FERIA DE VALLADOLID: José Tomás, uno más o el único

José Tomás, con el capote en Valladolid. CÉSAR MANSO AFP.

Por Antonio Lorca.

El mesías era José Tomás, pero el verdadero triunfador de la tarde fue Manzanares, que cortó las dos orejas al torete más noble jamás soñado, ese bombón de feria al que todos los toreros torean en el salón de su casa.

Tomás cortó tres, pero no es menos cierto que al rebufo de su atractivo popular. ¿Buen torero? Superior. ¿Ventajista? El que más. Vamos a ver: el verdadero dilema del Tomás de hoy es ser uno más -menos que los demás- o ser el único, el elegido, el líder. Por el momento, ha optado por el camino más fácil, por torear en las plazas más benevolentes, a toros sin trapío y de contrastada bondad.

Así se presentó en Valladolid, con dos ejemplares de su muy amada y poco prestigiada ganadería de Núñez del Cuvillo, criados para el éxito de los toreros y no para la emoción de los aficionados.

Poco le permitió el desclasado sobrero -al titular lo devolvieron porque estaba enfermo de todas las extremidades-, y se lució con una verónica, una gaonera, un natural y tres derechazos. Eso fue lo mejor. ¿Y lo peor? Que estuvo ventajista, pesado y anodino, y eso es imperdonable en alguien de su categoría.

Salió transfigurado en el quinto, que embistió con mejor son. Dos verónicas y un quite vistoso con el capote a la espalda. Deslumbró a los suyos, que son legión, con una faena variada en la que destacaron más los adornos y dos circulares que el toreo fundamental reunido y ceñido. Asentó las zapatillas para una tanda de estatuarios sobresalientes, y eso fue lo mejor, Su clase es innata, pero toreó despegado, abusó del pico y no se embraguetó. El público cantó la faena como si asistiera a una gesta; tanto es así que le concedieron las dos orejas tras una estocada que precedió a otra que asomó por los costillares, aunque un subalterno avispado sacó el estoque con presteza.

En fin, que de José Tomás se espera más; se debe esperar mucho más. Y que no sea uno más; o menos que los demás, pues no compite con las figuras ante las aficiones más exigentes. Vivir de la inercia no es una genialidad, sino una picardía.

Triunfó, dicho queda, Manzanares con el animal más bonancible de la feria, al que no picaron, y llegó a la muleta con extraordinaria movilidad. Se limitó, primero, a acompañar la embestida con su habitual elegancia. Muleteó, después, de salón, con el uso del pico y ventajas varias, pero gustó al público su concepción torera. Le faltó arrebato, le faltó el convencimiento de que estaba ante un torete de apoteosis, y se limitó a quedar bien. También embistió, aunque con menos codicia, el sexto, y a Manzanares se le vio soso y abúlico. Quizá es que estuvo de tal modo toda la tarde.

Quien no pudo luchar con los elementos con más esfuerzo y menos recompensa fue el rejoneador Leonardo Hernández. Dos bueyes de carretas le tocaron, parados, huidizos, imposibles para el toreo al caballo. Lo intentó de mil maneras, clavó como pudo, los mató de igual forma y lamentó su mala suerte. Una cruz en toda regla para los toros de Luis Terrón.

TERRÓN, CUVILLO/ HERNÁNDEZ, TOMÁS, MANZANARES

Dos toros despuntados para rejoneo de Luis Terrón, muy mansos y descastados; y cuatro de Núñez del Cuvillo -el primero como sobrero-, justos de presentación, blandos y descastados; muy noble el corrido en tercer lugar.

Leonardo Hernández: rejón trasero y bajo (ovación); siete pinchazos y rejonazo (ovación).

José Tomás: estocada trasera (oreja); estocada que hace guardia y estocada (dos orejas).

José María Manzanares: estocada (dos orejas); estocada (oreja

Plaza de toros de Valladolid.Tercera corrida de feria. 9 de septiembre. Lleno.

Fuente: El País.

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