Seda y Torería – En la Muerte de Jesús Solórzano Pesado.

Por Luis Cuesta –  De SOL y SOMBRA.

El torero Jesús Solórzano Pesado falleció a la edad de 74 años, víctima de un colapso intestinal del cual ya no tuvo oportunidad de salir adelante.

Jesús Solórzano Pesadoheredero legítimo de la clase y el temple de su padre Jesús Solórzano Dávalos, fue autor de faenas tan memorables como las de Fedayín o Pirulí, con toros del hierro de Torrecilla con los que logró escribir una página importante del toreo en México.

Solórzano inicio en la profesión, como el mismo lo decía; echando una moneda al destino en busca de su propia suerte.

Fue gracias a los amigos de su padre, como los maestros Carlos Arruza Fermín Espinosa Armillita, cuando emprendió un camino que lo llevó a enfrentar vicisitudes, pero también el sabor del triunfo en algunas tardes de gloria.

Solórzano vivió al máximo su profesión, en donde gozó del privilegio de tener una estrecha amistad con muchas importantes personalidades del toreo como  Luis Miguel Dominguín, o con el propio Manuel Benítez El Cordobés, ambos en sus palabras con “la misma técnica, la tecnica es casi siempre la misma, lo que diferencia a cada torero es el temple, la forma de interpretar el toreo” afirmaba Jesús.

Los cronistas de antaño lo definieron como un torero que “revestía con auténtico señorío su estilo, por la naturalidad y sello que imprimía a su toreo”.

Jesús Solorzano fue también un gran erudito de la tauromaquia gracias a su inteligencia y amplia cultura, misma que envolvía con su genialidad y gran personalidad, esa que hoy pocos toreros poseen en nuestro país.

Hasta el último día de su vida sintió el toreo en sus venas, ya que respiraba y suspiraba aromas de torero en donde revivia con generosidad y nostalgia una época que ya se fue, pero que para las nuevas generaciones sigue viva gracias, precisamente, a la grandeza de quienes como él la compartían.

Descanse en Paz Jesús Solórzano Pesado. 

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Breve Biografía

Jesus Solórzano Pesado (1942 -2017)  hijo del fundador de la dinastía, paso a la historia como autor de memorables faenas, como las que cuajó en la Plaza México al novillo “Bellotero”, de Santo Domingo (oct. 64) y, entre 1969 y 74, a los cuatreños “Pirulí” y “Fedayín”, ambos de Torrecilla

Siempre en busca de mejorar su repertorio, ideó un par por dentro bautizado como la moreliana, en donde giraba en la cara del toro pasando en falso. 

Muleta en mano cuando observaba que un toro le iba claro, alcanzaba la cumbre por su naturalidad y sello.

Tomó la alternativa en Barcelona de manos de Jaime Ostos (25.09.66, con “Rayito”, de Atanasio Fernández) y en México se la confirmó Manuel Capetillo con “Zapatero” de Santo Domingo (19.02.67). Como su padre y su tío Eduardo, triunfó de novillero en Madrid (18.07.66), en lo que fue una carrera fulgurante.

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Fedayín y Jesús 

Quien crea que “Fedayín” –una de las quince mejores faenas en la historia de La México- es la obra magna que mantiene el prestigio del torero está cometiendo un atentado de lesa torería.

Pero aunque parezca esta no es una lectura histórica, ya lo contaremos en otra ocasión.

Solórzano era el clasicismo absoluto, era la cintura que toreaba y sobre todo, las fabulosas muñecas que se rompían con temple como dueñas del máximo sueño de la seda.

Su prístina expresión es donación absoluta congruente plenamente con aquel brindis que hizo en La México al maestro de la cesta punta, Aquiles Elorduy: “Del arte para el arte, por el arte” con el toro “Fedayín” de Torrecilla, casi nada.

Luis E. Maya Lora.

Testimonio del cronista Carlos León en su sección titulada Cartas Boca Arriba, publicada en el desaparecido diario Novedades de la Ciudad de México – 14 de enero de 1974:

Con Chucho “Superstar” renació el toreo estelar: Dos orejas

Sr. Don Lucas Lizaur

El Borceguí

Bolívar 27

México 1, D.F.

En la Plaza México, el domingo 13 de enero de 1974 Jesús Solórzano II, que inesperadamente entró al cartel como con calzador, parecía que iba a ser El Ceniciento de la tarde; un simple “arrimado”, marginado en un rincón de la cocina mondando patatas, mientras otros se despachaban el caldo gordo con la cuchara grande.

Pero resultó que el “arrimado” salió a arrimarse, que es, si no lo primordial, sí indispensable para pisar fuerte. Pues, como tu bien sabes, esto del oficio del toreo es como un remendón poniendo medias suelas: Unos le dan al clavo y otros se destrozan los dedos… ¿Qué fue lo que hizo Chucho para armar la que armó y colocarse, de golpe y porrazo, en un sitial que nunca había tenido?

Pues muy sencillo: Volver los ojos hacia el toreo de antaño, al toreo clásico, al torear rondeño. En vez de dejarse llevar por el camino herético de la supuesta e iconoclasta “Escuela Mexicana del Toreo”, retornó a la verdad y a la naturalidad, a la pureza de procedimientos, a la estética desahogada.

Y con eso tuvo para abrirle los ojos al público, que en una revelación volvía a ver los viejos moldes que creían haber roto los falsos profetas… Por supuesto que, en esto del toreo, como en el bien calzar, cada quien necesita un ejemplar “a su medida”. Ni chicos que le aprieten, ni otros que le vengan grandes, para que el asunto camine. Ni duros, como los de anca de potro, a los que hay que amansar, pues normalmente, entre la torería moderna, se sienten más a gusto con los que ya vienen amansados… 

Pero Chucho, a la inversa del popular slogan, es un joven con ideas antiguas, con la añeja solera de su padre, el “Rey del Temple”.

Si bien con el capote anduvo desdibujado – lo estuvieron todos –, en lo demás, hasta en adornarse en banderillas que ya casi nadie las clava, hizo una faena de “las de ayer”, un trasteo de los que quitan años de encima, con muletazos y buenas maneras de otras épocas. Todo lo gris que había estado en su primero, fue luminosidad con este quinto toro, que en mala hora bautizaron “Fedayín”, nombre aborrecible para personas civilizadas.

Para tan bella faena, pocas nos parecieron dos orejas y dos vueltas al ruedo. Pero eso era lo de menos, había resucitado el bien torear y eso nos llenaba de regocijo…

Cinco años después del hito, en el programa de televisión Toros y Toreros (1979) que conducían Julio Téllez, Luis Carbajo y José Luis Carazo Arenero, se proyectó el vídeo de la faena y lo comentó el propio Jesús Solórzano, quien entre otras cuestiones dijo sobre ella lo siguiente:

“Esa tarde era de mucho compromiso, el único vestido que tenía para estrenar era ese y yo me dije: “o me retiro de los toros, o me compro más vestidos…”, me la estaba jugando al todo por el todo… son faenas que te ponen en tu sitio y que te dan aire para caminar… no podía yo fallar con el toro, todo lo que tenía que hacer era muy pensado, ya después te vas gustando, te olvidas de todo y te entregas al placer de torear… había que darle la pausa al toro, dejarle respirar… mi toreo tiene la influencia de la buena tauromaquia… hoy me doy cuenta de lo grande que puede ser la amalgama de las suertes que tiene el toreo… los toreros hemos perdido mucho porque estamos haciendo un toreo estándar, un toreo igual… esta faena recurre al toreo clásico, se inspira por ejemplo en Pepe Luis Vázquez, Manolo Vázquez, Paco Muñoz… lo de ahora es muy bueno, pero con lo de ahora y lo de antes, hay que hacer algo mejor…”

Pero la leyenda de Jesús Solórzano Pesado no se limita solamente a Fedayín. Los capítulos de su historia en la Plaza México llevan también nombres como Bellotero, Pirulí, Sardinero o Billetero y su epílogo que se escribio en La Plaza México el 8 de marzo de 1992 con un toro de nombre Joronguito.

El cronista Leonardo Páez hizo esta reflexión acerca de Jesus Solórzano:

“Estilista, entendido no sólo como el torero de refinado estilo sino, más ampliamente, como el diestro poseedor de un estilo acentuado, interesante, distinto, capaz de provocar en las masas la necesidad de acudir a verlo cada vez que es anunciado…”

Twitter @LuisCuesta_ 

3 respuestas a “Seda y Torería – En la Muerte de Jesús Solórzano Pesado.”

  1. Chucho, mi grandísimo amigo más que familiar, para muchos fue un gran torero, para otros tantos fue un excelente polista, más para mi y muchos más, fue en ejemplar creyente y eterno adorador de nuestra Santa Madre María, quien sin duda alguna hoy lo cobija en su regazo. Hasta pronto Jesús. Que Dios te Bendiga.

  2. Tuve la dicha de conocer a Chucho desde que estudiaba en el Tec de Monterrey, antes de ser torero , gran persona y gran jugador de Polo .
    Vivió siempre en paz y así se fue ,en paz .
    Descanse en paz un buen amigo, un buen torero y una buena persona .

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