San Marcos: Tres soberbias yuntas de Teófilo Gómez

Por Sergio Martín del Campo. R.

Teófilo Gómez y Enrique Ponce son dos nombres que se han visto unidos en muchos carteles en la geografía de lo que nos queda de República Mexicana.

Ambos son acérrimos enemigos de la fiesta brava, y han hecho de ella una parodia lamentable.

Ponce, “El Pinchador de Valencia”, es alérgico a la casta y los dueños de la dehesa acotada por lo consiguiente.

Ayer tarde en el coso Monumental aguascalentense, que registró casi los tres cuartos de entrada, vivimos una tauromaquia -si así se le puede llamar a ello- castrada, sin emoción, carente de ese sentido y de esa sabia trágica que solamente se da con la bravura de las bestias y la hombría de quienes la enfrentan.

Para complacer al abusivo y poderoso coletudo extranjero -cuyos comparsas fueron su paisano Marín y el local Adame-, Los Herederos de Teófilo Gómez remitieron seis bueyes de arado, sin trapío, chicos y sosos, haciendo gala de falta de ética, honor y categoría.

Los seis mansearon soberbiamente y en atención a su sosería fueron pitados cinco cuando sus restos eran llevados al patio de carniceros. Por si algo faltara, la suerte de varas prácticamente se simuló. Antes, al salir al anillo, igualmente fueron repudiados por su falta de presencia el primero y el quinto.

Todavía, una vez doblado su segundo, el modoso y meloso de Chiva, se hizo el indignado… nadie mejor para definir su actitud que la genial Sor Juan Inés de la Cruz: ¿Qué humor puede ser más raro/ Que el que, falto de consejo/ El mismo empaña el espejo/ Y siente que no está claro?…

Otro títere en esta puesta en escena fue el juez… una supuesta autoridad.

El primero de la tarde, indigno de aceptarse en un coso que se precie de tener categoría, manseó solemnemente durante su estancia en el anillo. Pasó algunas ocasiones con desesperante y asnal docilidad, mientras cómodamente Enrique Ponce (oreja y silencio) realizó un ensayo muy de los de él, es decir, de bastantes poses y empalagosa estética, sin la sabia trágica que antes distinguía a la fiesta de los toros. Como el extranjero nunca se ha subrayado en la suerte suprema, ejecutó media estocada caída y tendida.

Feo en verdad de tipo fue el cuarto; gordo, desproporcionado y de humildísima testa, además acusando su juvenil edad. De lidia, ni se hable, un marmolillo infeliz que dio lástima en el redondel. Por más que el “Divo de Chiva” trató de hace de las chapuceras suyas, nada logró si no fue el enfadar al respetable, y el que alargara su insulsa insistencia, se convirtió en un dolor de muelas que acabó, por fin, al segundo descabello luego de haber fallado varias veces con el alfanje.

Al segundo bicorne lo salvó de ser repelido por la clientela su veleta cornamenta; para mayores señas fue débil y manso como para el carretón. Mientras pasó, el ibérico Ginés Marín (oreja y palmas) interpretó pases bonitos, irguiendo la planta y manejando correctamente el engaño, pero, como suma, entregando una labor de poco chiste. Lo mejor fueron dos o tres tandas finales por naturales antes de concluir bajo la nota de una estocada diáfanamente caída.

El bovino que soltaron en el turno de honor fue cortito y bajito de caja; lo que se dice en jerga taurina “un zapatito”, y por ello generó gritos de inconformidad como el ¡fuera, fuera! o el aún más elocuente ¡novilleros, novilleros! Para mayor mal de los males, “honró” a su recia y conocida genética: resultó de arado además de flato de poder. El peninsular coleta le insistió hasta el enfado y por ahí logró, luego del ecuador de la labor, unas series derechistas que algo valieron, pero en honor a la realidad, este diestro es más de poses que de entidad taurómaca y su actitud soberbia, típica del “perdonavidas”, le hacen apático. Aquí en México le tenemos varios gallos navajeros que le pueden arreglar, ese día utópico en el que el sistema, también soberbio, se sensibilice.

El trapío del tercero fue de mayor decencia. Mostró a la simple apreciación ocular, buen remate y buena percha, aunque descastado cabalmente, sin embargo. Luis David Adame (silencio y palmas tras leve petición) le toreó a la trágala pero con ímpetu al presentar el capote. En acto seguido le endilgó una faena de interés. Cuando el ejemplar se resistió y se revolvió en las delanteras, el aguascalentense afirmó la planta, aguantó e imprimió poder a su pañosa, haciendo valer una intensa faena llena que fue de valentía y pases largos por ambos flancos, empero lamentablemente mancillada a la hora de la suerte suprema con un pinchazo seguido de estocada defectuosa.

El sexto fue el menos malo; tuvo algo de movilidad y cabal pésimo estilo. Un astado sin chiste e indeseable. Ante él, Adame se vio ganoso plasmando una faena de formidable disposición y, en nueva y desgraciada hora, mal acabada cuando empuñó la toledana.

Publicado en Noticiero Taurino

Foto: NTR Toros Twitter.

2 respuestas a “San Marcos: Tres soberbias yuntas de Teófilo Gómez”

  1. Siguen haciendo “Las Américas” los toreanderos españoles es decir, poniendo a sus pies a manera de alfombra, a ganaderos, empresarios, autoridades, periodistas, y hasta aficionados pues, aquí, hacen lo que les viene en gana, porque para nuestra desgracia, son vistos como “semidioses”. ES VEGONZANTE.

  2. hasta que estan escribiendo con la verdad sobre la pareja que hacen ponce y los toros de teofilo gomez este señor viene a Mexico para hacer sus caprichos con sus torititos de gomez

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