Memorias de pasión hecha a mano

Por Miriam Nosti

“Tenemos dos fuerzas que nos ayudan a vivir: el olvido y la esperanza.”

Vicente Blasco Ibañez. 

Monumental y majestuosa, aunque sin rumbo cierto.

Varios meses pasaron antes de encontrarse nuevamente inmersa en un sueño de revivir tiempos de gloria maquillados de modernidad. La ilusión y el entusiasmo por presenciar esa nueva era volaron en el aire esparciendo rumores que con el tiempo fueron disipándose hasta que nuevamente, resonaron clarines y timbales en sus entrañas, pero esta vez sería diferente.

Con imagen renovada, entre nuevos procesos y ajustes, la Temporada Chica comenzó.

Los cambios se evidenciaron, normal en periodos de transformación, suficientes para despertar el desacuerdo en algunos. Otros optaron por la paciencia. El sentir generalizado se encontró en estado de expectativa. 

Al principio no se dudó de las buenas intenciones, ¿qué podía salir mal estando en manos de conocedores? El autosabotaje no tiene cabida en lo razonable; lo cierto es que las intenciones no lo son todo en la vida, al final las acciones son las que cuentan y la forma es fondo.

Los duelos taurinos se fueron llevando a cabo, con picadores y sin ellos. Un ritmo nuevo. Una plaza en restauración. Jóvenes novilleros llenos de sueños y una afición curiosa de saber a dónde llevaría todo eso. La asistencia a la plaza fue satisfactoria, dentro de lo que cabe decir, en esta etapa. No faltaron los detalles. Las semanas transcurrieron hasta que, Ricardo de Santiago sin picadores y José María Pastor con picadores, los «Soñadores de gloria», al fin la encontraron.

El reloj, no el de la Plaza, seguía su curso y un poco más tarde de lo acostumbrado, en un mundo donde las costumbres cuentan mucho, se anunciaron los nuevos precios y carteles para la esperada primera parte de la Temporada Grande.

A partir de ese momento la historia cambió. El estado de expectativa de la afición se transformó en un estado de alerta y desacuerdo. Reflejado en la inasistencia desde la corrida inaugural en sábado que, con buen cartel pero con mayoría de extranjeros, Eulalio López «Zotoluco», José María Manzanares y Alejandro Talavante con toros de Bernaldo de Quirós, no convenció a muchos de pagar el nuevo costo del boleto y otros encontraron inadmisibles las excepciones que se pueden hacer al Reglamento.

Fueron muchos los cambios en esta primera parte de «Pasión hecha a mano». Diferentes horarios y días de corridas, encontramos de todo: espectáculos ecuestres, descuentos, abonos, dos mano a mano forzados, los duelos de los triunfadores de las novilladas, una feria guadalupana con cuatro corridas seguidas que terminaron siendo tres incluyendo una encerrona, festivales de aficionados prácticos y niños toreros, forcados y una corrida de rejones como cierre. Diversidad con una constante, poca asistencia.

Monumental, majestuosa, renovada pero vacía, La México está por festejar su LXXI aniversario. Los carteles para la segunda etapa han sido anunciados y los costos de los boletos reducidos, la moneda ha sido lanzada al aire y la suerte está echada. Los intentos por hacer volver al aficionado a la plaza son evidentes, esperemos den resultado; que haya afición, que haya toro y QDRS.

 Twitter: @Toros_y_Toreros

3 respuestas a “Memorias de pasión hecha a mano”

  1. Miriam , escribes con mucha sutileza y a la vez objetividad , mi lectura fue como acariciar a una criatura en donde apestar de estar joven, te hace recordar momentos de añoranza, mismos que te dan una sensación muy agradable al tocar vibras con mucha sensibilidad .
    Me gustaría estar acariciando más tú lectura pues encuentro en ella un positivismo sumamente alentador y enriquecedor.
    Saludos

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