El fin de semana la Plaza México en 48 horas saco de sus entrañas una docena de toros y la completo con otra media de toreadores, como en el tianguis del camellón de Plutarco, donde la figura es ese taurinazo Don Juan Carlos Bojórquez, el que una tarde en el tendido de sol al ver un encierro infumable de su ronco pecho soltó aquel grito de ¡Doctor! ¿dónde compro ese saldito de toros?, lo cual ha sido una constante durante la temporada con la excepción en trapío que mando la dehesa de Jaral de Peñas, entre cuyos guapos venía uno de bautizo ‘Mazapán’ pintado por fuera en burraco lo que hizo que visualmente creciera en la arena, aunque para el gusto del ‘burraco’ el que esto escribe, hubiera lucido más con algo de volumen extra, el burel traía varias encomiendas, la primera; convertirse hasta ahora en el toro de la temporada, lo que sí fue, otra; toparse con un torerazo que en una tarde de magia se subiera hasta los cuernos de la luna, le acariciara las orejas llevándoselas de aretes a las páginas de la historia en donde presumiría además que ese toro le arrimo el rabo hasta la saciedad y el lidiador cómo no le quedaba de otra se lo adjudicaría para enredárselo a la cintura e irse revaluado por todo el cuerno de la taurina, lo cual creo que no sucedió ni sucederá y entre todo eso una pregunta ¿Por qué ‘Mazapán’? las veces que tuvo a Diego Silveti a merced, le perdonó la vida contra toda lógica, ¿no sería porque le faltó un pellizquito de bravura y la tapo con nobleza y por eso a su matador no le voló el pescuezo, ni le destazo las carnes?, el caso es que la zalea del toro ya está en las manos del taxidermista cumbre el famoso Genaro Hernández ‘El General’ quien con sus brujerías le ‘devolverá la vida’ y lo inmortalizará para orgullo de la dinastía Barroso…
URDIALES UN PALIATIVO
Este domingo volveremos a ver partir plaza a ese matador español y cuarentón Diego Urdiales, el cual con el atributo de ser un torero de las zapatillas a la coleta, trae metida a la afición en un torbellino de ilusión provocado por el hecho de que su arte esta soportada por el pedestal de la verdad y esto lo aviso para todos aquellos que piden a este escribano que cuando valga la pena que vayan a la plaza, les pase el pitazo y pa’ que no se vaya a sentir la hija predilecta de la Virgen de Fátima, Sandrita de la Rosa les diré que también va en el cartel Federico Pizarro y a ver si ‘El Payo’ paga la que debe y se empina a los veteranos.
TIENDA TORERA
El barrio de San Juan estuvo la cremería ‘La Crema’ y a unos pasos en Márquez Esterlíng se hallaba la pensión, lugar donde despachaba y vivía ese legendario novillero que lo fue Joselillo, al que un novillo en la Plaza México le metió un guadañazo que lo mando a la tierra de nunca jamás, y esto viene a colación porque sobre esa calle de Luis Moya en el # 90 ha quedado instalada la vendimia torera en donde a partir de ¡ya! se están surtiendo los toreadores de luces y de traje corto y de todo lo que requieren pa’ salirle al toro, armados y decorados.
ARENA Y CENIZAS
Manolo Pérez, aquel novillero que debutara en el Toreo de Cuatro Caminos y que en el año de 1958 le viera la luz del túnel a la Plaza México, volverá a ella para entregarse en un mano a mano de cenizas y arena eternas, en una ceremonia sin más testigo que la soledad del frio del cemento monumental, la entrega torera la hará el novillero Luis Miguel Pérez, en lo que será un acto de alta sobriedad padre e hijos despidiéndose en un ruedo, abriendo la Puerta Grande de la otra cara de la fiesta, la de la muerte, inseparable compañera de los toreros, a los que tarde o temprano recibe en su regazo.