En la Muerte de Mario Aguilar – Adiós la Torera Inspiración.

Mario Aguilar y el muletazo por bajo a “Abelardo” de San Martín, uno de los más bellos episodios en los últimos tiempos en la Plaza México.

México se consagra como líder mundial en toreros malogrados, por las razones que sean, esta vez, las peores. Una más es el tristemente fallecimiento, la mañana de hoy en Aguascalientes, de Mario Alberto Aguilar Tabares, el célebre novillero, autor de una de las grandes faenas novilleriles de la década pasada en la Plaza México, poseedor de distintas y difíciles virtudes toreras. Se va, lamentablemente, por decisión propia, dejando una esperanza rota dentro y fuera del ruedo y, peor aun, sin lograr plenamente como torero las múltiples virtudes que atesoró. Ahora, tan solo el recuerdo taurino queda y a nosotros corresponde volver a vivirlo.

Por: Luis Eduardo Maya LoraDe SOL Y SOMBRA.

Si vivir es como torear, si torear es decidir, la elección de Mario Aguilar, además de dolorosísima es sencillamente desgarradora.

Ya no solo para una familia de varios hermanos, uno de ellos importante esperanza taurina, para una madre y una novia hoy el indescriptible desconsuelo total, siempre son las damas las que más lágrimas generan al morir pues necesariamente, como diría Fernando Marcos, son las que más sufren al dar la vida. Con Mario Aguilar el camino, siempre espinoso, el drama de ser toreo, se precipita de la peor manera.

Todo lo contrario a sus virtudes toreras.

Supimos de su existencia taurina allá en el hoy lejano 2002, cuando se decía que había una cuadrilla infantil, principalmente, del Bajío que era impulsada por taurinos españoles y varios ganaderos mexicanos que habían importado el encaste Domecq. Luego supimos por el Dr. Octavio Lagunes, partidario inicial de dicha cuadrilla, que en Juriquilla, dos años después, el muchacho de Aguascalientes había salido bien librado de una terrible novillada de Jesús Cabrera y, no solo eso, lo había hecho con artística diferencia.

Luego, la semana en que Silverio Pérez se unió con Carmelo, es decir, Septiembre de 2006, aquella emocionante vuelta al ruedo de la Plaza México con las cenizas del Faraón de Texcoco y las notas del celebérrimo pasodoble preludiaron una novillada de La Joya para, en aquel entonces, Saldívar, “El Payo” y Aguilar, un festejo de altos vuelos donde, mayormente, los dos primeros destacaron.

No obstante, en aquel Mario Aguilar, no cabían, ni con sus quince años, las prisas.

Por ello remontó en Septiembre, esta vez con “El Payo” y Jairo Miguel con una mansada de Ayala que sustituía a las rechazadas Marco Garfias y Reyes Huerta, con la que Aguilar se repuso y toreó perfecto al natural al tercero, le caminó con pases alternados de los medios al tercio para rematar la faena al sexto cerca de tablas y cortar una oreja comenzando así, lentamente, la ebullición. Esa oreja dejó ver las virtudes para nada menores del joven hidrocálido, serenidad y temple.

Fue entonces cuando para casi rematar la Temporada, en una novillada de lujo, San Martín, aun con Chafik y Miaja, envió un encierro para la historia, sería la última novillada que enviaría bajo dicho mando. Ahí Aguilar se sublimó, se despegó de sus compañeros de aquella cuadrilla infantil, pareció alejarse de la disparidad de “El Payo” y la frialdad de Saldívar, quien esa temporada había oído los tres avisos de un novillo de Manolo Martínez, haciéndose notar ya no solo por temple y valor, sino por su empaque y sello.

Se consagró al cortar una oreja al tercero pese a una voltereta y desorejar al sexto. “Abelardo” nombrado, para la historia.

La faena fue un compendio de compás.

Abelardo”, cárdeno oscuro de reunidos y blancos pitones, fue clarísimo hermano del cuarto, “Soñador” de bandera, bravísimo, triste y penosamente se le fue entero y sin torear al primer espada Roberto Galán, quien no se impuso. “El Payo” se mostró sin recursos y acelerado mientras que Aguilar, tras el triunfo con el tercero, no se conformó con poco y a partir del recibo, palpó, tras doble puyazo, que el novillo quedaría servido idealmente para su toque, en un quite por tafalleras que aun vibra por su plácido vaivén que rompió en una rebolera perfecta que al novillo le llevó por donde habría todo de ser y ocurrir.

Todas las virtudes en él vistas se sublimaron al bordar, desde el péndulo inicial hasta las joselillinas finales, la embestida del noble pero bravo “Abelardo” ante el cual el de palo de rosa y oro respondió con oleaje todo calma en la muleta del de Aguascalientes que fue trazando a partir de los derechazos el camino del pase natural, momento cumbre de aquella faena de cielo gris pero de luminosa composición.

De alarido la fijeza del toro y la ligereza grácil, casi infantil del entonces novillero.

La largueza de la embestida, enviada al sitio correcto por el mando.

La caricia del temple y la rotundidad del bien hacer.

El milagro del toreo surgía con el novillo que se bebía entero la bamba de la muleta que provocaba la arrancada y Aguilar se regodeaba en cada remate ya sea arriba en liberación por alto, ya sea por abajo y contrario en sometimiento y caricia. Naturalidad, completa y soberbia muestra que ese, no cuentos o simulaciones, es el toreo real. Una de las dos mejores faenas de la década pasada, la otra ocurrió un año antes con “Arlequín”de Marco Garfias y Fermín Rivera.

¿Qué habría ocurrido un año después si ambas generaciones se hubieran encontrado en 2006 en La México? Buen intento. Pero a Rafael Herrerías se le cocían las habas y batió el arroz al doctorar aceleradamente, primero a Fermín Rivera y luego a José Mauricio en la Temporada Grande siguiente. Y a Tauromaquia Mexicana, con agenda propia, le urgía mandar a Payo y a Aguilar a España aun cortando cualquier otra aspiración histórica.

La Afición, como siempre, frustrada.

No pudo verse el encuentro entre el también triunfador Víctor Mora y Mario Aguilar en ese mismo 2006, intereses y sobre intereses dejaron las cosas incompletas. Para variar un poco.

Aguilar volvería en 2007 para inaugurar la Temporada Chica y triunfar con San Isidro alternando con Murillo y Saldívar. No se le volvería a ver sino hasta la confirmación. Pero su paso por Madrid en 2008, con la oreja a un novillo de Martelilla, pareció colocarle en un sitio muy importante que su paso aún sin orejas en Sevilla reafirmó, no obstante, nadie lo ha aclarado nunca, su paso por España simplemente se acabó en el San Isidro del año siguiente donde, a diferencia de “El Payo” un año antes, la suerte no le acompañó también con el encierro de La Quinta.

Entonces, el tiempo que no perdona comenzó a acelerar la carrera de Aguilar.

Ya sin una guía ni una voz que le llevara con claridad, el afán de darle la alternativa y colocarle con ganaderías a modo, lo recuerdo en Guanajuato capital y en León, para en menos de tres meses hacerle confirmar con “Juli” y Arturo Macías en su mejor momento, resultará en precipitación y relego a su toreo que era todo sosiego.

Luego, para la otra Temporada, la apoteosis de Talavante con “Alma Gemela” de Julián Hamdan coincidió con su falta de sitio y de concentración, aquella tarde solo dejó ver su gran clase a la verónica ante el tercero. Aguilar toreó en cantidad pero su arribo a mayor calidad nunca llegó. Si ser torero es difícil y es siempre un drama, más lo es sin la cabeza fría y la guía adecuada. Cualquier profesión lo requiere, siempre dio la impresión que Aguilar la dejó de tener.

Aun así, una tarde de Calaveras, un año después, con un serio encierro de Celia Barbabosa, así le vi y aquí lo consagrados en De SOL Y SOMBRA:

“Diferencia. Siempre hay diferencia cuando Mario Aguilar baja las manos.”

“Los ‘brazos pordioseros’ que conjugan belleza y majestad a la verónica con la que saluda al tercero muestran de Aguilar lo mejor que tiene, que es con lo que tiene siempre que contar: el trazo clásico y sentido, bien hecho, el buen hábito técnico que sumado al sentimiento hondo saca igualmente lo mejor de una afición que palpita al corear igual la plomada estática y la broncínea estética de la media y el gran recorte de regreso.”

Porque pareció que Aguilar requería del buen toreo para regresar al origen, a lo esencial a los fundamentos, del oficio taurómaco y de la vida.

Y pese a los triunfos en la propia Plaza México, Villa Carmela y Marrón en 2011, poco se le abonó al hidrocálido, comenzó el desfile de apoderados, el manejo inadecuado, gente que por vanidad tan solo se acerca a los toreros, que los pretende usar y que abonan en nada.

Al contrario les timan y les quitan.

Con Aguilar, la dejazón es una constante, personal y empresarial.

Los chispazos igualmente aparecieron porque los toreros con sello no se agotan en un solo acto, Aguascalientes disfrutó de su capote y su toque, con los Piedras Negras en Texcoco triunfaría y la tarde redonda con los trastos ante los Carranco en Enero de 2014 en La México se frenaría con la espada una tarde de Puerta Grande.

Esa tarde pareció renacer el Mario Aguilar artista.

Reafirmaría aun en diciembre con Xajay, valiente y decidido ante un emocionante cárdeno. Sería de lo último.

Poco a poco escasearían los contratos, la consistencia en su toreo, se le vería fuera de forma como su tarde en La México donde pese a ser el mejor librado, no fue el torero que siempre anhelamos. Sospechoso, decían algunos, de depresión y quizá abusos, pasó todo un año hasta llegar al premonitorio catafalco y azabache de su última aparición san marqueña.

Lo que fuera mayor esperanza, hoy además de triste recuerdo, nos deja el desgarro del coraje, la oscuridad de la desolación y, principalmente, la repetición, quién sabe cuántas más, que en México el ritual, diría Don Dificultades, se hace astillas entre los peñascos de la idiotez.

Sin importar de quién sea la culpa.

Mario Aguilar deja a un hermano, de nombre Miguel, como Carmelo dejó a Silverio. Como Joaquín dejó a Paco Camino, como Alberto Balderas dejó a Francisco. Y, tristemente, como Nimeño II a Nimeño. Perdón por hacer uso de lugares comunes, siempre podrá el joven Aguilar pensar o sentir que, igual que a Silverio, Mario ha de asomarse en el cielo, como Carmelo, para verle torear.

Y nos recuerda Goethe tras anunciar la recopilación del epistolario lleno con las cuitas del joven Werther y que puede bien aplicar a cualquiera en el ruedo de la vida:

“¡Y tú, alma sensible y piadosa, oprimida y afligida por iguales quebrantos, aprende a consolarte en sus padecimientos! Si el destino o tus errores no te permiten tener cerca a un amigo, que este libro pueda suplir su ausencia.”

No pretendemos que estas líneas suplan a nadie.

Pero cada vez que el desconsuelo, personal o taurino, aletee sobre nosotros, sepamos que queda el consuelo en la obra del artista que hoy ha partido, en sus distancias y en sus fundamentos y, aun el lamento de su muerte, nos quedará el aliento de su temple y de su gracia.

Descanse en Paz.

Twitter: @CaballoNegroII.

Mario Alberto Aguilar Tabares (Aguascalientes, 1991) falleció en la primera mitad del 10 de junio de 2018 en su domicilio del centro oriente de la capital hidrocálida. Le sobrevive su madre María Tabares y sus hermanos, el mayor de ellos, Miguel, novillero sin caballos. Sus restos están siendo velados en la Funeraria Hernández de la mencionada ciudad. Descanse en Paz, así sea.

Aguilar a la verónica con el encierro de Villa Carmela en La México, en 2011.

6 respuestas a “En la Muerte de Mario Aguilar – Adiós la Torera Inspiración.”

  1. Desde Mexicali, con profunda tristeza por el desgracidado desceso de tan magnífico y desperdiciado torero. Descande en paz. MARIO AGUILAR.

  2. que gran pena lo de MARIO AGUILAR muy buena reseña la anterior,yo agrego que si hubiera tenido las oportunidades para torear que tiene Diego Silveti hubiera sido la 1a. figura de Mexico aunque el hubiera no existe ese temple solo los mas grandes lo han tenido DIOS lo tenga en su gloria

  3. Tuvimos la oportunidad de traerte a Guanajuato a las “Corridas Cervantinas” en 2009 y apreciamos tu toreo de gran temple y valor. Que Dios te aguarde en el cielo, porque aquí en la tierra tienes bien ganado un pedazo de gloria…Q.E.D.P.

  4. Quise venir a leer tu crónica sabiendo que traería muchos recuerdos q en el día de hoy arden. Arden pq también uno, como aficionado, debería hacer oir la voz de las preguntas, los yo confío en ti… los donde están.
    Tuve la oportunidad d verle torear. Tenía en los ojos el brillo de quien quiere más… un temple d figura y una sonrisa maravillosamente cálida… el era una promesa que dejamos escapar, pero, con la convicción q me da la fé, tal vez, otro lugar, podamos componer eso. A su familia y amigos… lo siento tanto. Que descanse en paz.

Deja un comentario

Descubre más desde DE SOL Y SOMBRA

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo

Descubre más desde DE SOL Y SOMBRA

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo