La “Casi” Rotundidad de Fermín Rivera – Esfuma Triunfo en Fiasco Carmelita.

El mando entero, a compás abierto, el derechazo de Fermín Rivera se impone… salvo la espada.

Lo tenemos que decir, de lo contrario, faltaríamos a la más elemental verdad taurina, dos fiascos se cargan casi la tarde entera: la mansedumbre y debilidad de Villa Carmela y la equívoca y desesperante forma de rematar las faenas del primer espada. Fermín Rivera deja en un suspiro muy fino y muy serio, como su toreo, la posibilidad no solo de salir en hombros sino de dejar claro que su toreo está para cosas aun más grandes que solo cortar las orejas en una Plaza México demasiado a la deriva. Sin opción alguna, Daniel Luque y Sergio Flores quedan limitados a solo demostrar sus buenos oficios y fundamentos toreros.

Por: Luis Eduardo Maya Lora – De SOL Y SOMBRA. Plaza México.

Si recordamos, hemos consignado a tres toros de Villa Carmela, con el de hoy tarde en La México, que de salida han quedado despitorrados: el de Joselito Adame en Enero de 2014 en la propia Monumental, el de Diego Silveti hace mes y medio en Guadalajara y el de ayer que abre festejo.

Una desgracia, acaba prácticamente sin pitones al estrellarse dos veces.

Los tres toros que menciono se han estrellado solos.

El de ayer, tan hermoso su morrillo, reunido y vuelto de pitones, abre Plaza y no debió haberse dejado para el caballista Rodrigo Santos, quizá la mala suerte de la tarde habría cambiado si se lidia para los de a pie dejando a cualquier otro para la lidia a caballo.

La suerte, caprichosa, no nos impide ver al impresentable rejoneador potosino, incapaz de sujetar al corraleado sobrero lidiado en cuarto lugar. Por un momento pareció sujetar y aguantar el arreón, no. Realmente sale despavorido. Mata fatal, le pitan y sale desfachatadamente. Pitos que, realmente, bronca debió haber sido.

Pasado este mal trago, dos peores íbamos a pasar.

Uno, la corrida.

Es increíble como ni Daniel Luque ni Sergio Flores tienen opciones de triunfo y todo porque Villa Carmela es todo lo dispareja en trapío pero todo lo pareja en juego posible: mansa. Así, el berrendo en castaño segundo (me dirán que es girón pero lo blanco es mayor que lo normal) pese a la filigrana de las verónicas con su excepcional recorte y las chicuelinas de Luque, se acaba de inmediato tras banderillas. Peor el quinto, que nos muestra a algo distante del gran nivel que tiene, contagiado por lo roto del tranco del toro y lo disperso del tendido.

Mal con la espada.

Y Sergio Flores parece hacer embestir al tercero, otro engañoso y serio cárdeno al que comienza haciendo embestir pero al que no le alcanza el fondo y termina a cabezazos pese al esfuerzo, ambición, buenos derechazos de inicio de Flores que se encuentra con voltereta e inoportuno desarme en el tercio frente a matadores. Le ha perdido pasos al cornivuelto carmelita para que no cayera pero de tanto quererle mandar es desarmado.

Del sexto, berrendo, ni que decir.

Torpón y basto, tan solo sentir la vara, afloja y viene a menos. Al menos Flores se dobla y aliña muy bien y pronto, acabando el suplicio. Aunque su espada no es efectiva tampoco.

Y dos. La desesperantes fallas con la espada de Fermín Rivera.

Un torero como Fermín, a pesar de todas sus virtudes, de todo su concepto e, incluso, su ya proverbial seriedad, no puede darse el lujo de pinchar una tarde como la de ayer. Cuándo será el momento en que Rivera rompa en realidad todos los pronósticos… Todo lo que se dice y comenta, va a ser poco en cuanto lo bien toreado, sea bien rematado.

En él, lo bien no será suficiente.

Es posible que Fermín, de utilizar toda la extensión de sus brazos y toda la curva del capote a la verónica, se vea aun mejor que en sus lances al primero, demasiado recortados considerando su empaque, estatura y la condición del que abre plaza, brilla la media verónica. El toro enmorrillado y retacado, apenas puede con su tranco, débil y vacilante.

Tras prolongado puyazo se anima en fregolinas a compás abierto pero ni el ritmo del quite ni la embestida del toro componen un cuadro que trascienda fuerte al tendido. Pero entonces, Rivera entona tras inicio alternado por alto, con su calma y paciencia, virtudes para entender un toro que frena en banderillas y parece no querer más.

Aquí sí, deja varios cuadros que podría pintar el brindado, Maestro Ramón Reveles, dos trincherazos preciosos. Pese a la tardanza del toro, Fermín insiste y, aunque le enganchan, pronto comienza a acortar el terreno, sitio clave para provocar y no dejar avivar la mansedumbre, que esta ahí justo en donde acaban los muletazos, incluso alarga la embestida al natural.

Que tardea y regatea.

La primera mitad de faena la suavidad necesaria encuentra al enganchón y ese paso que hace falta perder no aparece. Pero Rivera está más cerca que nadie y todo su planteamiento, incluso al natural, desemboca en tanda de derechazos sensacional. Tras uno de trazo perfecto, embarca en lo corto con lo largo del sentimiento pleno de su toreo, su muñeca gana y manda paso a paso, repitiendo hasta que el de Villa Carmela dice no más, frena y es obligado por el potosino que pese a la sosería luce en doble desdén su verticalidad y hace rugir la Plaza.

Es el momento de entrar a matar.

Se complica él solo.

Prosigue y perfila en la suerte contraria. Quizá al revés, en el terreno en que viene la gran estocada que sigue, el toro dada su mansedumbre y su expresa nobleza empujara más. El pinchazo, penosamente, enfría la posible oreja.

Vuelta con leves protestas.

Y el colmo de males: el manso cuarto.

Enganchadas las verónicas. Casi se echa el toro encima Rivera al recortar el capote hacia la esclavina en el quite chicuelinero algo movido que muestra a “Mestizo” con todo el ánimo de pasar de largo y, claro, doblar contrario. La noche, tras el intermedio ecuestre, se sobreviene sobre el toro que desde el inicio, arriba y a pies juntos, está buscando ser todo lo posiblemente manso y no embestir.

Cómodo está sin ser obligado, manso de entrada.

Y en las primeras tandas, no es que sea andarín, es que se quiere quedar tan por debajo que si se encuentra el engaño se lo va a querer quitar, es tan claro que sus patas traseras frenan cuando se le obligan y cabecea. Rivera tiene la asignatura de quitarle ese defecto y hacer que cada que se encuentre la zarga, el trapo no le permita pensar un solo instante.

Lo consigue por la derecha.

Los pases de la firma previos a los de pecho son claves, se coloca, impone el toque y remata. Y, si bien, pierde los pasos que no pierde ante el primero, en las dos primeras tandas, la tercera es plenamente al ritmo del torero en el sitio que el designa y a la velocidad que quiere y, claro, La México responde por todo lo alto.

Toma tiempo pulir pero cuando se pule se fulgura como Fermín en el trincherazo en la tanda siguiente donde el toro ya aprende y se desquita al desgarrar la muleta en el pase de pecho.

La sosería, la falta de raza y, de ahí, la de celo en el toro no hacen declinar a Rivera. Incluso en los naturales donde “Mestizo” rebrinca y engancha. Llega el esperado ajuste de altura y distancia, como el estaquillador cuadrado está, los siguientes naturales pese al cabezazo llegan precisos y desengañan al burel que busca el tercio, el diestro lo concede y el toro afloja.

Vuelta a los medios necesaria.

Pena grande que el toro, pese a la nueva tanda, ya no tenga más.

Y que la faena, a punto de remate como le gritan en Sol, se haya quedado en el “casi” de otras tantas veces, cuando el carmelita, como penúltima de sus artimañas, mancha la partida con un desarme punto más que inoportuno, terrible, como tirar un tablero de ajedrez de un manotazo. Deshace la secuencia y la cadencia de Fermín que empeña en bajar la mano, a nuestra apreciación, un punto más de echar la muleta arriba al final del natural y quizá no la habría alcanzado.

Solo Dios.

Luego cortinazo del chalecazo que hace guardia. Terrible…

Todo el riverismo lo lamenta… y como pocas veces. Al borde del triunfo, de cortar las orejas se escurre el triunfo de las manos de Fermín Rivera. Conste que las orejas aquí sí pesan. Y demasiado. Estar mejor, siempre, es posible.

Sobre todo en un torero con tantas posibilidades.

No sabemos si será en esta Temporada con tantos toros mansos, encierros desiguales, tanta falta de casta y tanta ausencia de raza, de público tan despistado. De tantos y tan inoportunos pinchazos.

El triunfo le aguarda… la Afición lo espera…

Solo que no sabemos si el tiempo lo haga. Ni mucho menos… por cuanto.

Que pronto sea.

Texto: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Temporada Grande 2015-2016. Domingo, Diciembre 13 de 2015. Novena de Derecho de Apartado. Menos de Un Tercio de Plaza en tarde fresca de cielo despejado y con viento molesto en diversos pasajes de la lidia, principalmente en el segundo turno de la lidia ordinaria.

8 Toros, 1 para rejones de Marco Garfias (Divisa Naranja, Rojo y Negro) sobrero lidiado como a la mitad de festejo al sustituir al despitorrado de la ganadería titular, muy corraleado y destragado, manso, huidizo siempre arreando; y 7 de Villa Carmela (Divisa Negro, Gualda y Grana) el primero, muy rematado y reunido, para rejones, se despitorró ambos astas por bravo; los de la lidia ordinaria, desiguales en presencia, muy pobre de cara el hondo y largo berrendo en castaño segundo; muy rematados y ofensivos primero, tercero y quinto. Menos aparatoso el cárdeno cuarto y, aunque chico, con cabeza, el berrendo que cierra plaza. Mansos y débiles en general, de trámite la suerte de varas. Noble pero sin fuerza el primero y, no obstante su movilidad, manso el cuarto con buen pitón derecho en la muleta. Sin excepción, todos se duelen y frenan tras banderillas. Salvo primero y cuarto, todos pitados en el arrastre.

El Rejoneador Rodrigo Santos, Pitos tras Aviso. Fermín Rivera (Canela y Oro) Vuelta tras saludos con protestas en ambos. Daniel Luque (Azul Noche y Oro) Palmas y Silencio. Sergio Flores (Marino y Oro) Palmas y Silencio.

Buena actuación de Abraham Neiro de la cuadrilla del segundo espada. Gran par de banderillas al cerrar el segundo tercio de Felipe Kingston de la cuadrilla del primer espada.

Una respuesta a “La “Casi” Rotundidad de Fermín Rivera – Esfuma Triunfo en Fiasco Carmelita.”

  1. Las buenas faenas deben de terminarse bien, el broche de oro que por algo se llama la suerte suprema en el toreo. Fermín Rivera no rompe a pesar de su capacidad lidiadora y bien valorado toreo, se están volviendo previsibles sus fallas con el acero, señal de que algo debe cambiar, mejorar o al menos intentar. Hay toros que no deben ni pueden matarse mal, dicen algunos. A Sergio Flores se le agradece su actitud, disposición y entrega a pesar de lo complicado de su lote. Buena columna mi estimado.

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