Diego Urdiales brinda su toreo a las víctimas del coronavirus.

El torero de Arnedo fue protagonista ayer del primer ‘streaming’ desde la ganadería de El Pilar, donde hizo la luna en directo.

Por Jesús Rubio.

De negro. Impactaba ver la estampa. El color del luto con el que se ha teñido el mundo en estos últimos meses. Diego Urdiales le brindó a todas las víctimas de la pandemia su expresión más artista desde la finca El Puerto de la Calderilla. Los crespones negros no faltaron tampoco en los burladeros en señal de duelo. De camisa negra y ataviado de corto el torero de Arnedo tentó tres toros del hierro de El Pilar, un animal más de lo previsto y que el ganadero decidió lidiar ante los problemas técnicos que se presentaron en directo en la plataforma de pago por visión que lo retransmitió. Una nueva forma de dar toros en ‘streaming’ se puso en marcha ayer a propuesta del ganadero Moisés Fraile, que decidió abrir las puertas de su casa e impulsar este nuevo proyecto en tiempos de confinamiento. Casi dos mil dispositivos se conectaron para ver la magia del toreo fusionada con la oscuridad de la noche del campo. La imagen fue curiosa. Más de un centenar de velas iluminaban la plaza de tientas convirtiéndola en un lugar sagrado. Envolvían el misterio.

Les faltó picante a los astados, aunque Urdiales trazó muletazos sueltos que rompieron el hiriente silencio de la noche salmantina. Lo mejor llegó al final del tercero, el toro de mayor transmisión sobre todo por el izquierdo. Naturales que traspasaron la pantalla para pellizcarnos fuerte. Nos abrió el apetito a sabiendas de que difícilmente pisaremos una plaza de toros esta temporada.

El primero que saltó al ruedo tuvo nobleza pero apenas sirvió. Se gustó más Urdiales con el segundo, sobre todo en un ramillete de verónicas que cerró con una soberbia media. Se paró tras derrumbar al picador, y Diego poco pudo hacer ante la escasez de fuerza del animal. Sí un cambio de mano magistral. Lo mejor del tercero fue la última serie con la muleta por el pitón izquierdo. Sacó algo más de chispa el toro por esa mano. Media docena de naturales de peso. Antes, anduvo el animal parado, y sin exigirle lo llevó con suavidad por el derecho. No hubo suerte suprema tras ninguna de las tres faenas.

La luna llena dio magia a la escena desde las alturas, tan torera y romántica, tan íntima como el toreo de Diego. ¿Volverá a apostar esta plataforma por el contenido taurino?

Hoy es el turno de Juan Mora, otro torero de corte bucólico que lidiará dos toros del mismo hierro. Será la última emisión programada por el momento en Eventbrite.

Publicado en La Rioja

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