Guadalajara: Una oreja que poco refleja

El Payo. NTR Guadalajara.

*Guadalajara da un paso para adelante y otro para atrás, como suele ser la costumbre en esta empresa, ya lo vimos en La Plaza México en la pasada temporada y ahora se vuelve a repetir en la Nuevo Progreso, en donde hace apenas una semana se había presentado un corridón de Barralva y ayer con el regreso de las figuras extranjeras de “casa”, se lidió un encierro muy justo de presentación para Guadalajara de la ganadería de La Estancia.

¿Ante estas reses como evaluar el desempeño real de los alternantes, del público o del Juez de plaza?

A continuación les presentamos dos crónicas diferentes de lo acontecido, aunque estas desgraciadamente no reflejan fielmente y con rigor lo sucedió realmente en el ruedo del Nuevo Progreso, ya que extrañamente en alguna se omite mencionar la presentación y el juego del encierro, además de que ambas no señalan que algunos astados fueron protestados por el público.

¡De verdad que como se extraña a Don Francisco Baruqui en El Informador!

Un diario que ha perdido toda la seriedad y el rigor de muchas décadas en apenas un plumazo.

De Jesús Zárate todavía recordamos esa columna de opinión llamada Contraburladero en Milenio en su edición nacional, en donde solía ser muy crítico, especialmente con la empresa de la Plaza México en tiempos de Rafael Herrerías.

Lamentablemente estamos viviendo en tiempos de los Taurimillennials (De SOL y SOMBRA* redacción)

***

Ginés Marín fue el único en obtener un trofeo, pero la tarde fue mucho más que eso.

Por Jesús Zárate.

Los números no siempre hacen justicia.

Y aunque más de alguno podrá argumentar que las matemáticas son la única ley incontrovertible del Universo, en el mundo de los toros no siempre aplica, como bien lo puede hacer en disciplinas que hacen de los números su máxima expresión, como el beisbol. Pues este domingo en la Nuevo Progreso se cortó una oreja, a cargo de un matador español de nombre Ginés Marín. Basados en la matemática tendría que ser declarado como el triunfador absoluto pero nada más alejado de la realidad.

Y es que el novel Ginés Marín con sus veinte añitos de edad (otro número poco relevante), tuvo frente a sí a un toro de una embestida de oro, de esos que son para encumbrar en la cima a cualquiera, pero no a Marín, quien tan sólo se conformó con hacerle a ese toro por encima en lugar de hacerle lo que se debía de hacer de fondo. Una faena superficial, de buenas maneras, pero sin la profundidad y rotundidad que merecían las embestidas del astado de La Estancia. El premio fue de una oreja, que supo a poco, ante las condiciones del toro, pero que para colmo terminó siendo el único trofeo de la tarde.

Pero las matemáticas y la razón no caben en la plaza de toros cuando se aprecia a un torero como el francés Sebastián Castella, quien extrajo una faena que parecía imposible de su segundo toro, de embestida clara, pero que carecía de fuerza. Castella hizo una labor interminable, con muletazos, que nadie pudo predecir, en una demostración de poderío, valor y sapiencia, que tampoco pueden medir los números. Para colmo se acercó al número trágico, al escuchar dos avisos luego de un muy largo trastero. El galo estuvo a un tris de esos tres avisos que convierte en fracaso la tarde de cualquiera que se ostente como matador.

Pero lejos de sumar, otra vez la odiosa aritmética, una oreja, sólo cosechó una triunfal vuelta al ruedo.

Otro desafiante de Pitágoras fue el mexicano Octavio García el “Payo”, quien realizó una labor ante su segundo en plenitud de facultades taurinas. Imposible asignarle un número a lo realizado por el queretano, quien dibujó naturales largos y templados, así como también derechazos de gran exposición y aguante. Y aunque parecía que los méritos estaban presentes, el juez de plaza se negó a otorgar la oreja.

Una tarde en la cual sería injusta calificarla como que de apenas se cortó una oreja, por fortuna los números no siempre son los que más cuentan.

Publicado en Milenio

***

Ginés Marín (ante un novillete*) se reivindicó ayer en el coso tapatío al cortar la única oreja de la tarde. EL INFORMADOR / G. Gallo

Una oreja para Ginés Marín. Detalles muy taurinos de Castella y “El Payo”.

Por Patricio Fernández Cortina.

Domingo 25 de febrero de 2018. Tercera corrida de la segunda parte de la temporada de la Plaza de Toros Nuevo Progreso, con una entrada de más de media plaza. Aunque no fue una tarde de muchos premios, vimos muy buenas faenas. Hicieron el paseíllo en orden de alternativa, el francés Sebastián Castella, el mexicano Octavio García “El Payo” y el español Ginés Marín, para lidiar una corrida de toros de la ganadería de La Estancia, cuya presencia fue apenas aprobatoria, siendo protestado el segundo toro, y habiendo ido con fuerza todos los toros al caballo, con excepción del sexto que era manso y escurridizo.

Tres grandes toreros engalanaron la tarde en el ruedo de Guadalajara. Torearon con técnica y conocimiento, los tres muy toreros, y la banda de música alegró la preparación de la corrida tocando “Guadalajara”, “La marcha de Zacatecas”, “El beso” y “Que viva España”, mientras la gente iba ocupando sus localidades.

Sebastián Castella se preparó para recibir al primer toro de su lote, golpeando con su mano varias veces la solera con la que se sostienen las tablas, detrás del burladero, frotándose la frente en intervalos para ahuyentar el miedo. Como el toro iba con la cabeza en alto, no fue posible hacerle faena. Pero al segundo toro le hizo una faena de temple y paciencia. A pesar de que el toro era débil, pues cayó al suelo cuatro veces, le dio tres tandas de derechazos pegado a las tablas, y pases variados y acompasados meciéndose con la muleta y el toro ante el soplido del viento. La estocada quedó un poco caída, y tuvo que descabellar, pero ante la ovación que provenía del tendido, dio la vuelta al ruedo.

El primer toro de “El Payo” fue protestado por el público, alegando que parecía un novillo, pero la lidia se llevó a cabo. Pudo ligarle dos tandas de derechazos, y una trincherilla majestuosa que emocionó, y luego de una mala estocada descabelló 14 veces, desesperado, hasta que el toro dobló. Con gallardía esperó a su segundo toro, al que le hizo una faena con elegancia y con temple. Para el recuerdo un “molinete andando” y una tanda de naturales seguida de otra de derechazos culminada con un desdén. Mató con estocada desprendida, pero el público increpó con insultos al juez que no dio la oreja. Debemos recordar que, de acuerdo con el reglamento taurino, la oreja es otorgada cuando una visible mayoría la solicita ondeando sus pañuelos, y no por medio de insultos. La tarde de ayer en los tendidos, por desgracia, hubo muchos alaridos y clamorosos insultos, que no le hacen bien a la fiesta brava. En la calidad de la exigencia está lo que se recibe.

Ginés Marín se reivindicó con Guadalajara. Luego de dos tardes para el olvido, ayer apareció un matador voluntarioso, serio, con arte igual que sus alternantes. A su segundo toro, manso y el peor de la tarde, no pudo hacerle nada. Pero con el primero comenzó la lidia con tres verónicas cadenciosas, y una media que arrancó los aplausos. Luego de la suerte de varas, hizo una verónica lentísima que remató con revolera de gran estampa. Con la muleta fue profuso en derechazos y naturales, y toreó también con la danza del cuerpo. Mientras la banda de música tocaba “Granada”, se preparó para matar solicitando con elegancia el silencio. Y el silencio fue testigo de una estocada que, si bien quedó un poco caída, fue suficiente y recibió la única oreja de la tarde.

Publicado en El Informador

Twitter @Twittaurino

2 respuestas a “Guadalajara: Una oreja que poco refleja”

  1. De la novillada impresentable ni Zárate, funcional a la empresa, ni Fernández Cortina, amiguete del taurinaje, se menciona nada, intrascendentes recuentos de hechos

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