Parafernalia, premios, dichos…y el Gran Poder.

Por Álvaro R. del Moral.

Avanza noviembre y con él estos días de un frío otoño, plagados de eventos taurinos que amplían una temporada en la que aún caben algunos festejos. Este mismo domingo, sin ir más lejos, hubo toros en Lora del Río y el próximo fin de semana se celebrará la demorada corrida de Cazalla de la Sierra. Pero el pescado está vendido y el tiempo de las castañas es más propicio para tertulias, entregas de premios, dimes y diretes, rumores de trastienda… Este Observatorio trata de no perderse ninguno y el pasado jueves se asomó al cuidado acto organizado por los amigos de la tertulia taurina ‘Juan Belmonte’ de Cañada Rosal.

Más allá de la entrega de premios, hay que destacar la alcurnia del escenario. Hablamos de la Real Venta de Antequera, esa joya regionalista –testigo de un tiempo que se fue- que cuidan con mimo Lola Rojas y Daniel de la Fuente. Sus instalaciones están incompletas sin la presencia rotunda del toro, protagonista de aquellas vísperas feriales en las que sus corraletas servían de inmejorable expositor de las corridas abrileñas. La última que se asomó al recinto de Bellavista fue la de Miura que estoqueó Espartaco en el lejanísimo año de 1987. El rito puede y debe volver, como parece que volverá a otra venta, la madrileña del Batán, que también recuperará el pulso de su escuela taurina con otro nombre y condicionantes administrativos. La esencia es la misma pero la reflexión es otras: fueron los propios profesionales del toreo los que propiciaron el fin de esos ritos, terrenos perdidos que se deben reconquistar. ¿O no?

Más premios y reconocimientos

Pero hay que seguir hablando de premios, como los que ha fallado el jurado que capitanea Rosana González, la imprescindible y muy querida directora del Hotel Colón de Sevilla. Los galardones, que ya se asoman a la década, han recuperado su sitio después del inevitable año de ausencia subrayando ese ‘efecto’ Morante que sacudió los cimientos de la pasada feria de San Miguel. En la tertulia posterior a la deliberación se habló de muchas cosas. Y algunas se pueden contar, como el debut de la ganadería de El Parralejo en la próxima Feria de Abril con una corrida de toros o la posibilidad de que Álvaro Núñez del Cuvillo –uno de los criadores imprescindibles para entender el toro bravo contemporáneo- pueda tener listo otro encierro de su flamante vacada.

Rosana, por cierto, le ha dado la vuelta como un calcetín al histórico establecimiento hotelero reivindicando su esencia sevillana. En esa identidad renovada, lógicamente, no podía faltar el toro que se hace presente en el pequeño museo que ornamenta la nueva recepción. Hay piezas para el deleite: como el primer traje de luces que vistió Espartaco. Y hablando de ropa de torear, también hay que destacar el gesto de José Luis Cabeza, el popular Serranito, que ha regalado –tal y como prometió- un precioso vestido Gran Poder y oro al aspirante Joselito Sánchez, triunfador de la novillada benéfica que cerró la temporada sevillana el pasado 12 de octubre. Bien está lo que bien acaba.

En ese acto, con Serranito amparado por la plana mayor de su tropa, se hizo presente el número dos de la empresa Pagés. Hablamos de Pedro Rodríguez Tamayo que, en unión de Santi Ellauri, ha tomado las riendas de la carrera del joven matador Álvaro Lorenzo. Ya lo dice el dicho: la mancha de mora con mora se quita. El torero toledano ha dejado atrás su etapa con los Lozano y el tándem sevillano cerró su maridaje profesional con Miguel Ángel Perera, que debe deshojar aún la margarita de su inmediato futuro. De todo ello, y de mucho más, habrá noticias en los próximos días.

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