Las empresas taurinas ensayan otros espectáculos

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Por Maria Fernández.

Cuando el empresario francés Bernard Domb Cazes (conocido como Simón Casas) se hizo con la gestión, el año pasado, de la plaza de Las Ventas — en unión temporal (UTE) con la empresa turística Nautalia—, no dudó en decir, ante la estupefacción de algunos, que se abría “un antes y un después en la tauromaquia”. Los toros levantan, para bien y para mal, pasiones gigantescas que a menudo desvirtúan cualquier análisis de su actividad económica. La habitual resistencia de las empresas a ofrecer datos y los pocos análisis económicos que se publican, a menudo sesgados —ya sea para demostrar que se subvenciona poco la fiesta o para decir todo lo contrario—, añaden oscuridad a un sector formado fundamentalmente por pymes de gran arraigo.

Tomando como referencia los datos de la patronal Anoet, el impacto económico de la tauromaquia (en negocio directo e inducido) ascendía en 2015 a 1.600 millones de euros. Otros análisis del mismo organismo hablan de que el IVA recaudado por entradas a plazas de toros solo un año antes fue de 45 millones de euros, con lo que, en el mejor de los casos, la facturación directa en los espectáculos se situaría en 214 millones. Con variaciones significativas, en los últimos años el número de fiestas ha caído desde las 2.600 del año 2007 —cuando el dinero generado por la burbuja inmobiliaria respaldaba muchos espectáculos— a los 1.800 (los datos de 2016 no se conocerán hasta dentro de un mes), con una taquilla que, lejos de años gloriosos como 2007, ronda los 5,7 millones de entradas.

TOREROS ESTRELLA

Derechos de imagen, pago por retransmisiones televisivas, jóvenes promesas y grandes cachés, a menudo ocultos en contratos blindados. De todo hay en el toreo, incluso alianzas entre grandes firmas y el empuje de renovados valores empresariales.

El 16 de febrero se anunciaba que la firma Toros del Mediterráneo, formada por una unión de grandes empresarios (Simón Casas, Antonio Matilla, Ramón Valencia, Manuel Martínez Erice y Martín Lorca), resultaba adjudicataria de la gestión de La Malagueta, la plaza de Málaga, que apenas se utiliza un par de semanas al año. La idea es que el espacio sea a la vez usado como centro de congresos, de restauración o con usos museísticos.

Otro ejemplo se dio el pasado 22 de enero. La plaza de toros de Granada fue adjudicada a Lances de Futuro, dirigida por José María Garzón, quien auguró al semanario Aplausos.es una nueva gestión basada en la publicidad, el marketing y el toro con vocación de “aprovechar al máximo las instalaciones” fuera de la semana de feria.

Pero para responder a la vieja aspiración de desestacionalizar el negocio, las plazas necesitan nuevas estrellas que rompan la monotonía de los carteles.

Más allá de José Tomás, el torero que garantiza tendidos al completo, surgen figuras al otro lado del océano como el peruano Roca Rey, nacido en 1996 y que se ha convertido en el equivalente al Miguel Poveda del flamenco.

Y en el centro del ruedo, Las Ventas. “Funciona como el corazón del sector: cuando está bombeando se beneficia todo el sistema, y parece que ha aflorado la ilusión inherente a cualquier cambio de etapa”, analiza Diego Sánchez, de la publicación La Economía del Toro. Esta temporada a punto de comenzar, Casas y Nautalia, en UTE, heredan la plaza gestionada hasta octubre de 2016 por Taurodelta, otra empresa de pedigrí cuya facturación en el último año de gestión de la plaza madrileña rondó los 20 millones de euros (con un resultado de explotación de 1,5 millones). Los nuevos gestores apuestan por una imagen más moderna y acaban de presentar en la última edición de Fitur su estrategia empresarial, que aúna dos conceptos: turismo y toros, con más eventos corporativos y musicales. “Las Ventas debe ser un centro lúdico y cultural, con identidad propia”, aseguró entonces Simón Casas. Para eso han apostado por impulsar espectáculos durante la temporada otoño-invierno, cuando los animales abandonan el coso.

“No estamos hablando de grandes corporaciones, aunque sí son empresas importantes las que gestionan las plazas de primera y segunda. En plazas de pueblo, de tercera, suele haber empresarios que compaginan actividad con otro tipo de ocio, y es lógico, porque se trata de un negocio muy temporal, de marzo a octubre”, reflexiona Mar Gutiérrez, secretaria técnica de Anoet.

Las grandes ferias y plazas, según varios expertos consultados, “se defienden” durante el año, pero los pinchazos vienen en acontecimientos menores: “El reto es conseguir más público”, cree Sánchez. “Es como cualquier disciplina artística, los grandes estrenos del cine arrastran a muchos aficionados, pero no les va a todos igual”. En España hay ocho plazas consideradas de primera categoría, 44 de segunda y 579 de tercera.

Sevilla Pagés, empresa que organiza, gestiona y explota otro de los templos del toreo (la ­Real Maestranza de Sevilla), declara unos ingresos de 8,3 millones y un resultado de explotación de apenas 140.000 euros. Simón Casas no tendrá que rendir cuentas por Las Ventas hasta el año próximo, pero además tiene la gestión en plazas como las de Valencia, Alicante, Zaragoza y la francesa de Nimes. Conocer los balances es complicado porque el grupo no consolida cuentas con la matriz, que figura en el Registro Mercantil como una microempresa.

Un sector ramificado

Otra de las grandes del coso es Casa Matilla, gestora de plazas como la de Jerez, Valladolid o Castellón y apoderada de toreros como Juan José Padilla, David Fandila, El Fandi, Alejandro Talavante o José María Manzanares. Mezclar actividades distintas (representar a toreros y gestionar plazas, por ejemplo) es algo que en otros países está limitado. “Aquí no. El sector taurino toca al menos 103 ramas de la actividad económica y une al sector primario, con la ganadería, secundario (maquinaria, transporte) y terciario (ocio y turismo). Acaba con la actividad de los profesionales, toreros, banderilleros, picadores, que a su vez tienen un régimen específico de cotización a la Seguridad Social”, ilustra Mar Gutiérrez.

Pero el toro, tal y como está concebido, no da para grandes alegrías. Casa Chopera, que hasta principios de este siglo estuvo gestionada por el visionario del sector Manuel Martínez Flamarique (conocido como Manolo Chopera), controla parte de la zona norte (Bilbao, Logroño, San Sebastián), así como Almería, Salamanca y Palencia. Hace algunos días, el Ayuntamiento bilbaíno, gobernado por Juan Mari Aburto (EAJ-PNV), aprobaba una moción presentada por el PP para cambiar la forma de gestión de la plaza en manos de la empresa, que encadena dos ejercicios en pérdidas, para impulsar nuevas actividades, además de la taurina.

Publicado en El País.

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