¿Por qué no hay corridas de toros?

Por Patricia Navarro.

En tiempos tan cambiantes, cuando todos los sectores están intentando adaptarse a la locura de esa legislación que varía incluso por días, respecto al aforo, a la forma de adaptarse y que en muchos casos necesita de inversión económica para poder facturar algo… Cuando cada sector se agarra a un clavo ardiendo para mantenerse en pie, como es posible que la tauromaquia sea un desierto. Que las noticias de la suspensión de las ferias se agolpen unas detrás de otras.

¿Será cuestión de aforo? ¿Números? ¿Cuentas?

Podríamos sacarnos los colores y las vergüenzas si alumbramos los números de esas mismas ferias que ahora suspendemos con meses de antelación y han registrado, tercios, cuartos y quintos de aforo en la plaza varias tardes de sus ferias y en muchos casos ni un solo lleno sin ir más lejos el año pasado. ¿En serio es cuestión de aforo?

Está claro que la situación es compleja, seguro que más que nunca. Bien lo saben todos los hosteleros, que han tenido que cerrar sus puertas y abrir, en terrazas, si las tienen, a la mitad de su aforo, sin usar sus barras, comprando el material necesario para adaptarse y ver la manera imposible de que le salgan las cuentas. Las ferias al uso también son un imposible, pero habría que buscar alternativas, soluciones de emergencia, esa “oportunidad” que se abre en las crisis para salir fortalecidos y no muertos en combate.

En tiempos de crisis sólo habla de nosotros la afición, el amor por lo nuestro y el talento. Es decir, es probable que nos encontremos ante otro tipo de desierto. Se irá viendo. El silencio y la inacción, en estos tiempos, son armas letales.

Publicado en La Razón

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