Crónicas de hace un siglo


Por Lorena Muñoz.

«Vicente Pastor lanceó por verónicas al bicho que abrió plaza, con bastante movimiento y escaso arte». Así de contundentes eran las palabras que describían la faena del torero madrileño en el festejo celebrado en Sevilla el 8 de abril de 1917. A pesar de que el diestro fue el primero en cortar una oreja en Madrid y el tercero en Sevilla tras Joselito y Belmonte un año antes de que se escribiera esta crónica, la reseña del crítico era demoledora. «También fueron vulgares las verónicas que dio a su segundo», continuaba el texto.

Entre anuncios de Cinzano, el rey de los vertmouths, Gotas Noel para la Tos Ferina y Perborol, la crema dentífrica antiséptica que evita la caries, se publicaban las crónicas taurinas de hace un siglo. Sin fotografías de las corridas de toros y con todo lujo de detalles, incluían hasta la hora de celebración del festejo, con un lenguaje directo, sencillo y descriptivo junto a un contenido didácticoy, sobre todo, comprometido.

En esta época firmaba el gran crítico taurino de ABC, Gregorio Corrochano, que antes de la Edad de Plata, ya describía con magisterio las faenas. El 19 de abril de 1917 y sobre la primera de feria en Sevilla, son protagonistas la plaza Monumental, además de Belmonte y Joselito sin estar en el cartel. «Desanimación. Indiferencia. Sevilla no siente entusiasmo por sus corridas de feria. Realmente está justificada su falta de interés. Una Feria de Abril sin toreros sevillanos, es una Semana Santa sin imágenes», aseguraba.

En las crónicas de 1917 de ABC encontramos suertes de la lidia perdidas, como las banderillas de fuego

Y con los mismos temas de ahora. «Belmonte herido. Joselito herrante. ¿Qué va a hacer esta afición de partido y de bandería?» se preguntaba don Gregorio que respondía a sus interrogantes. «Hace unos días estaba la gente dudosa ¿Adónde iremos? ¿A la Maestranza? ¿A la Monumental? ¿Con Gallito o con Belmonte? Hoy la duda está resuelta? Los sevillanos se han quedado en su casa? Así vimos tendidos y gradas con grandes claros esperando a unos aficionados que no llegaban y que acaso no lleguen nunca a esta feria, como no les saque de su apatía la corrida de Miura, que siempre despierta interés o las faenas de algunos toreros».

¿Qué cosas nos llaman la atención de aquellas crónicas? Corridas de toros en Tetuán, Carabanchel o Aznalcóllar. Algunas suertes de la lidia perdidas como las banderillas de fuego que recoge Corrochano en la undécima de abono en Madrid, publicada el 25 de junio de 1917. «Paco Madrid se encontró con un toro manso, que no llevó fuego porque Veneno le acosó andándole al toro y tapándole la salida cuando intentaba huir, atravesándose materialmente en su camino».

Y habla de la suerte de varas: «La gente, a estos matacaballos les llama picadores alegres ¡Y tan alegres!». La crónica de Pastor con Saleri y Belmonte del 9 de abril de 1917 antes de que el Reglamento de 1928 impusiera el peto protector a los caballos recoge. «Con la muleta toreó sobre la izquierda y logró sacar al toro de la querencia de un caballo muerto».

La Fiesta Nacional

En 1917 las crónicas taurinas de ABC se publicaban en la sección «La Fiesta Nacional», nombre que llevó hasta la Feria de Abril de 1999, que terminó un domingo de triunfo y tragedia: Hermoso de Mendoza cortó un rabo con «Cagancho» y Domingo Valderrama fue corneado de gravedad por el miura «Rosquillero». En septiembre, en la Feria de San Miguel, las crónicas de la Real Maestranza ya se publicaron en las actuales páginas de «Toros» tras la renovación de diseño del periódico en julio.

En nuestras páginas de hace un siglo que se pueden consultar en la hemeroteca de ABC también encontramos crónicas de la plaza de las Arenas de Barcelona que celebró su último festejo en 1977. Este precioso coso mudéjar, curiosamente, se convirtió en un centro comercial en marzo de 2011, meses antes de que la Monumental acogiera la última corrida el 25 de septiembre.

Sin fotografías y con todo lujo de detalles, las crónicas tenían un lenguaje directo, sencillo y descriptivo además de un contenido didáctico y comprometido

La reseña de Barcelona, publicada el 2 de abril de 1917, es de seis toros de Concha y Sierra y dos de Gama para Gaona, Gallito, Belmonte y Ballesteros. Las notas, que señalan las siete como la hora de inicio del paseíllo, resumen toro a toro la actuación y el resultado; ovación, palmas o división de opiniones- entre paréntesis. Y la frase final tajante: «La corrida, en general, aburrida».

Sin paños calientes y describiendo con detalle el ambiente, se escribían las crónicas de principios del siglo XX. La del 25 de junio de 1917 de Corrochano concluye de forma similar. «El público no se enteró de nada. Eso fue ganando. Se dio cuenta desde el primer momento que la corrida tenía guasa y a guasa lo echó todo, entreteniéndose en arrojar de unos tendidos a otros, un sombrero de paja».

No sólo había para el público sino también para los toreros. En la crónica del 23 de abril de 1917 en Sevilla le dedica estas palabras a Pacomio tras salir de la enfermería. «Pudo quedarse dentro, porque no hizo nada, ni siquiera sacó intención de hacerlo». En esta misma crónica Corrochano asegura que «Gallito y Belmonte son la garantía» y escribe en primera persona al decir de El Gallo: «Yo nunca he visto una fe como la que aquí se tiene en este torero. Bueno, un paso atrás, que me he pasado de la raya como los picadores». 

Un poco de autocrítica de la que casi no queda en 2017.

Publicado en Finanzas

2 respuestas a “Crónicas de hace un siglo”

  1. Deliciosas crónicas, felicitaciones. Se nota que don Gregorio iba directo y sin adulación a las figuras. Sin embargo, parece que los espectadores se aburrían igual que hoy.

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