El toro artista: Combinación peligrosa en la fiesta

Por Juan Carlos Sámano.

El pasado fin de semana taurino fue especial, ya que tuvimos la oportunidad de presenciar la extraordinaria cantidad de 25 lidias distintas, con ganado procedente de cuatro dehesas distintas y cuatro diversos públicos. Hago la aclaración de que me estoy refiriendo al “publico” asistente en general, no a los aficionados, no a los llamados entendidos, ya que la combinación de falta de bravura y transmisión en el ganado actual, llámese toro artista, con un público entusiasta, pero falto de conocimiento, están dándole a la fiesta de los toros un giro importante en su escencia.

Comencemos con la materia prima, el toro. Tengo que empezar por apuntar lo presentado por los hermanos Gómez el domingo en la México, toros carentes de raza, justos de presencia y fuelle, dignos para una clase de toreo de salón. Lo que presentó Montecristo en Querétaro casi estuvo por el estilo, ganado de dudosa edad y faltos de raza en términos generales. Los de Begoña en Irapuato mostraron mejor presencia y sobre todo algo de raza a la hora de acudir al caballo; en conclusión, transmitían más al tendido y se prestaban para una buena faena, tanto para los de a pie como para los de a caballo. La bravura sin duda la puso Tepeyehualco en la Santa María, cuatro novillos bien presentados que mostraron el sello de la casa.

Ya he comentado sobre la escasez de aficionados, ese personaje tan importante en la fiesta de los toros. En la actualidad, el público asistente en su mayoría acude a ver a un torero y lo más delicado es que no se preocupa por tratar de conocer más sobre tauromaquia, cosa que le permitiría disfrutar más el espectáculo. La novillada en la Santa María fue la que menor número de asistentes registró; sin embargo, fue la que mejor sabor de boca dejó, fue un festejo para “taurinos”, con toreros dispuestos a enfrentarse a toros bravos, haciendo bien las cosas a pesar de su novatez, una ganadería que trae sangre de Piedras Negras y que dejó en alto su hierro.

Considero importante volver al concepto de más bravura y menos nobleza en el ganado y fomentar el desarrollo de aficionados, dos aspectos básicos que han permitido que la tauromaquia haya subsistido por siglos y que tal parece que en estos tiempos ya no tienen el peso específico de antaño.

Fuente: A.M.

Una respuesta a “El toro artista: Combinación peligrosa en la fiesta”

  1. Me gusta que reconozcas que la asistencia mayoritaria la hacen espectadores, no aficionados. Que no hayas usado de manera despectiva, con tufo de racismo el adjetivo “villamelón”. Las salas de cine no se llenan de cinéfilos, en las salas de música no todos son melómanos.

    Y pues sí, hoy el espectáculo es ‘light’, descafeinado, con bureles que inducen al nuevo espectador más a una sensación de “pobre torito”, evadiendo o de plano ya no incluyendo la suerte de varas, una fiesta en camino a las tendencias actuales: sin dolor, sin peligro, sin riesgo, sin sangre.
    El aficionado también en extinción ya sea que por edad se murió, por aburrimiento se salió de las plazas. No se refresco la sangre, no heredo, no hay nueva simiente. Hay que construirla a partir del tipo de “fiesta” que hoy se brinda, del nuevo “modelo educativo” que la fiesta hoy brinda, por lo que su “conocimiento” y “comportamiento” será distinto y chocará con la visión pasada.
    En el concreto de las plazas deben confluir el histórico/histérico aficionado que llora que no salgan “Piedras Negras” –aunque en confesión sacerdotal diga que nunca ha visto uno de esos toros en la Plaza- y los nuevos asistentes que acuden ante la imagen de un torero particular sin importar que los toros sean “por designar”.

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