SAN MARCOS 2017: LA OCIOSIDAD ES LA MADRE DE TODOS LOS VICIOS.

Sergio Flores.
Por Sergio Martin del Campo R.

Hoy, al estar impresa esta columna, ya habrán pasado los festejos menores en el coso añoso del barrio de San Marcos e incluso estará escrita la microhistoria de la primera corrida del serial taurino de la verbena abrileña, esto ya en el coso Monumental de Alberto Bailleres.

Ocho funciones, contabilizando la de triunfadores, fueron las que se plasmaron en el albero sanmarqueño. Un grupo considerable de chavales pisaron el escenario, y de estos, pocos mostraron que tienen un horizonte despejado en la tan compleja profesión de lidiar reses. La mayoría, lamentablemente, desperdiciaron espacio y tiempo, muy a pesar de que, igualmente la mayoría, tuvieron bovinos que ofrecieron amplias posibilidades para el éxito.

Es la dinámica lógica de la fiesta; de la formación de los pretendientes a matadores de toros. Muchos lo intentan, pocos, pero muy pocos lo logran. De la temporada han quedado señalados claramente Javier Castro y José María Hermosillo entre los mexicanos, y Marcos, el único de los españoles que justificó su enorme viaje sobre las aguas del Atlántico. Algunos otros, como los gemelos Herrera, a esperar y seguir con su entusiasmo por conseguir un lugar dentro de la fiesta brava, y otros a trabajar y/o estudiar para no ser una carga en la sociedad en que viven como vagos improductivos titulados, de los que ya de por sí hay bastantes.

Y la décimo cuarta “Oreja de Oro” propuesta en Aguascalientes dentro de su historia taurina, fue a dar a las urnas del tlaxcalteca Sergio Flores, como desembocadura del apéndice que cortó al primero de su lote; hecho sucedido durante la primera corrida de la Feria de San Marcos en la “Gigante de Expo-Plaza” el domingo 16.

Solamente a un juez maleable y complaciente para con los personajes que mueven la fiesta, se le ocurre admitir en la reseña a un bóvido desentonado en trapío, hechuras y cuajo con el resto de los miembros de la partida. La quinta res jugada en la corrida a cuentas, desde que hizo presencia en el anillo fue justificadamente repelida por la clientela hasta que el poderoso tiro de percherones sacaron sus restos de la vista de los inconformes.

Santa Fe del Campo, luego de más de una década de no venir a Aguascalientes con una corrida de toros, lo hizo este domingo remitiendo cinco toros que, si desuniformados en tipo, con remate, trapío e incuestionable buena presencia.

Corrida importante lo fue, ya que en juicio global su juego fue aprobatorio. El primero, aunque tardo, embistió con claridad y clase, el segundo manifestó calidad, bravura y recorrido, el tercero nobleza y clase, el cuarto fue demandante y mantuvo el interés tanto del espada como del público, y el más completo fue el sexto, un toro bajo y corto empero muy bien armado con dos afiladas facas en la testa. Se bautizó como “Jimador”, estaba quemado con el No. 78 y arrojó en la romana 511 kilogramos; tuvo casta, bravura, recorrido y embistió siempre franco y oliendo la arena húmeda en su trayecto. 

Lamentablemente retornó vivo a las corraletas luego de que, a Diego Emilio, por su desastroso empleo del estoque, le enviaran los tres avisos.

Excepto el indeseable quinto, los demás fueron aplaudidos cuando arrastraban sus despojos al desolladero.

La tercia anunciada se disputó la “Oreja de Oro”, gallardete que fue a dar a las urnas de Sergio Flores por haber cortado el único apéndice de la función. Es posible que en su persona se tenga ya a una nueva figura del toreo; su actitud, sitio, oficio, carácter y ánimo son características de tal.

Publicado en Noticiero Taurino Mexicano.

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