Cagancho fue único y el primer torero artista de verdad

María Félix y Joaquín Rodríguez,  Cagancho 1956. Foto por Enrique Bordes.
María Félix y Joaquín Rodríguez Cagancho en 1956. Foto por Enrique Bordes.

Tenía esa elegancia peculiar que es patrimonio de los toreros gitanos, y aún no de todos. Pero luego vendría la sorpresa. Ocurrió en el cuarto toro, cuando se abrió de capa y dibujó unos majestuosos lances a la verónica, que alborotaron el tendido, hicieron llorar a los abueletes, asombraron a las jóvenes promociones, y dieron tema de conversación a los aficionados de cualquier edad para toda la temporada adelante y muchas más.. (Joaquín Vidal.)

El Gitano de los ojos verdes que soño el toreo Por Rosario Peréz.

«En Andalucía se torea; de Despeñaperros pa arriba se trabaja». La sentencia, no exenta de polémica, fue obra de Joaquín Rodríguez «Cagancho», el gitano de los ojos verdes, como los toros de Villalón.

Torero de contrastes, de más sombras que luces, su esplendor era tal que en las tardes de musas soñaba el toreo y eclipasaba todo lo demás. Cuentan que verle hacer el paseíllo era acercarse al dios del Arte. Tan elegante, tan apuesto, tan majestuoso, con esa personalidad tan singular…

Nieto del cantaor Manuel Cagancho, nació en el barrio de Triana en 1903 y murió en enero de 1984. Treinta años han pasado del adiós al artista que, aunque más de una vez acabó con sus espantás en las dependencias de la Guardia Civil -recuérdese lo de «quedar como Cagancho en Almagro»-, encendía pasiones.

La Monumental de Barcelona fue una de sus plazas. Allí era capaz de llenar los tendidos hasta la bandera, «sumando en su favor innúmeros admiradores», decía Azares.

Tal fue la expresión del gitano de los ojos verdes que Corrochano lo comparó en una crónica (Toledo, 1927) con la talla de Montañés: «Se presenta a la multitud ese hombre seco como un cartujo, del color de la madera que eligiera para sus tallas el Montañés. Pasa el toro sin que el leño se mueva y hay en el tendido ruido de apoteosis. La izquierda, huesuda o leñosa, asoma obscura por la manga blanca salpicada de oro….»

¿Por qué el apodo de Cagancho?

El profesor Santainés lo cuenta así: «Existían ya en su familia otros Caganchos, célebres como cantantes y que, a lo bien que cantaban debieron su mote, pues cagancho parece ser que es el mote de un pajarito excelente cantarín al que los andaluces bautizaron tan gráficamente, teniendo en cuenta alguna particularidad del animalito que en otras partes no han notado, sin duda. Otra versión que también es válida mantiene el criterio de que el padre de Joaquín era vendedor ambulante de colgadores de ropa.


En su cotidiano quehacer callejero pregonaba su mercancía diciendo: “¡A real ca gancho¡” Y el «ca» gancho (cada gancho) se convirtió por cacofonía en Cagancho, nombre con el cual pasó a la historia el singularísimo torero».

Coetáneo de Belmonte y considerado uno de los máximos exponentes del toreo a la verónica, en sus fuentes beberían luego genios como Curro Romero y Rafael de Paula. Cagancho toreó su primer novillo con quince años, al igual que Gitanillo de Triana, con quien compartiría padrino de alternativa, Rafael el Gallo.

Con medio siglo de leyenda en sus ojos aceituna, dio un recital con el capote en Madrid, pero fue México donde se convirtió en todo un ídolo y desató auténticas locuras.

Al otro lado del Atlántico, murió en la ciudad de México en el hospital español a los 81 años.

Via: http://www.finanzas.com/noticias-001/toros/20140205/gitano-ojos-verdes-sono-2599870.html

Jaime Ostos, recordó en una ocasión la figura de Joaquín Rodríguez

Jaime Ostos ameno y divertido, recordó la figura de su amigo Joaquín Rodríguez ‘Cagancho’.

De todos es conocido el dicho de «quedar peor que Cagancho en Almagro», frase que quedaría para la historia desde aquel 25 de agosto de 1927, el día que ‘Cagancho’ pegó un ‘petardo’ monumental en Almagro. 

Pero es que el «gitano de los ojos verdes» era así, capaz de lo mejor y de lo peor. Ostos lo recordó como un hombre «humilde, se trataba con todo el mundo y a cada uno le decía la frase idónea, las mujeres con ‘Cagancho’ se volvían locas», pero tiene claro que el plano artístico «fue único, un auténtico genio y el primer torero artista de verdad».

Jaime Ostos
, después de regalar todo tipo de elogios a Almagro y a su afición, y recordar su paso por el Coso de la Cuerda, comenzó hablando de los orígenes de ‘Cagancho’ como matador y del impacto que causó en la afición su forma de torear. Contó numerosas anécdotas vividas junto a Joaquín a lo largo de sus años de amistad, especialmente las acontecidas en México, donde ‘Cagancho’ vivió gran parte de su vida y donde «fue un auténtico ídolo, los mexicanos lo hicieron suyo propio, allí los más grandes han sido Manolete y ‘Cagancho’», aseguró el conferenciante.

Dejó para el final la narración de lo acontecido el famoso día de ‘Cagancho’ en Almagro, según lo que el propio torero le había contado años después. Narró cómo fue caldeándose el ambiente antes de la corrida con la duda de si ‘Cagancho’ aparecería por Almagro, y el desastre de tarde que el trianero protagonizó con la corrida de Antonio Pérez de San Fernando. 

Dijo Ostos que ‘Cagancho’ «era muy supersticioso y había tardes que decía que escuchaba una voz que le decía que no fuera a torear, y él sabía que la tarde de Almagro no saldrían las cosas bien». Ya en su primer toro anduvo muy desdibujado, y recordó Ostos que ‘Cagancho’ se lamentaba diciendo: «Yo quería irme de la plaza, pero a ver cómo me iba a ir, así que me tuve que aguantar hasta el sexto». Pero si en el tercero estuvo mal, en el sexto el desastre fue histórico. «Como todos los genios, ‘Cagancho’ tenía sus cosas y era capaz de lo mejor, pero también de lo peor», recordaba con añoranza Jaime Ostos, destacando por encima de todo la calidad humana y torera de aquel torero trianero y gitano que moriría en México víctima de un cáncer de pulmón el primer día del año 1984.

Twitter @Twittaurino 

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