México: Los toros preparan el retorno.

Una imagen de la presentación del cartel Novilleril.

Amigos aficionados…

Una luz se deja ver. No sabemos si es la famosa luz al final del túnel, pero algo es algo: ya tenemos la primera actividad taurina pública anunciada en México desde que la pandemia comenzó a azotar. Se trata de una novillada formal que tendrá lugar el 6 de septiembre en el cortijo Cuatro Caminos, en el municipio de Pabellón, en Aguascalientes.

Los organizadores anuncian que ese día estarán para hacer el paseíllo Jorge Salvatierra, Pedro Bilbao, José Miguel Arellano, Juan Pedro Llaguno y Alejandro Adame, que despacharán novillos de diferentes ganaderías. Irán vestidos los toreros de luces, acompañados por integrantes de la Unión Nacional de Picadores y Banderilleros. Esto indica que todas las líneas están en la misma sintonía, pues habrá presencia de aficionados, vendiendo los organizadores el treinta por ciento del aforo permitido, Buena nueva, especialmente después de todo lo que hemos vivido y porque la crisis se está haciendo más severa, aunque haya quienes nos quieran decir que no.

Nos hará ver un momento de esos a la antigüita: no habrá transmisión, ni en televisión ni en las redes sociales. Nos enteraremos entonces por vídeos que suban aficionados o lo que cuenten los medios que asistan.

Esto me hizo recordar tiempos románticos. Cuando comenzaba en el Diario, en el final de la década de los ochenta y principios de los noventa, una conexión semanal con los toros: la corrida de los miércoles en Cancún. Hay cosas especiales, como esas de estar al pendiente de una llamada para una noticia. Y los miércoles, a eso de las 7 de la noche, cuando timbraba el enorme auricular, ya sabíamos que nos encontraríamos al otro lado a don Raúl Gutiérrez Muñoz “K-Potazo”, todo un personaje en el planeta toro en esta región.

Autoridad fuerte la suya cuando te proporcionaba los datos, ya hilvanado todo, con el estilo que caracterizaba usarse entonces: “Lleno. Tarde soleada. Tres cuartos de entrada. Toros de tal o cual ganadería, buenos en general. Torero tal: ovación; torero cual, oreja”.

Así era más o menos una de las reseñas que mandaban antes a las redacciones. Una vez le pregunté si no tendría más datos y me respondió: “Esto es lo que cuenta”. Los apoderados o los mismos toreros eran los que pasaban las informaciones y, por tanto, los comunicadores las publicaban así.

Mala fortuna si uno llamaba antes y otro después, pues había que rifársela para saber cuál era más verídico. Eso, a veces, lo siguen haciendo. Pero con la ventaja de las tecnologías de ahora pueden caer los que quieran contar algo que no hicieron, con tal de quedar bien. Algo bueno publicado sobre uno siempre alienta al interés de un contrato futuro.

Las redes han ayudado a que eso deje de suceder. Voy y sé qué paso y lo puedo refutar si no es como vi que ocurrió realmente.

Publicado en el Diario de Yucatán Por Gaspar Silveria

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