Tendido 7: Extraordinaria historia, que seguirá creciendo

Por Xavier Toscano G. de Quevedo.

No llegó el indulto —es privilegio de muy pocos—, pero, ¡Qué gran toro!

Recuerdo haber leído y lo tengo bien gravado, no obstante que ya han pasado muchos años y para ser más preciso más de cinco décadas, cuando en una de las revistas que se publicaba semanalmente en Madrid, y que conseguía —bueno, con la ayuda de mi padre— en una afamada librería que se localizaba en la calle de López Cotilla, la entrevista que uno de sus columnistas había realizado al extraordinario e inolvidable ganadero Don Carlos Urquijo.  

En ella, en uno de sus párrafos, y que era además el encabezado de la portada, Don Carlos afirmaba categórico: “La mayor vergüenza para un ganadero, es que le indulten un toro en la plaza”. Qué sentencia más drástica, y muy poco entendible para la mayoría de los aficionados, pero letras más delante en su conversación advertía: “Si un ganadero no supo ver en su dehesa a un toro importante para conservarlo, ese es su problema, pero en la plaza los toros deben morir”.

¡Ay Dios Mío!, a mí desde entonces me ha costado mucho trabajo el compartir estas difíciles y concluyentes, pero también sabias palabras de Don Carlos Urquijo, y admito que el indulto de un *auténtico y fidedigno Toro Bravo* —que es privilegio de muy pocos, y no nos confundamos con los mansurrones boyantitos repetidores— es algo muy emotivo y que enaltece nuestro Espectáculo Taurino.

Estamos ya iniciando el quinto mes del año, y aún nos quedan varios festejos de la Feria de Abril Sevillana, y es ya una excelente costumbre, de nuevo se programó a los Toros de Victorino. Se lidiaron el pasado sábado 29 y como lo sabemos no hubo indulto —reitero, difícil privilegio que únicamente se ganan muy pocos—, pero el encierro resultó muy interesante como siempre acontece cuando están “Los Victorinos”, y el Bravo.

Platino” —¡qué gran Toro!—, negro entrepelado marcado con el No. 13 lidiando en cuarto lugar, una vez más enalteció la divisa del ganadero de Galapagar.

¡Cómo nos gustaría volver a ver en un ruedo a otro “Cobradiezmos”! Obviamente de Victorino, extraordinario toro cárdeno marcado a fuego con el No. 37, que el público sevillano al unísono pedía con absoluta justificación su indulto, y éste se concedió en la tarde del miércoles 13 de abril de año anterior.

Inimaginable y seguramente irrepetible, fue el extraordinario y milagroso acontecimiento del lunes 19 de julio de 1982.

Sucedió en la Catedral Mundial del toreo, “Las Ventas” de Madrid, era la corrida concurso de ganaderías en la que se habían anunciado: un toro de Miura, otro de Fermín Bohórquez, de Hernández Pla, de Salvador Guardiola, de Celestino Cuadri y Victorino Martín. Victorino seleccionó para tan importante tarde a “Belador” —sí, Belador con “B”—, así fue anunciando en el cartel.

Como al festejo se le había hecho mucha propaganda, Victorino aprovechó el momento y mostrando una fotografía de su TORO, escribió la siguiente leyenda; “Me llamo BELADOR, pertenezco a la ganadería de Victorino Martín, el indiscutible triunfador de esta Feria de San Isidro y de tantas Ferias, vengo a la Corrida-Concurso a ganarle la pelea a todos los toros, y en especial a MIURA, porque quiero acabar de una vez con su leyenda de terror. ¡Y vaya que lo consiguió!

Hoy he de departir las ideologías de dos celebridades en el mudo de la crianza de Reses Bravas, el inolvidable Don Carlos Urquijo y Victorino Martín. Hombres honestos y comprometidos con sus ambiciones y obligaciones adquiridas, que son respetar con absoluta e incondicional seriedad la inamovible fórmula que rige a nuestra fiesta: “La presencia en todos los ruedos del Eje Central y Único de nuestro prodigioso Espectáculo, su Majestad El Toro Bravo”.

Publicado en El Informador

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