La etapa desconocida de José Tomás en La Algaba.

El mito de Galapagar vivió y preparó su eclosión como matador de toros en la comarca de La Vega, bajo la supervisión taurina de José Antonio Campuzano.

Por Jesús Bayort – ABC Sevilla.

Mayo del 96. José Tomás acaba de confirmar su alternativa en Madrid. La afición capitalina se había desgarrado la voz ante aquel compendio de valor, verticalidad y clasicismo. Se hacía eterno el transcurso entre el cite y el embroque del violento sobrero de Guardiola Domínguez. Su escaso bagaje descuadraba con lo que ese día proyectó. JT era un diamante en bruto. Y su por entonces apoderado, Santiago López, pensó en José Antonio Campuzano, que seguía en activo y dirigía la escuela taurina de La Algaba, para pulir y magnificar sus innumerables virtudes.

Aquel San Isidro, el que había salido a hombros como novillero por la calle Alcalá, ese que apoderó Victorino Martín (hijo) y envió con Antonio Corbacho al rancho mexicano de José Chafik, el que prefirió forjarse en el exilio antes que denigrarse en su tierra. Ya todos le daban la razón a Manolo Martínez cuando lo descubrió en el país hermano: «Este chavito va a ser figura del toreo».

El matador de toros Manuel Carbonell conserva todos los regalos que le hizo José Tomás – Vanessa Gómez.

A su llegada a La Algaba lo vieron como un rara avis: salía a correr con el grupo, pero nunca se emparejó con nadie para torear. «Se pasaba horas en aquel extremo de la plaza –señalan la zona de los carros donde más fuerte pega el sol– y no consentía que nadie le embistiera. Era muy perseverante en todo: podía estar toda la mañana con la muleta o haciendo estiramientos. Se iba el último de aquí», cuentan quienes lo veían.

En el número 87 de la calle Manuel Clavijo vivió de alquiler durante ocho meses. Aquella disciplina diaria nunca flaqueó. Dicen que ya tenía obsesión con Manolete. Aunque JT no nació como su álter ego siendo un virtuoso de los aceros. No es de extrañar que eligieran como excepcional mentor a Campuzano, sublimación de la suerte suprema. Hubo un antes y un después en su manera de ejecutarla.

Cuando desembarcó en la comarca de La Vega acababa de irrumpir. «No podíamos imaginar a dónde llegaría como torero, pero venía con las ideas muy claras. Él sabía dónde tenía que ponerse para ser uno de los grandes. Entrenaba como un condenado. Y escuchaba los consejos con muchísima humildad, que no es fácil cuando todo el mundo te está halagando», recuerda el maestro de Gerena.

Durante aquella etapa fraguó una profunda amistad con Manuel Carbonell, novillero sin picadores por aquel entonces y matador de toros en la actualidad. «No me podía ni imaginar la dimensión que Jose (lo llama así) alcanzaría como torero. Vivimos muchas cosas juntos. Yo era un niño y a día de hoy me sigo acordando. No he visto un torero igual. Lo que ha hecho en la plaza se queda corto para lo que le he visto hacer en el campo».

Entre lágrimas de emoción desenfunda los regalos que JT le hizo durante sus comienzos: trajes de luces, su primera montera y el primer capote de paseo que lució el genio como novillero, estoques, capotes, muletas… «Con este traje debutó en Sevilla un Domingo de Resurrección junto a Curro Romero. Recuerdo que le advertí que Curro, a la mínima posibilidad que tuviera, le iba a hacer un quite a la verónica y que debía replicarle». Y así fue: José Tomás se echó el capote a la espaldas y se fajó con el toro de Torrealta por gaoneras. «Por la noche me dijo que se había acordado de mí. Se me ponen los vellos de punta de pensarlo».

José Tomás con el traje que ilustra esta noticia, replicando por gaoneras al quite que hizo Curro Romero aquel Domingo de Resurrección de 1999 – J. M. Serrano.

Finiquitada la temporada 96, y catapultada su carrera, JT volvió a Galapagar. «Yo me fui con él. Ya le había llegado la cabeza disecada del toro de Guardiola. Recuerdo que todas las mañanas la miraba y repetía: “si no fuera por éste, seguramente yo no estaría donde estoy”». Cambió el planteamiento para esa pretemporada y desde el mes de enero se encerraron en la finca que Chafik Hamdan tenía en Azuaga (Badajoz). «Estuvimos allí hasta San Isidro. Sólo salíamos del campo para ir a tentar. Y viajábamos gracias al banderillero Emilio Fernández, porque no teníamos carnet», explica.

La temporada 1997 fue decisiva en la carrera del genio de Galapagar. Una campaña en la que debía ratificar lo apuntado en su primer año como matador de toros y en la que se propuso socavar el cartel de «los tres tenores», compuesto por José Miguel Arroyo, Enrique Ponce y Rivera Ordóñez. Algunos seguían viéndolo como un torero «torpe» que perdería el valor por los agujeros de las cornadas…

«Estaba obsesionado con abrir la Puerta Grande de Madrid. Es más, estaba tan convencido de que lo lograría que en un tentadero en la ganadería portuguesa del Conde de Cabral el ganadero nos enseñó un potro que era hijo de «Cagancho», que se lo había regalado Pablo Hermoso. Jose era un enamorado de los caballos y acordó con él que si salía a hombros por la calle Alcalá se lo regalaría».

El 27 de mayo de 1997 temblaron los cimientos venteños con los naturales que JT endosó, vestido de grosella y oro, al famoso toro de Alcurrucén. Lo enganchaba en un extremo de la cintura y lo vacía en el opuesto. Aquella faena fue la exaltación de la hondura y la pureza. Un antes y un después en la concepción de aquel «torero torpe». «A la mañana siguiente estaba llamando al ganadero de Conde de Cabral y el caballo acabó en Quinchos, la finca de Galapagar».

Los esfuerzos invernales comenzaban a dar sus frutos. En Granada compuso aquel tres en uno que denominarían «La Granadina». «Santiago López le dijo un día en el campo: “torero, eso a la vaca está muy bien, pero al toro lo veo complicado”. Cuando se lo hizo en Granada y llegó al callejón se fue para él y le dijo: “¿Has visto? al toro también se le hace”», asegura Carbonell.

José Miguel Arroyo, Manuel Carbonell y José Tomás, durante un partido benéfico

«Cuando rompió en máxima figura se compró su casa de Estepona. Allí pasamos el invierno del 2000. Todos los días corría casi dos horas por la playa y seguía de salón en el sótano, que lo llenó de espejos como en su otra casa de Torrelodones. Le gustaba verse reflejado mientras toreaba. Esa era nuestra rutina. Sólo salíamos para tentar o a tomar un café, que íbamos a un centro comercial cercano donde conoció a su mujer».

José Tomás y Manuel Carbonel durante el paseíllo de la histórica corrida de Nimes – AFP

El 19 de septiembre de 2002 se paralizó el toreo: «José Tomás se retira». El titular corrió como la pólvora aunque no hubo comunicado oficial. JT desaparecía del mapa taurino y casi del mundo. Poco trascendía de su vida. «Seguíamos hablando, pero cada vez más ocasionalmente. Recuerdo que pasado aquel año me llamó una mañana al fijo de mi casa. Yo no tenía móvil. El mensaje fue claro: “vete, solo, a lo de Cuvillo“. Soy incapaz de describir lo que vieron mis ojos. Sin entrenar se echó dos toros con las puntas. ¡Dios mío, cómo toreó ese día!».

El último encuentro entre ambos fue el 16 de septiembre de 2012. La histórica mañana de Nimes. La de los seis toros, once orejas, un rabo y un indulto. Tras las huellas de JT en aquel paseíllo pisó Carbonell como sobresaliente de aquella antológica encerrona. En aquel patio de cuadrillas se saludaron y a la vuelta en el hotel se abrazaron. Esto es sólo una parte de la historia de un mito viviente.

Manuel Carbonel, junto a los característicos carros de la plaza de toros de La Algaba – Vanessa Gómez

Manuel Carbonell, matador de toros

Nicasio Manuel Carbonell (La Algaba, 1980) conoció a José Tomás siendo novillero sin picadores. En su casa conserva artículos significativos del mito de Galapagar. La primera montera y el primer capote de paseo que lució, así como el vestido con el que debutó un Domingo de Resurrección en Sevilla… A través de JT conoció al periodista José Ramón de la Morena, quien intermedió para que debutara con picadores en Valdemorillo.

Como matador de toros actuó de sobresaliente en la histórica mañana de Nimes. Sigue en activo, con nuevo apoderado y, pese al parón por la pandemia, no deja de prepararse para su ansiada confirmación en Madrid. Además, ejerce como director de la escuela taurina de su localidad natal.

Publicado en ABC Sevilla.

Una respuesta a “La etapa desconocida de José Tomás en La Algaba.”

  1. Siempre lo he considerado el mejor. Lo he visto en Bogotá hace varios años, en Algeciras hace 2 años y en Granada hace un año.
    Esperando que llegue la vacuna contra el Covid 19 y que se vuelva a programar la nueva presentación de José Tomás.

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