Opinión: La bravura y otras cualidades.

Así luce Siglo y Medio en las corraletas de su ganadería. Foto: PPN

Por Luis Miguel Martínez.

Amigos, a propósito del recién indulto en La México, polémico como la mayoría de los indultos y más por la plaza de la que se trata. Bien valdría la pena recordar algunos términos que, como aficionados nos gusta ver en los ejemplares que saltan al ruedo. Esencialmente decimos: “vamos a los toros”. Y nos decimos a los “toreros” o a ver lidiadores. El término viene porque el protagonista es el ejemplar de lidia. Ahora bien, a la tauromaquia también se le conoce como: “fiesta brava”. Así que bien vale la pena reconocer que antes que ver lados derechos o izquierdos de un toro, es importante reconocer que un ejemplar nos muestre que en esencia es bravo.

Es decir, ese comportamiento de perseguir los engaños queriendo alcanzarlos, ir de largo por esa bravura de su naturaleza. Claro, puede haber actitudes como genio.

“El genio es una acometividad, una bravura no depurada, movilidad incómoda de reacciones imprevistas y hasta molestas para el torero. La bravura es algo que los ganaderos tienen que moldear, para que la acometividad sea franca, clara, con fijeza y metiendo la cabeza a los engaños”, nos decía en una entrevista el ganadero de La Joya, José Antonio González Esnaurrizar.

Ahora bien, en palabras del ganadero Marco A. González Villa de Piedras Negras: “De la bravura extraes lo que quieras” y es que se pueden obtener bondades del toro para beneficio de la fiesta. Un toro bravo puede transmitir clase y calidad, términos que van ligados.

La nobleza, que es la parte donde el toro persigue los engaños hasta el final, le permite al matador torear y expresarse; mas no es un toro que pase sin representar mayor peligro.

La bravura transmite emoción, muchas veces la mansedumbre provoca peligro y despierta morbo, o desinterés por su falta de acometividad. El toro de lidia trasmite, cuando el espectador se fija en el comportamiento del toro y en lo que está pasando en el ruedo. Más allá si el ejemplar tiene una buena condición por el pitón derecho o izquierdo, cuando hay un toro bravo en la arena siempre transmitirá emoción a los tendidos. Y eso será en beneficio del espectáculo.

El pasado domingo varios toros de la corrida de Piedras Negras, nos permitieron ver peleas en el caballo emotivas y pruebas de oficio, técnica conocimiento y valor de los espadas.

“Siglo y medio” vivirá como rey en Piedras Negras tras el indulto

Fue el pasado miércoles por la madrugada cuando llegó a los potreros de Piedras Negras el ejemplar número 23 “Siglo y medio” cárdeno claro, mismo que recibiera los honores del indulto el pasado domingo en la Plaza de Toros México.

De acuerdo a los criterios del juez Jorge Ramos y al público que lo solicitó, tras la faena que realizara el joven matador tlaxcalteca Gerardo Rivera se concedió perdonar la vida a este ejemplar piedranegrino que ahora ya podrá gozar del campo a plenitud hasta sus últimos días.

Tan pronto bajó del camión, el médico y caporales se encargaron de realizar las curaciones conducentes, así como tomar las gráficas necesarias para registrar que las heridas producidas por la pelea en el caballo y las banderillas no hayan generado infecciones.

Respecto al destino de “Siglo y Medio” en unos días o semanas podrá entrar a un potrero con alguna punta de 20 ó 30 vacas y seguramente entre la tranquilidad del campo bravo pasará el resto de sus días como rey, como semental, sigiloso custodio del campo bravo de la hacienda de San Mateo Hiscolotepec que dirige Don Marco A. González Villa.

Cabe señalar que este toro, estuvo siempre considerado para ser lidiado en alguna plaza de importancia, debido a los antecedentes generacionales que presentaba.

Historia del Toro

Siglo y medio” fue el ejemplar no. 23 que pesó 511 kilos y que de acuerdo al sorteo correspondió en suerte al matador Gerardo Rivera, quien junto con su administración decidieron que fuera el que se lidiara en sexto de la corrida, el último de la tarde. Gerardo había estado voluntarioso, pero no había cortado trofeos con su primer toro. El joven diestro lleva cuatro años de matador y sabe lo difícil que es esta profesión por lo que estaba decidido a retirarse de los toros si no pasaba nada con el último ejemplar de la corrida. Era jugarse todo o nada con este toro y con este encaste, que a los toreros les exige siempre. Se escucharon parches y metales, Gerardo caminó hasta la puerta de toriles donde se puso de rodillas para esperar al toro. Y apareció “Siglo y medio” con ese par de pitones que se extendían como par de brazos con un puñal en cada extremo que le pasaron a milímetros del cuello al torero. Después vino una faena de valor y toda entrega. Un sector del público emocionado por la transmisión del ejemplar de Piedras Negras, comenzó a gritar: ¡toro, toro!

Cuando el matador se acercó a la barrera por su espada, visiblemente con el ánimo de querer ganarse los trofeos en la suerte suprema, ya la plaza era un manicomio hasta que se escuchó de lejos el clarín, que ordenaba por parte del juez Jorge Ramos el indulto del toro.

72 horas después de aquel aviso, ya descansa en los potreros de la ganadería que le vio nacer, el toro que lleva por nombre, los años que tiene vigente la casa que es su hogar, Piedras Negras: “Siglo y medio”. No habría mejor manera de comenzar los festejos del 150 aniversario de la actividad taurina de esta ganadería cuyo lema camina por el torrente sanguíneo de la familia González “la bravura por delante”.

Publicado en El Sol de Puebla.

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