¿Buenos propósitos?… ¡Sí, por qué no!

Los protagonistas de la imagen son Francisco Martínez y Felipe Martínez. El primero de ellos, novillero, actuó el pasado 1 de enero en la plaza Santa María de Querétaro donde sufrió una dura cogida -cayendo de cabeza al suelo- que le provocó una conmoción cerebral. El segundo, mozo de espadas y hermano del novillero, no dudó nada más producirse el percance saltar al ruedo y cubrir con su cuerpo al hermano y al torero. La imagen, con una fuerte carga simbólica, recoge la heroicidad del toreo tanto de los que se visten de luces como de aquellos que les acompañan. Foto Emilio Mendez.

Por Xavier Toscano G. de Quevedo.

Como un breve suspiro se fue de nuestras vidas el año 2017, un ciclo que ya forma parte de la historia, con hechos buenos, otros regulares y algunos —esperando que sean los menos— malos o negativos. Lo importante es que la humanidad, y cada uno de nosotros, guardáremos los recuerdos que más nos hayan marcado en algún momento, o que de igual forma, gozaron de un significado más especial.

Las remembranzas anteriores, si fueron efímeras, superficiales o meramente anecdóticas, pronto —o quizás ya— se irán borrando de nuestra memoria, porque fueron intrascendentes y no alcanzaron ningún valor para ser almacenadas, por lo tanto, no les corresponde ninguna consideración. Tal sería el caso —una atroz pérdida de tiempo— pensar o hacer un juicio de los frívolos, banales e insignificantes festejos que se dieron en la afligida y desacreditada plaza de Guadalajara, mal llamada Nuevo Progreso.

Sin embargo estamos iniciando un año más en la mejor y más agradable compañía de todos ustedes, con el mejor deseo y la confianza de que juntos, orientando nuestro esfuerzos y perseverante dedicación, logremos llegar —si Dios nos lo permite— con bien hasta el término de éste nuevo año. Así, y como en cada flamante año, es un privilegio de todas las personas crear una cadena de expectativas, buenos deseos, cambios positivos y corrección de errores, siendo ésta serie de objetivos valiosos, pero únicamente cuando —los buenos propósitos— en su gran mayoría se cumplan, o cuando menos una parte significativa de ellos.

Pero equivalentemente surgen los extremos diametralmente opuestos —condición humana de tendencia hacia el mal— a las perspectivas positivas, en aquellos personajes que los buenos propósitos no existen, y mucho menos llegan a considerarlos, por lo que, del negativo proceder de estos, dan paso a la conocida conseja popular que sentencia: “Árbol que nace torcido, en ningún momento, jamás, en lo absoluto, su troco endereza”. Refrán ciertísimo, que se ajusta y encaja perfectamente entre los promotores, protagonistas y parásitos taurinos, que navegan dentro de la anodina e insustancial fiesta de nuestro territorio.

¿Buenos propósitos? Sí, pero nos llegan las dudas, ya que la historia del espectáculo en nuestro país nos marca con toda su frialdad los hechos negativos que ya han quedado escritos, del lamentable y viciado manejo de los promotores, y el absoluto y negligente abandono de las autoridades —cuando es su responsabilidad— de gobierno, lo que ha hecho imposible a que los aficionados hayamos contado con nuestro legítimo derecho para disfrutar de un Espectáculo —aquí sí con mayúsculas— digno, verdadero y real. Gusto y condición, que arbitrariamente y sin ninguna justificación nos han negado los prepotentes, mezquinos e “intocables”, promotores actuales.

¿Buenos propósitos? Sí, pero la realidad nos lleva a titubear. Y es que están a tiro de piedra todas sus nefastas acciones, —aunque se empeñen en maquillar sus oportunistas esbirros— por ello nos parece tan sólo un alejadísimo sueño, el pensar en que los promotores y actores tengan y piensen en propósitos positivos para este nuevo año, o la más mínima voluntad para rectificar su camino de engaños por el cual transitan.

¿Buenos propósitos?… ¡Sí, por qué no! Cómo nos agradaría el conseguirlos, y que nuestro egregio Espectáculo Taurino retomara por fin su camino verdadero. Es argumento incuestionable, fundamentales y legítimos deseos de todos los auténticos aficionados en cada año que inicia, pero es categórico, éstos solamente podrán lograrse con la única fórmula infalible: la presencia en todos los ruedos, de su Majestad El Toro Bravo.

Publicado en El Informador.

Una respuesta a “¿Buenos propósitos?… ¡Sí, por qué no!”

  1. garcia de quevedo si tanto te emociono la foto dramatica que pusiste porque entonces miercoles tras miercoles en el informador de guadalajara le tiras tanto a los toreros sobre todo si son mexicanos eres un españolista como fue tu compañero baruqui

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