Ocho con Ocho: Una de Fados Por Luis Ramón Carazo

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El fado es la expresión más conocida en el mundo de la música portuguesa como lo es el flamenco de la española, generalmente es para solistas acompañado por guitarras que interpretan notas melancólicas impregnadas de nostalgia, aparentemente, como el flamenco,  tiene alguna conexión con la música árabe, aunque la existencia documental no llega más allá del final del siglo XIX. Una de sus intérpretes más reconocidas lo fue Amália Rodrigues.

En noviembre del 2011, la Unesco inscribió a El fado, canto popular urbano de Portugal como integrante de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

En Campo Pequeño plaza emblemática de Lisboa,  el jueves 30 de junio actúo en solitario un desmelenado y vestido de goyesco como todos los actuantes, Morante de la Puebla con toros de Zalduendo acompañado por el canto flamenco de Diego El Cigala y sus grandes músicos. El paseíllo fue con los acordes de Toreador de Bizet.

En Portugal existen reglas que hacen diferente al toreo tal y como lo conocemos en otros países taurinos, pues en el país luso, no se permite la suerte de varas y tampoco la suprema, sin embargo no se les debe considera incruentas, pues al regresar del ruedo, al toro se le pone fin a su existencia lo cual es debatible,  pero así lo usan los portugueses y que podemos hacer.

La tradición de la tauromaquia portuguesa incluye espectáculos muy vistosos, que ponen a prueba la habilidad de los toreros, como en el rejoneo, y también la fuerza, como en el forcado. Esta última prueba enfrenta a un grupo de mozos que esperan de pie en la plaza al toro y tratan de sujetarlo.

En la corrida de Morante hubo incluso un salto de la garrocha por un saltador tal y como lo hacían en México El Conde y El Glison.

Fue en 1836 cuando la reina Mercedes II de Portugal prohibió que las corridas de toros terminaran con la muerte del animal, por considerarlo un espectáculo cruel e inmoral esto es hace 180 años aunque reitero al salir del ruedo,  después de la lidia al toro se le apuntilla.

Desde entonces prevalece el toreo a pie y a caballo bajo las mismas reglas y prevalece el segundo en el gusto de los portugueses, por lo que la brillante actuación de José Antonio fue muy rotunda y variada acudiendo a su manera de interpretar el toreo con capote y muleta, ante astados de Zalduendo,  que se prestaron para dejar la impresión de una corrida preciosa e innovadora.

La noche portuguesa según hemos visto en las imágenes que circulan en la red, tuvo momento preciosistas y  de gran profundidad,  en la que hubo entrada importante, a pesar de que Portugal jugaba a la misma hora su pase a semifinales de la Eurocopa,  al ganarla, seguramente el ánimo del público subió lo lúdico y se entregaron de principio a fin al torero.

Al final del festejo Morante fue paseado en hombros y se fue entre los aplausos de un público que salió contento del acontecimiento.
No faltarán aquellos puristas que critiquen lo del Cigala, las banderillas muy galardonadas con los colores de la bandera portuguesa, el salto de la garrocha, el clamar que sin suerte suprema no es posible disfrutar de un espectáculo completo, pero….

Respetemos.

En Portugal así es, así lo disfrutan e insisto la variedad acompañada de la sorpresa hacen falta en un espectáculo como el toreo, bien por los toreros, el cantante, los músicos, el ganadero, el empresario y quienes saben que la monotonía solo se rompe con ingenio.
Más noches como la de Lisboa necesitamos en los ruedos.

Y de los Adame, que merecen una columna completa, les platico la próxima.

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