RECAPITULANDO: El Traje de “Goberladrón” – Discutible Oreja para Gerardo Rivera.

Así quedaron los palitroques de Gerardo Rivera a “Goberladrón” novillo de Los Ébanos. Foto: ROVIRA.

El actual Gobernador de Coahuila, para de hoy en adelante, se convierte en el blanco de la ironía, ni siquiera de la ira, de los aficionados, el punto exacto donde el pueblo, actor necesarísimo de la corrida de toros como el Coro aquel de las comedias griegas, consigna, señala y desahoga la realidad de las cosas con la transparencia que tiene todo tendido en la Plaza de Toros. Ante lo ocurrido en Coahuila la gente no tendrá empacho en señalar la verdad del perverso interés de un hombre que podrá tener potestad política pero no legitimidad ni autoridad suficientes para solventar la embestida más complicada: la del toro de la crítica taurina.

Por: Luis Eduardo Maya LoraDe SOL Y SOMBRA.

Si tan solo la Monumental México, catedralicia como siempre, caprichosa últimamente, hubiese tenido un poco más de tino, no solo se habría limitado a anunciar un cartel como el de este domingo: salvo Gerardo Rivera, Gallardo y Pinilla son dos fichas ya muy jugadas.

Quizá La México habría traído el cartel que se resiste a dar.

Un cartel que demostrara, de una vez y por todas, que las novilladas cuentan. Así como la Afición, igualmente.

Y mucho. Pero no.

Solo se limitan, con un tino que recuerda a aquel Amo, Don Heriberto Rodríguez, ganadero histórico de esta y muchas plazas, a bautizar al cárdeno quinto con visos de roedor por tipo y por nombre, “Goberladrón” que contrasta con los lidiados anteriormente en esta novillada compuesta –parchada, dirán los más exigentes- por el hierro de la casa, Los Ébanos, y el hierro triunfador de Marco Garfias.

Este “Goberladrón” ya con su presencia no da la sensación de ser mucho de lo que en trapío se espera. Dice el cartelón que tiene la edad y el peso pero le ocurre lo mismo que a los políticos, están ahí porque un papel lo dice, porque un acta así lo refleja pero no por estar legítimamente aprobados por todos. Hay dudas. Este efecto ocurre con el segundo, el la presentación en México del debutante Gerardo Rivera.

Así Gerardo, novillero con un sello de ambición innegable, se topa con el novillo abecerrado como el castaño quinto. Luce con el capote, al quite por chicuelinas, y pasa por encima del novillo por el sitio y lo cerca que se lo pasa de inicio y se lo devora en banderillas, a pesar de hacerse de rogar, tanto puede que se pasa.

Para entonces la tarde es soleadísima, aunque sopla amenazante el viento.

Se encuentra el tlaxcalteca con un novillo no sobrado de fuerza aunque repetidor. Acude de largo pero cabecea. Con él, Rivera se muestra enterado. Inicia en los medios pese al viento y es una pena que su faena, por momento muy prometedora, de muleta arrastrada y trazo largo con los derechazos, encuentre al garfeño de pronto alcanzando la muleta.

Aun así impone su deseo y voluntad. Mejor por la derecha que con la izquierda.

Vence al novillo abrochando con cambios de mano por bajo algo afectada su postura y disposición a siempre estar firme… Todo bien salvo la espada. Pinchazo deja todo en saludos.

Es entonces cuando visto a Xavier Gallardo la novillada cae a un letargo.

No puede ante el fuerte e interesante primero un novillo, de Los Ébanos, que requiere pisar mucho el terreno, estar cerca y con firmeza, pese a lograr dos buenas tandas con la izquierda termina entablerado. Gallardo se embarulla con el cuarto, castaño serio y armado de Marco Garfias con el que tampoco somete o se impone y termina donde el novillo quiere: las tablas.

Adicionemos la incapacidad del colombiano Pinilla, viejo conocido del aficionado taurino, de plantarle cara al serio tercero. Imposible para Pinilla poderle al capacho pero de fuerte cuerpo negro astado se la pasa por los aires.

Más con la lluvia que inicia en ese cuarto y cae fuerte justo previo a la salida de “Goberladrón” Aquí, la puerta de los sustos abre el lugar de honor para el nombre de la deshonra.

Que hace “Goberladrón”, eso sí, hace honor al nombre.

Como diría Arthur Schnitzler de aquellos políticos que nadan para revolver el río y salen una vez revuelto para pescar en él “Goberladrón” hace todo por escapar. Con el ruedo en parte barrizal por la fuerte pero instantánea llovizna, el torillo finta con pararse, rasca la arena, como de un manso corresponde y Gerardo Rivera hace todo lo posible para que no pare, para que no frene su tranco pero empezando a pararle.

Le somete con el percal.

Vestido en capa gris rata, cual su nombre, embiste suavón a las verónicas templadas del debutante que se da el lujo a una mano, tras remate, de desdeñarle hacia abajo para salir andando. La llamada al caballo de “Goberladrón” es apenas aceptable, un piquetillo para dormirse en el peto e irse al toril.

Nada raro.

Cambio de tercio.

Aquí Rivera toma una decisión a la postre equivocada para efectos de la lidia.

Banderillear a un manso en las condiciones de ruedo debe ser, aunque los señores se indignen, obligación de la cuadrilla. Claro, Juan Ramón Saldaña y Luis Castañeda sintieron alivio, tras convencer malamente al novillero de banderillear para lastimarse, resbalarse y ser revolcado por el novillo en donde más lodo hay.

Como corresponde a los políticos oportunistas.

Entonces pasado el trance con efecto populista a la legión de seguidores, villamelones la mayoría, del tlaxcalteca, Gerardo procede a lo que siempre tiene que hacer, someter y doblarse efectivamente con el toro. La salida del pase hacia arriba ayudan al cárdeno y colocan a Rivera en posibilidad de ligarle el toreo pese a la huida clara del novillo, la primera serie es buena y emocionante.

Así vienen tandas clave, con la cintura rota arrastrando la muleta y logrando acallar a su Porra, con un gesto de imploración del propio torero. Entonces la faena crece y solo algunos enganchones la emborronan. Sin ser un exquisito, Rivera sabe torear bien y tiene la ambición suficiente para no perder oportunidad de pegar naturales y su acostumbrado remate por bajo.

Todo, ante un novillo que mientras más se le templa, más protesta.

Como a los políticos.

Todavía por bajo cierra, con tres ayudados y un desdén, una faena que, como ha de suceder en Coahuila, que le ha arrancado al manso “Goberladrón” todo lo que haya podido oponer al torero. Pena grande que la estocada, el remate y coronación del trasteo haya sido tan defectuoso.

Como no debe pasar en Coahuila. No importa que tan enlodado esté el piso.

Por eso Rivera no debió cortar la oreja.

Mayoritariamente pedida, estadísticamente procedente pero la estocada bien puede echar a perder todo.

Como en Coahuila.

Donde hay un toro para triunfar, el de la prohibición, como “Goberladrón”

Veremos si hay muletas, toreo y toreros, suficientes.

Pinilla queda rebasado, otra vez, en el sexto y nosotros algo empapados de lluvia pero esperanzados que se diga la realidad respecto al traje que viste el Gobernador de Coahuila: el del malsano interés particular.

Rivera triunfa en su presentación.

Como esperemos que triunfe el toro del amparo ante la ratonera muleta de un Goberladrón. 

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Temporada de Novilladas 2015. Domingo, Agosto 23. Octavo Festejo de Temporada Chica. Menos de un cuarto de Plaza en tarde soleada al principio y nublada a partir de la lidia del segundo y con lluvia durante el cuarto turno enlodándose el ruedo inmediatamente. Mucho viento molesto durante toda la lida y porristas inoportunos y poco taurinos en el tendido de sol.

6 Novillos, 3 de Los Ébanos (Divisa Verde) Lidiados en primero, tercero y quinto lugar. Dispareja de presencia destaca, aunque berreón el quinto; y 3 de Marco Garfias (Divisa Rojo, Naranja y Negro) Impresentable el segundo por abecerrado, de largo recorrido aunque cabeceante. Serio y bien hecho el bravo cuarto, difícil el cierra plaza.

Xavier Gallardo (Marino y Oro) División y Pitos.  Gerardo Rivera (Burdeos y Oro) nuevo en esta Plaza, Silencio y Oreja. Camilo Pinilla (Tabaco y Oro) Nuevo en esta Plaza, Pitos y Silencio tras Aviso.

Fatal las cuadrillas que durante el segundo tercio de la lidia del quinto no son capaces ni de sujetar ni de lidiar atinadamente.

Aquí la “autoridad” (ir) responsable. “Goberladrón” y sus actos, a examen.

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