La cultura taurina de Santi Vila


Por ÁNGEL GONZÁLEZ ABADABC

El conseller de Cultura, Santi Vila, anda como el Guadiana en el conflicto de los bienes artísticos de Sijena que Cataluña debe devolver por sentencia firme a Aragón.

Y así, mientras desde el Govern se apela a la legislación catalana para demorar y evitar la vuelta, el hombre de la cultura anda en eso de nadar y guardar la ropa. Tan pronto busca un acuerdo como califica la devolución de atentado cultural, y hasta pide más tiempo. Es que en esto del sí pero no, Vila parece un especialista.

En su curriculum tiene el premio Pedro Balañá de la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña, pero si uno busca en sus perfiles oficiales la distinción por la difusión de la Fiesta no aparece por ningún sitio. Se lamenta de la prohibición de las corridas de toros en Cataluña y se le ve en otras plazas del exilio taurino, aunque a la hora de dar el paso adelante reniega de su condición de aficionado.

Hace unos años, tras asistir en la Monumental barcelonesa a la corrida que José Tomás lidió en solitario en medio ya del debate sobre la abolición, escribió que en Cataluña «pierden fuerza las noticias que nos sitúan como una tierra de innovadores, de inventores, o como un país de libertad y tolerancia y, en cambio, ganan protagonismo las decisiones de prohibir esto o lo otro motivado, exclusivamente, por la fuerza de la propia ideología». Lanzaba la idea de que puestos a prohibir, «podríamos conjurarnos para evitar que ni una sola persona se tenga que jugar la vida por cruzar el mar en la búsqueda de un futuro, o impedir que un anciano pueda morir solo o que un estudiante cumpla los siete años sin leer ni escribir correctamente…» y resumía: «Que débiles deben de ser muestras convicciones, cuando nos sentimos en la necesidad de perseguir y prohibir las de los otros».

Pues así estamos, conseller de Cultura Vila, con una ley que dictamina que la Tauromaquia es un Bien de Interés Cultural en todo el territorio nacional, y en Cataluña siguen prohibidas las corridas de toros. «A ver si el Constitucional nos echa una mano», fue otra de sus grandes frases.

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