de Silverio Pérez y Eduardo Solórzano.“Gitano” de la vacada de Torrecilla, fue el toro de su confirmación, al que cortó oreja y rabo; su segundo, de nombre “Cachorro”, le causaría una fuerte cornada en el muslo izquierdo.

El 5 de febrero de 1946, inauguró la “Plaza México” junto a Luis Castro “El Soldado” y el “Berrendito de San Juan” Luis Procuna, los toros fueron de San Mateo. Actúa por última vez en nuestro país en la bella ciudad de Mérida el 9 de febrero de 1947 lidiando toros yucatecos de Palomeque, alternado con Fermín Rivera y Gregorio García.

“Manolete” estaba cansado, él deseaba retirarse de los ruedos ese año del 47, se acercaban los finales de la temporada, y en el pueblo minero de Linares, provincia de Jaén, anunciaban sus tradicionales fiestas de San Agustín. 28 de agosto, en el cartel de esa tarde estuvieron; Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”, Luis Miguel González Lucas “Luis Miguel Dominguín”, y los toros de Miura… y en quinto lugar salió “Islero”.

Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” es una de las más trascendentales figuras no solamente de Siglo XX sino que de toda la historia de la Tauromaquia. Torero de época, leyenda y modelo de la majestad y solemnidad torera, entregó a la Fiesta lo más grande que un matador pueda ofrecer; su holocausto.

Fuente: http://opinion.informador.com.mx/Columnas/2015/08/26/es-una-cita-ineludible/

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