El regreso de Guillermo Capetillo por Heriberto Murrieta

El sábado 27 de abril, Guillermo Capetillo actuará en la Feria de Aguascalientes con casi 61 años. Tres días después cumplirá esa edad. Capetillo debutó como novillero en la Plaza México en 1977 y recibió la alternativa ese mismo año. Tiene, pues, casi 42 años como matador de toros.

No se ha aclarado si será su despedida específicamente de Aguascalientes o la definitiva de los ruedos, pero el caso es que sonarán “Las Golondrinas” durante la faena de muleta del cuarto toro de la tarde del día 27 en la llamada Tierra de la Gente Buena.

Guillermo se convertirá en uno de los toreros más longevos de la historia. Una dilatada trayectoria marcada por la frugalidad, el sello y las intermitencias, que alcanzó su punto más álgido con la inspirada faena al toro Gallero de Cerro Viejo, al que le cortó las dos orejas y el rabo el 30 de enero de 1994 en el coso metropolitano.

Esta noticia nos lleva a reflexionar sobre los toreros entrados en años. El terno y las muletas pesan, pesan también los años. Es natural que los diestros veteranos pierdan facultades físicas y tengan menos reflejos, pero al mismo tiempo pueden ganar en profundidad, gusto, solera y asentamiento.

Recuerdo a un Joselito Huerta con muchos años de retirado torear con el alma en una faena soberbia durante un festival en la Plaza México. Las vivencias acumuladas a lo largo del tiempo acaban por reflejarse al momento de torear.

También es verdad que un torero veterano puede estar a merced de los toros en el ruedo porque le faltan piernas y reflejos para irse del terreno de las suertes.

El retiro de Capetillo a los 61 años nos hace recordar a toreros que fueron longevos en la profesión.

El legendario Pedro Romero mataba toros a los 80 años de edad. Bernardo Gaviño seguía toreando a los 73, hasta que sufrió la cornada mortal del toro Chicharrón de la ganadería de Ayala, en Texcoco el 11 de febrero de 1886.

El madrileño Carlos Escolar Frascuelo sigue en activo a los 70 años de edad. Los tlaxcaltecas Raúl Ponce de León y Miguel Villanueva hicieron el paseíllo en marzo del año pasado en Tlaxcala, con 70 y 69 primaveras, respectivamente. El tijuanense Rafael Gil Rafaelillo, que compartió el cartel con aquéllos, tenía 68.

El toreo no se considera como una actividad deportiva, pero sí requiere de una buena condición física para estar dentro del ruedo. El toreo es quietud y aguante, una quietud y un aguante que provienen del valor. No consiste en correr, sino en no moverse, quedarse, no desertar, nunca abandonar, por lo que pudiera pensarse que para torear no haría falta agilidad ni buen fondo físico.

Sin embargo, la verdad es que sí se requiere de piernas, fuerza y un estado físico óptimo para afrontar las exigencias del toro y por extensión, de la lidia.

@BETO_MURRIETA

Publicado en El Heraldo

5 respuestas a “El regreso de Guillermo Capetillo por Heriberto Murrieta”

  1. Con todo respeto a los que opinan. Si no se han puesto en frente de un toro con esta bravura, mejor guardar silencio. apoyemonos como mexicanos y como seres humanos. Ningún apellido pesa pues todos somos individuos diferentes. Nadie conocemos la historia real de nadie sólo el que la vive. Respetemonos.

  2. totalmente de acuerdo contigo Oscar JAMAS FUE NI SIQUIERA FIGURITA mas bien era el apellido el que le ayudabay a fuerza de tanto torear tenia que haber hecho algo que valiera la pena

  3. Con el respeto por delante, opino que este señor Capetillo, lo único que va a causar es pena ajena en su actuación en la feria de San Marcos, sí en su época de juventud, nunca fue una figura pues, sus temores y pasividad con la que ejercía su oficio de torero siempre lo tuvieron fuera de los sitios de privilegio y si acaso en ocasiones sé mantenía, era más bien por el peso de su apellido no más.

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