Opinión: ¿Y le tocará también a la fiesta?


Por Xavier Toscano G. de Quevedo

¡Vaya situación más complicada la que estamos sufriendo en este año todos los que formamos parte de nuestro querido México! Habían transcurrido varias décadas de momentos de incertidumbre, situaciones complicadas y sobresaltos sociales, pero ninguno, ni remotamente,  igual a lo que hoy estamos “literalmente padeciendo”. La ineptitud e inoperancia de las actuales personas en el Gobierno, nos han desbarrancado al más obscuro y abismal panorama.

Resulta, ¡oh, qué casualidad!, que la dependencia encargada de vigilar el comportamiento de los vendedores —léase gasolineras— ahora sí están atentísimas y con “mano dura” para sancionar a quienes no entreguen el combustible exacto que les solicite el comprador. ¡Ah, estamos sorprendidos y atónitos por tanto trabajo!

Y ya que hemos tocado el tema de la vigilancia, una pregunta —más bien asignatura— que continuamente nos da vueltas en la mente a todos los aficionados a la Fiesta Brava es: ¿Por qué en el Espectáculo Taurino, cuando éste no se da —que invariablemente es todas las tardes— como lo estipulan los reglamentos, no se nos otorga ningún derecho ni beneficio a reclamar el rembolso del importe del boleto que pagamos los aficionados?    
    
Pero lo más absurdo y poco entendible es que si leemos los diferentes reglamentos taurinos de cada Entidad —recordemos que en México no contamos con un reglamento federal— y estos siempre inician con el “supuesto” de que se han redactado y diseñado para la protección del aficionado, y “¿además?” enfatizando en las normas, calidad y seriedad del espectáculo que deberán siempre ofrecer las empresas. ¡Porque continúan las burlas y atropellos de los organizadores!

Además: ¿por qué? si en cualquier otra actividad que realizamos, ya sea comercial, de servicio o adquisición de bienes, cuando estos no son satisfactorios por causas ajenas a nosotros, y SÍ por deficiencias o negligencia del prestador del servicio, o si el articulo o bien adquirido no es de la calidad ofrecida, o se encuentra dañado, “SÍ” tenemos derecho a denunciar el engaño o fraude que se nos ha cometido, para que éste nos sea subsanado o retribuido, entonces reitero: ¿Por qué en el Espectáculo Taurino tenemos que resignarnos o cruzarnos de brazos cada tarde, aunque se nos viva continuamente engañando?     

La dependencia de Gobierno encargada de supervisar las anomalías, hoy está más atenta que nunca, preocupados por la deplorable situación y la inestabilidad social que puede provocar actos más violentos de los que ya hemos vivido. ¿No será el momento también para la fiesta?

Quienes estamos pensando siempre en el auténtico y fidedigno Espectáculo Taurino, debemos sentirnos orgullosos de él, y luchar por preservarlo sin ningún complejo ni temor. Nuestra Fiesta Brava, la del “TORO”, necesita regresar con urgencia a la verdad, que las autoridades de Gobierno y quienes tienen el compromiso de representarlos se dejen “YA” de tibiezas y comportamientos timoratos, que aprendan —vergüenza señores, y honestidad— a conducirse con firmeza y seriedad, principalmente y antes que nada, en el reglón que define a la figura central de esta fiesta; el “Auténtico Toro”, con edad, presencia e integridad.

Porque nadie que ostente y se diga que ama el Espectáculo Taurino, podrá jamás olvidarse y mucho menos prescindir, de que este extraordinario y sorprendente mundo vive y existe, única y nada más, gracias a su Majestad; El Toro Bravo.

Publicado en El Informador.

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