Un judío sefardí que quiso ser español

Por J.L. Benlloch.

El impulsor de esta nueva forma de promocionar los toros es un francés que se inició queriendo ser matador y alcanzó fama y fortuna tocando los otros palos del toreo. Tipo extremadamente apasionado, de padre polaco y madre turca sefardí por donde reivindica su españolidad, nacido en Nimes y actualmente con doble nacionalidad hispano-francesa. Un tipo raro y atractivo. Excelente comunicador, además de arriesgado empresario, concepto del que reniega abiertamente para proclamarse productor por considerar que es término que se ajusta mucho más a sus ideales a la vez que le aleja de los aspectos especulativos que conllevan los empresarios tradicionales, porque asegura que «la Tauromaquia es arte y se le trata como tal, o no tiene futuro».

Se reconoce con frecuencia como un taurino errante. En realidad se llama o se llamó Simon Domb Cazes, hasta que un buen día un empresario español que le contrató siendo novillero decidió españolizarle y le convirtió en Simón Casas, no se sabe muy bien si por deficiencias idiomáticas o porque en realidad no creía que un torero francés fuese a tener mucho futuro. Y Simón Casas fue para siempre.

Su carrera como torero tuvo tres hitos: su debut en Madrid, donde cortó una oreja; el día que saltó como espontáneo en Nimes a un toro de Ordóñez para reivindicar a los toreros franceses y el rondeño en lugar de enfadarse le cedió su espada; y el día de su alternativa en Nimes, cuando al salir de la plaza decidió colgar el vestido de luces, un catafalco y oro elegido se supone como premonición de lo que iba a ser su carrera de torero. Y comenzó su carrera de productor.

Nimes fue su primer gran objetivo y su primer gran triunfo. Concurrió al concurso público para gestionarla con un modelo privado y más tarde llegó a crear un partido cuyos votos le permitieron dirigir el coso con una gestión pública. En una etapa y otra convirtió el Coliseo en un coso de primera categoría, donde pagaba más que nadie y organizaba los acontecimientos más importantes. 

Contrató a El Cordobés, lo convirtió en bastión del mejor Ojeda, dio cobijo a Victorino cuando el ganadero de Galapagar decidió exiliarse, organizó las alternativas de Litri y Camino, Caballero, Juli. Y en el camino apoderó a toreros de tanto relieve como Emilio Muñoz, Jesulín, Curro Vázquez o Manzanares y consiguió contratar más veces que nadie a José Tomás.

Acumulación de plazas

Su ambición final siempre tuvo a España como objetivo, sólo que a esta parte de los Pirineos su trayectoria fue menos vertiginosa por la mayor competencia y porque su condición de francés siempre le estigmatizó entre los más tradicionales. 

Ahora la adjudicación de la plaza de Madrid simboliza su culminación profesional, siempre que no se vea superado por la inercia de un coloso que todo lo engulle. Las garras de los empresarios están pendientes.

Actualmente es el empresario -perdón, productor- que más plazas de primera gestiona a través de distintas compañías: Madrid, Valencia, Zaragoza, Nimes, Málaga, Mont de Marsan. seguramente quien más poder acumuló en la historia de la Tauromaquia. En sus manos está la posibilidad de hacer realidad sus proclamas y sacar el toreo adelante en tiempos tan difíciles.

Publicado en Las Provincias 

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