Opinión: Se te extraña, Pana.

El día de hoy que se conmemoran cuatro años de su muerte, hemos querido recordar nuevamente a Rodolfo Rodríguez (1952 – 2016), un torero mexicano que en la parte final de su carrera se convirtió en leyenda y en un torero de época para las nuevas generaciones de aficionados. Por eso a manera de homenaje hemos decidido publicar nuevamente esta sentida e interesante columna del periodista taurino poblano Jaime Oaxaca que se publicó hace un año en De SOL y SOMBRA.

Por Jaime Oaxaca.

Un mes antes de su muerte, cuando El Pana toreaba con el capote en la plaza de Ciudad Lerdo, Durango, fue levantado por el toro Pan Francés de la ganadería de Guanamé. El torero cayó de cabeza, situación que le causó lesiones en las vértebras provocando su inmovilidad.

La aventurada carrera de un genio.

La vida profesional del diestro de Apizaco fue irregular. No pasaba inadvertido, poseía personalidad propia, armaba la bronca o llegaba el triunfo, pero jamás aburrió al público.

Batalló para debutar en la plaza México. Se tiró de espontáneo, una huelga de hambre, largas horas de antesala; hasta que lo programaron en una novillada de selección; más que una oportunidad, fue para deshacerse de seis diestros. El Pana la provechó, cortó las orejas, lo repitieron hasta sumar 11 toreadas de agosto a diciembre de 1978. Era el novillero puntero, se hablaba de la alternativa. El Pana declaró: ése no tiene categoría para darme el abrazo. Se refería a Manolo Martínez, la figura del momento.

Vetos, actuaciones irregulares, apechugar con los toros que las figuras no querían ver, toreaba poco.

El Pana fue muy castigado por los toros, 27 cornadas, dos de ellas en la vena femoral; dos exposiciones de testículos; dos veces recibió la extremaunción.

“El Brujo de Apizaco entregó toda su vida a la fiesta; ésta tardó más de 30 años en retribuirle. El 7 de enero de 2007 recibió el primer pago en forma generosa. Aquel domingo de enero tuvo una actuación apoteósica en la plaza México, sacudió a la fiesta de los toros con las faenas a Rey Mago y Conquistador de la ganadería de Garfias. Aquel día Rodolfo estaba anunciado para torear la corrida de su adiós; qué lejos estaba de la realidad, fue la tarde de su resurrección. Los brindis de ese día ante el micrófono de la televisión pasaron a la historia. El primero, a los toreros que nunca pudieron actuar en la plaza México; el segundo, a las prostitutas. Rodolfo regresó a actuar a la México varias veces, ya fue tratado por la empresa como figura”.

Después de la resurrección del 7 de enero, fue contratado para actuar en plazas mexicanas que nunca había pisado; de igual forma fue torear en España y Francia. Se presentó en Madrid en febrero de 2008 en el coso de Vista Alegre mano a mano con Morante de La Puebla, así que no confirmó su alternativa taurina en Las Ventas. Lo que sí confirmó fue que la afición madrileña lo quería y lo respetaba. Cuando El Pana falleció, le dieron una gran ovación en la plaza de Las Ventas, en plena feria de San Isidro.

La maroma de Pan Francés fue el 1 de mayo. El día 6 de ese mes hubo una corrida en la plaza de Madrid, surgió un grito del famoso tendido 7: ¡Viva el Pana!

El periodista español Antolín Castro escribió en su crónica de ese día: La ovación de hoy no creo que te compense o te consuele, pero yo tengo la obligación de contártelo, amigo Rodolfo. El recuerdo de ¡Viva El Pana! es nuestro mejor recuerdo. Conmueve que una afición ante la que nunca actuó, haya estado a la altura de las circunstancias”.

La columnista española Ana Pedrero también le dedicó unas líneas al Brujo de Apizaco: “Siempre contigo maestro Pana. Hoy, en este cruce de caminos y de emociones, amanecía triste este cinco de mayo; comenzaba San Isidro, regresaba Fortes resucitado y vivo, pero mi corazón estaba más allá, tan lejos. Y llovía, llovía mucho, muy pausado, puta vida, tetraplejia, cadena perpetua de lo inmóvil, leyenda sin final de leyenda, sin cantores en el tendido, sin romances cuando marque el reloj las cinco en punto de todas las tardes, Federico en carne viva.”

A raíz de la muerte de Rodolfo, Catón, Armando Fuentes Aguirre, escribió: “Yo quiero mucho a ese señor. No sólo es torero: lo parece. Tiene ese alegre duende sevillano que decía Lorca, y posee también la tristeza que guardan en el fondo los que ejercen el sacerdocio de torear. Es dueño de la misteriosa locura que lleva a algunos a vivir su vida como un mero preludio de la muerte”.

Saraí Rangel Sandoval, una aficionada de Córdoba, Veracruz, mencionó: “Vemos toreros y unos torean muy similar a otros, otros imitan a sus ídolos, otros aburren, otros no transmiten y ¿este señor a quien se parece? ¡A nadie!”

He visto toreros que usan chamarras y gorras de equipos de futbol americano o beisbol, como si les causara pena ser toreros.

Rodolfo era todo lo contrario: se ufanaba de ser torero. Como prueba está su coleta natural, las veces que llegó en calesa a la plaza México cruzando por eje viales, desde el hotel en que se hospedaba hasta el patio de cuadrillas de la plaza más grande del mundo. El Pana lo hizo en 1978, cuando tomó la alternativa; en enero de 2007 en la supuesta despedida y al menos un par de veces más; una ocasión llegó en limusina.

A partir de la Navidad de 2010, la plaza de toros de Apizaco se llama “Monumental Rodolfo Rodríguez El Pana”, desde hace un par de calendarios, un boulevard también lleva su nombre.

Con 64 años de edad y 38 de alternativa, Rodolfo Rodríguez, dejó a su madre doña Alicia, a sus hermanas y hermanos, a su esposa e hija de nacionalidad estadounidense y a toda la afición taurina de México y el mundo.

¡Te extrañamos, Pana!

Publicado en El Popular

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